Giggs, eterno y camale¨®nico

Cuando Ryan Giggs (Cardiff, Gales, 1973) debut¨® en el Manchester United, el 2 de marzo de 1991 (una derrota 2-0 frente al Everton), su compa?ero y portero De Gea ten¨ªa tres meses. Y el centrocampista Phil Jones no hab¨ªa nacido. Su ¨²nico entrenador en Old Trafford estos 22 a?os, sir Alex Ferguson, le ha reservado una cita tan her¨¢ldica como la de hoy ante el Real Madrid, en la vieja Copa de Europa, para que cumpla 1.000 partidos como profesional, una cifra reservada a los semidioses: m¨¢s de cinco lustros en la ¨¦lite sin haber recibido una sola tarjeta roja.

Hubo porteros antes que pasaron de las 1.000 participaciones (Peter Shilton, Ray Clemence, Pat Jennings y David Seaman), pero solamente otros dos futbolistas de campo: Tony Ford y el escoc¨¦s Graham Alexander, dos volantes que se patearon un pu?ado de clubes de segunda fila. Muy lejos de otros grandes de la Premier como Shearer (797), Henry (773), Bergkamp (743), Vieira (728), Tony Adams (735) o Gerrard (722).

Aquel Giggs, de 17 a?os, sustituy¨® en el minuto 35 al lesionado lateral izquierdo Denis Erwin. Desde entonces ha marcado en cada una de las 23 temporadas en la Liga inglesa: 164 goles para el United. Aunque su debut coincidi¨® con tiempos de penuria en Old Trafford. El United ven¨ªa de siete encuentros sin ganar y la ciudad era conocida por Madchester [mad, loco en ingl¨¦s], en pleno proceso de desindustrializaci¨®n, lejos de la moderna metr¨®poli de ahora, llena de apartamentos estilosos, puentes de Calatrava y torres de cristal. Su ilusi¨®n juvenil contrastaba con el aire deprimente del equipo, en el quinto curso de Alex Ferguson, una convivencia no siempre f¨¢cil con el m¨¢nager. ¡°Sir Alex fue muy duro en los primeros a?os. Me empujaba al borde del abismo. Ahora por fin se ha relajado¡±, confes¨® el jugador al diario As.

Era un l¨ªder en el vestuario.? Siempre alegre. Tiene car¨¢cter y personalidad¡± Ricardo, jugador del Osasuna

¡°Era rapid¨ªsimo con el bal¨®n en los pies¡±, recuerda el portero de Osasuna Ricardo, que coincidi¨® con ¨¦l en la campa?a 2002-03. ¡°Y un l¨ªder en el vestuario de aquella generaci¨®n de Beckham, Scholes y los Neville. Siempre alegre. Tiene car¨¢cter y personalidad¡±. Scholes es su mejor amigo. Ambos han evolucionado a medida que el tiempo moldeaba su cuerpo, pero la m¨¢s abrupta ha sido la trasformaci¨®n de Giggs: de un extremo puro, de velocidad y regate, ha pasado a un volante o mediocentro de control y pase, uno de los mejores pasadores de la Liga.

La zancada la hered¨® de su padre, Danny Wilson, jugador de rugby originario de Sierra Leone, que abandon¨® a la familia en plena adolescencia de Ryan. Cuando el chico lleg¨® a los 13 a?os al United ya era una sensaci¨®n del f¨²tbol juvenil, conocido como Ryan Wilson, apellido al que renunciar¨ªa por la posterior mala relaci¨®n con el padre. El mestizo Giggs ser¨ªa v¨ªctima del racismo seg¨²n denunci¨® despu¨¦s. A los seis a?os, hubo de dejar Cardiff, donde viv¨ªan sus abuelos, para acompa?ar a su padre, fichado por el Swinton, en Manchester. Desde la ventana de su despacho, Ferguson avist¨® al el¨¦ctrico Ryan marcar un triplete con los Salford Boys al United sub 15. Poco despu¨¦s, el 29 de noviembre de 1987, al cumplir 14 a?os, Ferguson se plant¨® en su casa y lo fich¨® para siempre. Formar¨ªa un grupo juvenil de ¨¦lite con Beckham, Nicky Butt y los hermanos Neville.

Claro que no todo fue de color de rosa. A principios del milenio baj¨® su rendimiento y Old Trafford le dedic¨® alg¨²n reproche. Estaba cambiando la piel de su juego. Tampoco escap¨® del acoso de la prensa sensacionalista, sobre todo a ra¨ªz de que el Daily Star ventilase en 2011 una supuesta aventura extramatrimonial con la novia de su hermano. Durante meses estuvo en la diana del amarillismo.

Pasada esa tormenta, la mayor decepci¨®n se remonta a la de la final de Champions de 2009 en Roma ante el Barcelona. ¡°En esa final no jugamos. No jugamos. Es la peor sensaci¨®n¡±, record¨® el jugador en The Guardian, tal fue la superioridad del conjunto de Pep Guardiola. O cuando, hace tres campa?as, el Chelsea le arrebat¨® la Liga y la Copa inglesa. ¡°Est¨¢s de vacaciones con los ni?os y no puedes evitarlo: est¨¢s jodido. No quieres volver a sentir eso otro verano¡±.

La mayor decepci¨®n se remonta a la de la final de Champions de 2009 en Roma ante el Barcelona. ¡°En esa final no jugamos. No jugamos. Es la peor sensaci¨®n¡±

Como un homenaje a su infancia, Giggs prefiri¨® alinearse con Gales en vez de Inglaterra. Comprendi¨® la diferencia entre estar rodeado de grandes futbolistas (en el United) o de otros mucho m¨¢s discretos (en la selecci¨®n galesa, 64 veces internacional). ¡°No es f¨¢cil cuando no tienes tanta calidad a tu alrededor¡±. De los ciento y pico compa?eros que lo han acompa?ado en Old Trafford, Giggs elige a Bryan Robson (¡°si ¨¦l jugaba contigo, sab¨ªas que no ibas a perder¡±); Paul Scholes (¡°nunca vi a nadie hacer parecer tan f¨¢cil el juego¡±) y Roy Keane (¡°te hac¨ªa sentir invencible¡±). Por supuesto, Giggs disfrut¨® del esplendor del triplete del Manchester en 1999, cuando conquist¨® la Liga, la Copa inglesa y la Champions en Barcelona, remontando al final la ventaja del Bayern de M¨²nich. Y de su segunda Copa de Europa, esta vez ante el Chelsea en 2008, anotando uno de los goles del United en la tanda de penaltis.

Su referencia infantil no pod¨ªa otra que el fascinante George Best, de quien recibi¨® el dorsal 11 y parte de su talento en el campo, pero no su pulsi¨®n autodestructiva fuera de ¨¦l. Best se retir¨® a los 27 a?os y a los 23 ya hab¨ªa dejado de ser una estrella, v¨ªctima de todo tipo de excesos. Giggs, a los 39, ha renovado un a?o m¨¢s en Old Trafford. No tiene ninguna raz¨®n para retirarse. Es uno de los mejores en las pruebas f¨ªsicas del equipo, esculpe su cuerpo, practica el yoga y sigue las directrices alimentarias de los cinco nutricionistas del club. En esa longevidad extrema se parece a Stanley Matthews, otro gigante ingl¨¦s que jug¨® hasta los 50 a?os sin ser expulsado ni una sola vez. Hacia ese Olimpo camina Ryan Giggs.