Una pausa, Ricardo
Cuando los espacios se achican, cuando el contragolpe fracasa, cuando el rival se acomoda en defensa y el pase ya no es esa opci¨®n tan obvia que hasta mi perro se acerca a la pantalla a se?alar al receptor con el hocico, es el momento para la creatividad. El jugador creativo rompe los esquemas, se sale de la norma. Con una decisi¨®n imaginativa reabre espacios que parec¨ªan sellados para siempre.
La creatividad se puede apreciar en encaradas, gambetas y desmarques sorpresivos, en paredes improbables y en no previstos pases, pero siempre viene acompa?ada de un delicado manejo de los tiempos. Se expresa en acciones que suceden cuando nadie las espera. Si vemos que un jugador ostenta ese dominio de la pelota en relaci¨®n con el espacio, el resto de los jugadores y el tiempo, decimos que el tipo sabe hacer la pausa. O sea, que sabe cu¨¢ndo debe tocar de primera, cu¨¢ndo acelerar, cu¨¢ndo frenar y, sobre todo, que entiende perfectamente cuando esperar no significa perder tiempo. Un concepto nada nuevo teniendo en cuenta que ya Octavio, primer Emperador del Imperio Romano, hablaba de ¡°apresurarse lentamente¡±. Un hermoso ox¨ªmoron que 1.800 a?os despu¨¦s dar¨ªa pie al famoso ¡°v¨ªsteme despacio que estoy apurado¡±, la frase m¨¢s futbolera de Napole¨®n.
La pausa, en fin, es ponerse las medias antes que los zapatos
Vestirse despacio para vestirse de prisa es un recurso enga?oso para jugar a la pelota. Parece al alcance de todos, pero lo dominan unos pocos. No requiere una excesiva velocidad de ejecuci¨®n ni grandes dotes f¨ªsicas, pero s¨ª una afinada combinaci¨®n de t¨¦cnica, visi¨®n satelital y, sobre todo, dominio del tempo. No debemos confundir pausa con lentitud. La pausa mal entendida disminuye el ritmo de juego, lo estanca. Mirar un partido de esos en que todos los jugadores se creen due?os de la pausa es fumarse El Hobbit al ralent¨ª. Por el contrario, la pausa justa espera al juego para que este no se tropiece con s¨ª mismo. Lo desenreda, lo agiliza y lo hace legible.
A la inversa que el ralent¨ª, la c¨¢mara r¨¢pida es una t¨¦cnica cinematogr¨¢fica que disminuye la velocidad de filmaci¨®n, normalmente de 24 cuadros por segundo. Luego, el plano proyectado da la impresi¨®n de que la acci¨®n esta acelerada porque dura menos que en el tiempo real. Este tiempo virtual es un recurso muy usado, por ejemplo, para mostrar el ritmo de vida vertiginoso en las ciudades modernas. Hacer la pausa en f¨²tbol ser¨ªa devolver la velocidad de filmaci¨®n a su ritmo normal. Acoplar otra vez ese tiempo virtual acelerado en el que derivan los partidos con el tiempo real, como en un montaje de Tony Scott. Volver a jugar a 24 cuadros por segundo.
La pausa, en fin, es ponerse las medias antes que los zapatos. Eso que le falt¨® al Madrid la segunda parte contra el United y le sobr¨® al Barcelona en Mil¨¢n todo el partido. Es el freno que liber¨® a Messi de los centrales del Sevilla para marcar el gol. Es esa sutileza que ?zil tiene, pero insiste en negarse cuando se deja llevar por la marea de terminar jugadas antes de empezarlas. Es la madurez que alcanza Di Mar¨ªa despu¨¦s de los 70 minutos, cuando el ¨¢cido l¨¢ctico lo obliga a pensar mejor.
La pausa perfecta son esas tres mil¨¦simas que el s¨¢bado le compr¨® Ricardo Kak¨¢ a Cristiano antes de mandarle la pelota al hueco en el segundo gol. El mismo Kak¨¢ que, antes de la aparici¨®n de Messi, manejaba mejor que nadie en el mundo esa combinaci¨®n de aceleraci¨®n y pausa. El mismo Kak¨¢ que, en los pr¨®ximos partidos, puede volver a ser tan importante para el Real Madrid como en sus mejores a?os.
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