Lo mejor y lo peor de Sud¨¢frica
Aunque Oscar Pistorius se salve de la condena de cadena perpetua obligatoria en Sud¨¢frica en caso de que se le encuentre culpable de asesinato premeditado, aunque ¡ªpor poco probable que hoy parezca¡ª lograse su libertad, lo que nunca recuperar¨¢ es su reputaci¨®n. Independientemente de lo que dicte la ley, condenado ya est¨¢ a pasar el resto de sus d¨ªas como una triste sombra de la figura cuya valent¨ªa y perseverancia encandil¨® al mundo.
Su historia de superaci¨®n no tiene igual en la historia del deporte, terreno siempre tan poblado de mitos, de personajes que han vencido desaf¨ªos imposibles en su ruta a la gloria. Le amputaron las piernas por debajo de las rodillas cuando ten¨ªa 11 meses y el a?o pasado compiti¨® casi de igual a igual en los Juegos Ol¨ªmpicos de Londres contra los seres humanos m¨¢s veloces del planeta. Nadie puede permanecer imp¨¢vido ante semejante haza?a. Y menos en Sud¨¢frica.
Si pod¨ªa competir con los mejores, ?qu¨¦ glorias les esperar¨ªan a sus compatriotas?
Hasta que fue detenido por la muerte de su novia, Reeva Steenkamp, en el d¨ªa de San Valent¨ªn, la historia de Pistorius hab¨ªa sido el reflejo de su naci¨®n. O de la narrativa nacional a la que los sudafricanos aspiran. Naci¨® en 1986 en un pa¨ªs traumatizado por casi 40 a?os de apartheid en el que cada d¨ªa se libraban violentas batallas entre militantes negros y la polic¨ªa. Nelson Mandela permanec¨ªa en la c¨¢rcel, la democracia era un objetivo inimaginable y todo apuntaba a una guerra racial. Ocho a?os m¨¢s tarde el apartheid hab¨ªa dejado de existir, Mandela era presidente, el joven Oscar jugaba al rugby con piernas artificiales y una nueva era hab¨ªa comenzado en la que los sudafricanos so?aban con superar el cruel legado del pasado y forjar una naci¨®n grande, mundialmente competitiva, en la que reinara la paz y la igualdad. El sue?o a¨²n no se ha realizado pero Pistorius, el Pistorius que conoc¨ªamos hasta el jueves por la ma?ana, hab¨ªa se?alado el camino a seguir. Si ¨¦l era capaz de lograr la igualdad en la pista de los 400 metros, si ¨¦l pod¨ªa competir con los mejores, ?qu¨¦ glorias podr¨ªan estar al alcance del resto de sus compatriotas?
Pistorius se convirti¨® en un icono nacional, en un ejemplo. Como con todos los dem¨¢s deportistas sudafricanos triunfadores el color de su piel era irrelevante. Blancos y negros, mestizos o gente de origen hind¨² asumieron como suyos a grandes jugadores de rugby como Francois Pienaar o Bryan Habana, o a estrellas del cr¨ªquet mundial como Hashim Amla o Makhaya Ntini. Pero Pistorius, como s¨ªmbolo de orgullo nacional, ocupaba otra categor¨ªa. En un contexto muy diferente al de Mandela, pero no sin sus similitudes, inspir¨® a sus compatriotas, alimentando una imagen que los sudafricanos siempre les ha gustado tener de s¨ª mismos como gente combativa capaz de sobrevivir a cualquier percance.
Lo que hizo a su novia es lo que todos los sudafricanos temen que alguien les haga
Pero hoy Pistorius se ha convertido en el s¨ªmbolo de lado oscuro de Sud¨¢frica, delatando las sombras que los sudafricanos m¨¢s temen y que preferir¨ªan mantener ocultos del resto del mundo. Lograron hacerlo, o al menos encubrirlo, durante el Mundial de f¨²tbol de 2010, un evento bien organizado y libre de la delincuencia que tantos hab¨ªan temido. La verdad, sin embargo, es que Sud¨¢frica es uno de los pa¨ªses m¨¢s violentos de la tierra, con uno de los ¨ªndices de homicidio m¨¢s altos. Lo que Pistorius le hizo a su novia ¡ªo al menos lo que la polic¨ªa cree que le hizo¡ª es lo que todos los sudafricanos temen que alguien les haga a ellos. A la enorme consternaci¨®n que ha provocado en Sud¨¢frica la noticia del asesinato de Reeva Steenkamp, se suman sentimientos m¨¢s profundos de decepci¨®n y dolor. Porque, aparte del da?o a la imagen de Sud¨¢frica fuera del pa¨ªs, lo que ha hecho la tr¨¢gica y brutal ca¨ªda de su mito es da?ar la imagen que los sudafricanos quisieran tener de ellos mismos. El desconcierto es total. Si la polic¨ªa no ha cometido un error atroz, si resulta ser verdad que Pistorius mat¨® intencionadamente a su novia, el desenlace final de esta historia ser¨¢ que un hombre que parec¨ªa representar lo mejor de Sud¨¢frica ser¨¢ recordado como alguien que representaba lo peor.
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