¡°A Vettel siempre le protegen¡±
Webber carga en el podio contra su compa?ero, que le adelant¨® en una maniobra peligrosa para ganar la carrera pese a que Red Bull hab¨ªa dado ¨®rdenes de lo contrario
Si hay algo que no se puede cuestionar de Mark Webber es que es todo un caballero. Despu¨¦s de la quina que lleva tragando en Red Bull desde que hace cuatro a?os le colocaron al lado a Sebastian Vettel, uno de los iconos m¨¢s representativos de la compa?¨ªa energ¨¦tica, si este australiano con porte de gentleman driver no ha perdido la chaveta es realmente para felicitarle. Otro, en su lugar, pongamos por caso Lewis Hamilton o Fernando Alonso, probablemente la habr¨ªa liado gorda en su propio taller.
A los 36 a?os, Webber empieza a ser consciente de que su etapa en la f¨®rmula 1 se agota, y seguramente por eso prefiere abandonarla con buen sabor de boca, de forma elegante, como es ¨¦l, sin hacer demasiado ruido. Y eso que motivos para armar un buen jaleo acumula de sobras. Este curso, sin ir m¨¢s lejos, ha salido trasquilado en los dos grandes premios que se han disputado hasta ahora. En Melbourne, el domingo pasado, se qued¨® clavado en la salida por culpa de un apag¨®n en la centralita de su b¨®lido, y este s¨¢bado, ya en Malasia, los t¨¦cnicos se olvidaron de ¨¦l en el momento clave de la cronometrada, de modo que se qued¨® sin un ¨²ltimo intento de vuelta r¨¢pida.
Me dijeron que la carrera hab¨ªa acabado y baj¨¦ revoluciones¡±, explic¨® el australiano
Cuando a mediados de la temporada pasada prolong¨® su contrato era plenamente consciente del papel que le iba a tocar jugar como escudero, un rol bastante ingrato porque el tricampe¨®n del mundo m¨¢s joven de la historia es una criatura insaciable con cara de ¨¢ngel y dientes de tibur¨®n. Vettel se impuso esta vez por delante de su vecino en un gran premio disparatado, capaz de volver medio tarumba incluso a Lewis Hamilton (tercero), al que en el momento de m¨¢s traj¨ªn, el primer cambio de gomas, se le olvid¨® que hab¨ªa fichado por Mercedes y enfil¨® el taller de McLaren, un patinazo que se convirti¨® en el mejor reflejo de lo que fue el arranque de la carrera. De all¨ª no pas¨® Fernando Alonso, que en la segunda curva roz¨® con el aler¨®n delantero de su Ferrari el trasero del monoplaza de Vettel, y que en una decisi¨®n arriesgada sigui¨® rodando con ¨¦l colgando en vez de entrar a cambiarlo. Segundos despu¨¦s, el espa?ol perdi¨® el control en plena recta, se fue derecho y termin¨® varado en la grava de la escapatoria. Alonso regres¨® al taller y desde all¨ª vio el explosivo desenlace de una prueba deliciosa que concluy¨® con el primer doblete para Red Bull, y con el papel¨®n del corredor de Heppenheim en el podio, desde donde le pidi¨® perd¨®n a su compa?ero por haberle saltado a la yugular (46? giro) cuando desde el muro le hab¨ªan dado el alto un par de vueltas antes.
Baby Schumi enga?a. Su gesto de empoll¨®n no es m¨¢s que la cara m¨¢s amable de un joven con una ambici¨®n desorbitada. No tiene problemas en disculparse pero lo hace despu¨¦s de ganar, aunque ello le obligue a saltarse a las bravas las ¨®rdenes del equipo, que hab¨ªa dado la refriega por terminada en una comunicaci¨®n previa. Simon Rennie, ingeniero de pista de Webber, le pidi¨® a su chico que rebajara el r¨¦gimen del motor para no forzar la m¨¢quina. Lejos de interpretarlo como una tregua definitiva, Vettel lo aprovech¨® para soltarle un navajazo letal que a punto estuvo de terminar con los dos RB9 fuera de combate y con Adrian Newey, el padre de la criatura, con un soponcio. ¡°Esto que est¨¢s haciendo es est¨²pido Sebastian, ?venga!¡±, le ri?¨® por la radio Guillaume Rocquelin, su gu¨ªa, poco antes de la maniobra que le dio la batuta.
Pens¨¦ que ten¨ªa m¨¢s ritmo. Quise ponerme al frente. Met¨ª la pata¡±, admiti¨® el alem¨¢n
La gresca termin¨® como casi todas las que han mantenido hasta ahora, esto es, con el germano levantando el dedo ¨ªndice en se?al de victoria y su colega con un cabreo monumental, una peineta a su compa?ero y mordi¨¦ndose la lengua, cosa que cada vez hace menos. ¡°Despu¨¦s de la ¨²ltima parada, me dijeron que la carrera hab¨ªa terminado y por eso rebaj¨¦ las revoluciones. Yo tambi¨¦n quiero correr, pero alguien tom¨® una decisi¨®n. Cuando eso ocurre, el protocolo pasa por conservar al m¨¢ximo los neum¨¢ticos y devolver los dos coches al taller¡±, dijo Webber. ¡°Esta vez Seb tom¨® su propia decisi¨®n, pero como de costumbre le proteger¨¢n, as¨ª va esto¡±, solt¨® el integrante m¨¢s veterano de la parrilla, que una vez m¨¢s, como ya le ha ocurrido tantas veces, sali¨® escaldado del duelo con su compa?ero.
¡°En ese momento pens¨¦ que ten¨ªa m¨¢s ritmo que ¨¦l pero comet¨ª un grave error. Deb¨ªamos haber permanecido en las posiciones en las que est¨¢bamos. No ignor¨¦ las ¨®rdenes a prop¨®sito pero met¨ª la pata y quise ponerme al frente¡±, le respondi¨® Vettel. ¡°El resultado ya no se puede cambiar. S¨¦ que est¨¢ muy molesto y por eso hablar¨¦ con ¨¦l a solas, pero quiero ser honesto y disculparme¡±, zanj¨® el Ni?o Maravilla de Red Bull, que con este triunfo ya acumula 27 en su palmar¨¦s, como Jackie Stewart.
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