¡°El canario, en su flamante Porsche¡±
El exciclista Jes¨²s Manzano relata las truculentas pr¨¢cticas dopantes que dirig¨ªa Eufemiano en el Kelme
¡°¡y una nevera cargada de doping en el asiento delantero, lleg¨® al hotel Palacio de los Velada en ?vila, donde nos aloj¨¢bamos durante la Vuelta a Castilla y Le¨®n.¡±
As¨ª narra ante la jueza Jes¨²s Manzano, el hombre por el que empez¨® todo, su historia como ciclista en el Kelme, sus peripecias a las ¨®rdenes de Eufemiano Fuentes Rodr¨ªguez, Yolanda Fuentes Rodr¨ªguez, Vicente Belda Vicedo, Jos¨¦ Ignacio Labarta Barrera, que se sientan en el banquillo, y Joan Mas Vendrell y Walter Vir¨² Rodr¨ªguez, todos con nombre y dos apellidos, pues as¨ª los cit¨® invariablemente durante sus casi cuatro horas de testimonio, de historias propias de la tradici¨®n de la novela picaresca espa?ola, tan fecunda. Por fin, en los juzgados de lo penal de Juli¨¢n Camarillo se habl¨® de salud, de mala salud, claro, de dopaje.
A Manzano, testigo y acusador que habla ¡°para limpiar el ciclismo¡±, le interrogan, con cari?o, los abogados de la acusaci¨®n, los que quiere que se condene a los del banquillo por un delito contra la salud, y con profusi¨®n de capciosidad los de las defensas ¡ªel abogado de Fuentes alimentado de papelitos con anotaciones que le hace llegar su representado, incapaz de no ser el protagonista en todos los momentos, el m¨¢s listo¡ª, que pincharon en hueso y, vieron c¨®mo, en virtud un tremendo efecto bumer¨¢n, sus preguntas en busca de contradicciones generaban respuestas que profundizaban la fosa de sus representados. Manzano, de 35 a?os, cuenta, como cont¨® en el 'As' en 2004, cuando quit¨® el velo de los ojos a tanto ingenuo encandilado por la belleza intr¨ªnseca del ciclismo, que su director, Vicente Belda Vicedo, cuando estaba de cachondeo, en sus momentos de ¡°jij¨ª-jaj¨¢¡±, les dec¨ªa: ¡°Un d¨ªa vais ladrando y otro mugiendo¡±. Un d¨ªa, quer¨ªa decir, vais con Oxyglobin (una hemoglobina artificial y peligrosa obtenida de sangre de perros) y al siguiente con Actovegin (gas bus en el argot, extracto de sangre de ternera joven).
La cara oculta del Kelme, seg¨²n Manzano
- "?bamos con un termo de acero inoxidable con hielo a la habitaci¨®n 101 del hotel A¨ªda en Torrej¨®n y Fuentes nos lo llenaba de jeringuillas y viales de EPO, y 20-30 alubias (anabolizantes)"
- En competici¨®n nos pinchaban los m¨¦dicos. En casa, siguiendo su planificaci¨®n, nos pinch¨¢bamos nosotros en vena, en la tripa o en el gl¨²teo"
- "Nos pon¨ªamos un polvo blanco en el orificio del pene cuando pas¨¢bamos control. La orina se degradaba y no se encontraba la EPO"
- "Durante un mes de EPO en d¨ªas alternos pon¨ªamos el hematocrito a 56 antes y luego nos extra¨ªan un litro de?sangre en bolsas de 500ml, que nos reinfund¨ªamos en hoteles durante las carreras"
- "Antes de que llegaran los vampiros, si ten¨ªamos el hematocrito alto lo baj¨¢bamos con alb¨²mina humana medio litro de suero en vena. Despu¨¦s, durante la etapa ten¨ªamos que tomar pastillas cuadriculadas para sudar mucho, orinar y deshincharnos"
- Belda ve¨ªa lo que hac¨ªamos como lo m¨¢s normal del mundo. '?C¨®mo va lo que te ha dado el canario?', nos preguntaba"
- "La sangre nos la llevaba al Tour la paloma mensajera, Alberto Le¨®n, al que pag¨¢bamos 3.000 euros cada uno por los riesgos que corr¨ªa. Si habl¨¢bamos all¨ª pod¨ªamos acabar en la c¨¢rcel".
- "No creo que sean nada buenas para la salud las transfusiones".
- El abogado de la defensa pregunta: ?Es usted m¨¦dico para saberlo?
- ¡ª"No, pero si lo fuera no har¨ªa las mismas..." (y le corta la jueza)
Belda, de buen humor, era un cachondo que les hablaba, como le dijo por primera vez a Manzano, un chaval¨ªn de 22 a?os, en el hotel La Patilla, de Santa Pola, que ¡°el canario le iba a trucar el motor¡± (empezar a darle EPO) y que ¡°c¨®mo iba de aceite¡± (de sangre). De mal humor, sigue Manzano, era imposible, ¡°se cagaba en tu padre¡±. La jueza, que toma notas sin parar, absorta, casi hipnotizada por el relato que le descubre de la cara oculta del deporte, levanta la vista y suplica, ¡°sin palabrotas, por favor¡±. ¡°Quer¨ªa decir¡±, aclara Manzano, ¡°que nunca se pod¨ªa hablar con ¨¦l, ni a buenas ni a malas¡±.
Este Belda era entonces, en los a?os grandes del Kelme, los de Heras o Rubiera o Sevilla, uno de los directores m¨¢s admirados de Espa?a por la agresividad de sus t¨¢cticas. ¡°Pero su t¨¢ctica se hac¨ªa en el autob¨²s, y dependiendo de ella, de cu¨¢ndo ten¨ªamos que saltar cada uno en la etapa, tom¨¢bamos una cosa u otra¡±, relata Manzano. ¡°Un d¨ªa me estaba la doctora Fuentes inyect¨¢ndome medio Trig¨®n \[corticoide\] y lleg¨® Belda y dijo: ponle uno entero, que a m¨ª no se me ha ca¨ªdo el pelo".
Manzano describe el rev¨¦s de la trama Kelme: Quiles, el patr¨®n, pagaba el doping; Belda, el director, hablaba; Joan Mas, el m¨¢nager, ejecutaba desde un despacho en Berga en cuyos cajones guardaba folios en blanco con la firma de todos los ciclistas, esclavos suyos desde ese momento; Labarta, el preparador f¨ªsico, adaptaba los planes de entrenamiento a los planes de dopaje, Yolanda Fuentes obedec¨ªa y su hermano Eufemiano ejecutaba, dirig¨ªa y callaba. Los ciclistas acataban y eran felices, sinti¨¦ndose los mejor tratados. Y tambi¨¦n sufr¨ªan. ¡°Esta era la pr¨¢ctica. Esto es lo que hay, pens¨¢bamos¡±, dice Manzano, que en una etapa del Tour se desmay¨® y se cay¨® de la bici despu¨¦s de una dosis de Oxyglobin ¡ªlos m¨¦dicos del Tour hablaron de un probable golpe de calor, como tambi¨¦n fue un golpe de calor lo que mat¨® a Simpson, cargado de anfetaminas, en el Tour del 67, o a los espa?oles Motos y Polo en la Vuelta a Portugal del 58¡ª, y al que una bolsa de sangre en mal estado ¡ªno se us¨® en el Tour y viaj¨® de vuelta a Valencia¡ª le provoc¨® tal shock anafil¨¢ctico que casi sufre una dosis de Urbas¨®n para recuperarse de manos del mismo m¨¦dico, Walter Vir¨², que se la hab¨ªa puesto. ¡°Si no lo acatabas, a la calle. Y no lo denunciamos por miedo a quedarnos sin equipo¡±.
En su ¡°flamante Porsche¡±, Fuentes transporta su botiqu¨ªn, hormona de crecimiento, insulina, IGF-1, anabolizantes, y su nevera. En ella, cuenta Manzano, pod¨ªa ir EPO o tambi¨¦n bricks de vino Don Sim¨®n o de zumos, en los que se hab¨ªa disimulado bolsas de sangre de medio litro. El canario, como Belda le llamaba a Fuentes, llegaba a la habitaci¨®n del hotel, las calentaba en una cacerola con agua caliente, descolgaba el cuadro de encima de la cama, colgaba de esa alcayata la bolsa, le clavaba la v¨ªa en un brazo al ciclista y ah¨ª le dejaba media hora, 40 minutos, hasta que se vaciaba la bolsa, hasta que se llenaran sus venas. ¡°Y en cada habitaci¨®n, un ciclista. Y su hermana Yolanda hac¨ªa la ronda para ver si iban bien las bolsas, para ver si no nos hab¨ªamos muerto¡±.
¡ª?Tiene alg¨²n certificado de que los tratamientos y sustancias que ha descrito le han provocado problemas de salud?, le pregunta a Manzano, para terminar su interrogatorio, un abogado de las defensas.
¡ª?Qu¨¦ m¨¢s certificado quiere que tenga que el no saber qu¨¦ me puede pasar de aqu¨ª a algunos a?os con todo lo que me han metido?
El eterno problema con el ingl¨¦s
A la hora de comenzar la sesi¨®n, la tercera de la tercera semana del juicio interminable, la jueza orden¨® recreo (receso, en su lenguaje). Una pausa inesperada pero obligada, y vergonzosa. Hab¨ªa empezado a declarar Yorck Olaf Schumacher, hemat¨®logo alem¨¢n, perito presentado por la acusaci¨®n de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), que hab¨ªa gastado buen dinero en su presencia, que cre¨ªa fundamental para probar que la sangre es un medicamento, que las transfusiones alegres son malas para la salud, que el proceso clandestino de congelaci¨®n, almacenamiento y transporte de sangre no garantizaba su seguridad. Sin embargo, Schumacher llevaba m¨¢s de media hora intentando hacerse entender en ingl¨¦s y el interrogatorio no hab¨ªa pasado de la tercera pregunta.
La jueza no entend¨ªa nada, la abogada de la AMA repet¨ªa una y otra vez la misma pregunta y Schumacher, fluido y elegante, repet¨ªa una y otra vez su exposici¨®n, pero la int¨¦rprete de ingl¨¦s, contratada la noche anterior por el juzgado (sus presupuestos demediados por la Comunidad de Madrid) a trav¨¦s de la empresa habitual, Seprotec, era incapaz de hilvanar m¨¢s de una frase con sentido.
Desesperada, la jueza aplaz¨® la declaraci¨®n del perito hasta ma?ana, viernes, esperando contar con un mejor int¨¦rprete. ¡°Esto es fatal para la imagen mundial de la justicia espa?ola¡±, dijo un observador internacional.
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