Cabeza de turco
La Regla 12 enumera los requisitos b¨¢sicos para sancionar una falta. Inmediatamente despu¨¦s explica los tipos de sanci¨®n y dice: ¡°Imprudente significa que el jugador muestra falta de atenci¨®n o consideraci¨®n al jugar contra un adversario, o que act¨²a sin precauci¨®n. No ser¨¢ necesaria una sanci¨®n disciplinaria adicional si la falta se considera imprudente¡±. ¡°Temeraria significa que el jugador realiza la acci¨®n sin tener en cuenta el riesgo o las consecuencias para su adversario. Un jugador que act¨²a de manera temeraria deber¨¢ ser amonestado¡±. ¡°Con uso de fuerza excesiva significa que el jugador se excede en la fuerza empleada, corriendo el riesgo de lesionar a su adversario. Un jugador que emplee fuerza excesiva deber¨¢ ser expulsado¡±.
De m¨¢s est¨¢ decir que la interpretaci¨®n m¨¢s grave elimina la anterior. Si el ¨¢rbitro considera que la entrada fue ¡°temeraria¡± es evidente que tambi¨¦n fue ¡°imprudente¡±. De la misma forma, si considera que un jugador emple¨® fuerza excesiva no puede limitarse a amonestarlo por actuar de manera temeraria. Debe expulsarlo. M¨¢s adelante, la misma Regla 12 hace una aclaraci¨®n sobre el juego brusco grave: ¡°Un jugador ser¨¢ culpable de juego brusco grave si emplea fuerza excesiva o brutalidad contra su adversario en el momento de disputar el bal¨®n en juego. Una entrada que ponga en peligro la integridad f¨ªsica de un adversario deber¨¢ ser sancionada como juego brusco grave. Todo jugador que arremeta contra un adversario en la disputa del bal¨®n de frente, por un lado o por detr¨¢s, utilizando una o ambas piernas con fuerza excesiva y poniendo en peligro la integridad f¨ªsica del adversario, ser¨¢ culpable de juego brusco grave¡±.
La tarjeta roja mostrada a Nani en Manchester se atiene totalmente al reglamento
¡°Es m¨¢s f¨¢cil desintegrar un ¨¢tomo que un prejuicio¡±, dec¨ªa Einstein, que no tuvo que sentarse en Old Trafford para darse cuenta. El f¨²tbol est¨¢ lleno de falsas creencias. Incluso los futbolistas a veces repetimos como mantras argumentos que nos impiden avanzar en el razonamiento. ¡°Fui al bal¨®n¡± es uno de esos. ¡°No lo vi¡± es otro. Es imposible un debate serio sobre la acci¨®n que defini¨® el curso del partido en Manchester si todav¨ªa hay quien sostiene que Nani no tuvo intenci¨®n de golpear a Arbeloa. ?Qu¨¦ importa si quiso jugar el bal¨®n? ?Qu¨¦ importa si no vio a Arbeloa? ?En d¨®nde se habla de juzgar las intenciones? De hecho, la decisi¨®n de omitir el juicio de intenciones en el reglamento (salvo para juzgar las manos, acciones que no acarrean riesgo f¨ªsico al adversario) es deliberada. Existen dos razones claras: una es la imposibilidad de meterse en la cabeza del jugador. La otra es que la falta de intenci¨®n en una acci¨®n exime del dolo pero no de la culpa, en sentido jur¨ªdico, sobre las consecuencias de esta.
Hay una l¨ªnea divisoria muy fina a la hora de juzgar si una acci¨®n es ¡°temeraria¡± o de ¡°juego brusco grave¡±. Hace casi dos a?os, Pepe fue expulsado contra el Barca en semifinales de Champions. Con aquella entrada sobre Alves, se expuso a una tarjeta naranja. Qued¨® a merced de la interpretaci¨®n del ¨¢rbitro. Esta acci¨®n de Nani dej¨® al juez menos margen de maniobra que aquella de Pepe. Ambas nos sirven, de paso, para compararlas con aquel grueso error de Webb que pudo cambiar la final del ¨²ltimo Mundial.
Es cierto que la expulsi¨®n de Nani cambi¨® el partido y alter¨® el espect¨¢culo y que lo ideal para el Madrid hubiera sido ganar en igualdad de condiciones. Tan cierto como que las quejas en caliente de Ferguson y jugadores e hinchas rojos se entienden perfectamente dentro de ese contexto. Menos entendible es que, d¨ªas despu¨¦s, insistamos en culpar al ¨¢rbitro por mostrar una tarjeta roja que se atiene totalmente al reglamento.
No puedo evitar imaginarme al turco C¨¹neyt ?akir en su casa, persiguiendo un ¨¢tomo con un martillo.
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