En la NBA son como ni?os
En 2006, me mud¨¦ a Los ?ngeles para hacer un programa de televisi¨®n que hab¨ªa concebido sobre un jugador de baloncesto profesional graciosillo que se pasaba la mayor parte del tiempo en el banquillo. (Como dicen, escribe sobre lo que conozcas.) Mientras estaba metido de lleno en la edici¨®n del programa piloto de 26 minutos, que se hab¨ªa alejado tanto de la idea original que era casi irreconocible, plante¨¦ a nuestro gerente de producci¨®n (un contable de alto nivel) una queja respecto a las limitaciones financieras a las que est¨¢bamos sometidos. Despu¨¦s de se?alar que hab¨ªamos gastado 3,6 millones de d¨®lares del dinero de 20th Century Fox ¨Cque no era exactamente una suma modesta¨C me cit¨® una antigua m¨¢xima de Hollywood: que detr¨¢s de cada buena pel¨ªcula o de cada buen programa de televisi¨®n hay un presupuesto. Cada vez que a los directores se les da libertad financiera para satisfacer cada uno de sus caprichos creativos, la pifian. La gente necesita normas. Los directores no son diferentes.
La NBA tiene muchas normas: los jugadores deben botar el bal¨®n cuando se est¨¢n moviendo, la l¨ªnea de tiros libres est¨¢ a una distancia determinada de la canasta y Dwyane Wade debe caerse seis veces por partido. Pero los jugadores de la NBA son un tema diferente. Los jugadores de la NBA son como ni?os de 6? de primaria a los que les dejan usar la megafon¨ªa del colegio a la hora de comer. Es verdad que la podr¨ªan usar para decir algo profundo, pero hay m¨¢s posibilidades de que digan algo est¨²pido.
En ning¨²n momento resulta esto m¨¢s evidente que en este tramo de la temporada de la NBA: el plazo para el final de los traspasos se acerca y algunos equipos se dan cuenta de que 2013 no va a ser el a?o del desfile de la victoria en su ciudad.
Es cuando se desatan los rumores. El jugador X ha pedido un traspaso. El jugador Y ha exigido un traspaso. ?Aceptar¨¢ El jugador Z un traspaso? Son los rumores que nos hemos acostumbrado a escuchar, pero son tambi¨¦n rumores que tienen casi tanto sentido como un molino de viento en la Luna. Esos jugadores por cuya felicidad nos preocupamos aparentemente tanto est¨¢n sometidos a un contrato legal. Han firmado con su nombre unos documentos que establecen que jugar¨¢n al baloncesto para un determinado equipo y por una determinada (e importante) suma de dinero. No existen estipulaciones para los cambios de ideas en el mundo de la felicidad, de la satisfacci¨®n en la vida y del ¡°sabes, creo que preferir¨ªa jugar en Florida porque es un estado que no tiene IVA¡±.
Los aficionados tienen que saber que pueden contar con que a los jugadores se les obligue a cumplir sus contratos
Naturalmente, los jugadores tienen todo el derecho del mundo a dejarse llevar por las ilusiones, igual que el ni?o de 6? de primaria tiene todo el derecho del mundo a realizar un comentario sobre el barrig¨®n del profesor de ciencias. Pero los aficionados tienen la responsabilidad de no hacer caso a los jugadores, igual que el director tiene la responsabilidad de castigar al peque?o Juanito.
Los aficionados necesitan normas; necesitan certeza. Los aficionados tienen que saber que pueden contar con que a los jugadores se les obligue a cumplir sus compromisos. Tienen que saber que cuando un jugador ficha por voluntad propia para jugar en su equipo, se quedar¨¢ hasta el final.
Si no, en alg¨²n momento, los ni?os de 6? de primaria dirigir¨¢n el colegio, los pacientes dirigir¨¢n el manicomio... Veamos si hay otra met¨¢fora que pueda utilizar: ah, el director hace un bodrio. Y todos los que compraron una entrada se vuelven a casa sacudiendo la cabeza decepcionados. Que es la raz¨®n por la cual, en lo que se refiere a los jugadores de la NBA y a sus peticiones de traspaso, har¨ªamos mejor en dejar de escuchar.
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