Fallece Miguel Poblet, el divino calvo
El primer ciclista espa?ol que am¨® las cl¨¢sicas: gan¨® dos San Remo, 20 etapas en el Giro, fue ¡®maillot¡¯ amarillo en el Tour, el primero
Era un ritual. Todos los d¨ªas de Mil¨¢n-San remo que terminaban con ?scar Freire sepultado bajo un ramo de flores era obligatorio e inevitable acordarse de Miguel Poblet como uno se acuerda de un santo patr¨®n, con agradecimiento y devoci¨®n, y llamarle por tel¨¦fono para alegrarle el d¨ªa, para escuchar su felicidad y su memoria. Por eso, este s¨¢bado, cuando se supo que Poblet hab¨ªa muerto en Barcelona, lo primero que hab¨ªa que hacer, casi lo ¨²nico, era llamar a Freire. ¡°Se va un corredor que marc¨® un camino¡±, dijo enseguida el c¨¢ntabro, reci¨¦n retirado. ¡°Fue el primero al que se le dieron bien las cl¨¢sicas. El primer espa?ol que aprendi¨® a amarlas, y a ganarlas¡±.
Pod¨ªa haber a?adido muchas m¨¢s cosas Freire, de Torrelavega, sobre Poblet, de Montcada i Reixac (Barcelona), y sobre las cl¨¢sicas, sobre su Mil¨¢n-San Remo, la de ambos, sobre todo. Podr¨ªa haber dicho tambi¨¦n que Poblet fue el primer espa?ol que gan¨® la ¡®classicissima¡¯ (y en dos ocasiones: 1957 y 1959) y que hasta que ¨¦l, Freire, no lo volvi¨® a hacer hace nada, cuatro d¨¦cadas m¨¢s tarde (y tres veces), ning¨²n otro espa?ol volvi¨® a triunfar en V¨ªa Roma. ¡°Hablaba con ¨¦l siempre que se acercaba la San Remo, y me daba consejos, buenos consejos, y su mujer, Rosita, se los daba a mi mujer, sobre como ser la mujer de un ciclista, todo el d¨ªa viajando, todo el tiempo en el extranjero. Y fue un gran apoyo moral para m¨ª: ¨¦l fue el primero que se alegr¨® de que yo existiera, como si fuera el hijo o el nieto que no tuvo. ?l estaba orgulloso de que yo, otro espa?ol, pudiera ganar las grandes cl¨¢sicas. Independientemente de que fuera un gran ciclista, un campe¨®n, que lo era, Poblet fue una gran persona, muy buena gente¡±.
Fue el primero al que se le dieron bien las cl¨¢sicas y que aprendi¨® a amarlas, y a ganarlas" ?scar Freire
Miguel Poblet, predestinado, el primer gran Miguel del ciclismo espa?ol, el primero al que se apod¨® ¡®Mig¡¯, como los cazas sovi¨¦ticos, por su velocidad, naci¨® en un taller de bicicletas, hijo de un padre obsesionado con el ciclismo que quer¨ªa que su hijo fuera el mejor escalador del mundo. Le obligaba a subir todos los d¨ªas del a?o una cuesta de 300 metros y tremendo porcentaje en las afueras de Montcada, as¨ª que Miguel se hizo escalador, pese a su f¨ªsico, de imponente musculatura, compacta y dura. Antes que ¡®pistard¡¯, que espr¨ªnter, que rodador, Miguel Poblet se acostumbr¨® a ganar campeonatos de Espa?a de monta?a. Simplemente, llevaba la contraria a la f¨ªsica. Y si no consigui¨® ser futbolista, tampoco se transform¨® en sufrido escalador como sus antecesores Ca?ardo, Trueba y Berrendero. Poblet fue un ni?o prodigio al que hubo que falsificar la licencia ¨Cadelantar a 1926 su a?o de nacimiento, que en realidad fue 1928, el 18 de marzo¡ªporque a los 16 a?os ya se le hab¨ªa quedado peque?o su mundo y s¨®lo pod¨ªan tener categor¨ªa de aspirantes quienes hubieran cumplido los 18. Poco despu¨¦s empez¨® a ser conocido, a ser reverenciado tambi¨¦n, como el ¡®beb¨¦ de Montcada¡¯.
Poblet fue el cuarto hombre del ciclismo espa?ol de los a?os 50, el del renacimiento. Estaban entonces Bernardo Ruiz, que gan¨® etapas y subi¨® al podio del Tour de Coppi en el 52; estaba Loro?o, el ¨ªdolo vasco; estaba, sobre todos, Federico Bahamontes, del 28 como Poblet, el primer espa?ol que gan¨® el Tour; y estaba Poblet, que no se parec¨ªa a ninguno, que no era escalador, como la raza exig¨ªa, sino ¡®sprinter¡¯ y calvo. ¡°Un fen¨®meno que naci¨® para ganar¡±, dice Bernardo Ruiz, tres a?os mayor y a¨²n sano y fuerte en Orihuela, en su casino, en sus tertulias, que rompe a llorar casi cuando recibe la noticia, recita la lista de equipos en que coincidieron, UD Sans, Faema, Ignis, y recuerda que se casaron casi el mismo d¨ªa y que hicieron el viaje de novios juntos, Bernardo y su Margarita, Miguel y su Rosita, por Granada, Murcia, Sevilla, Madrid y hasta Barcelona. ¡°Y eso de que no era escalador, vamos a dejarlo: gan¨® tres campeonatos de Espa?a de monta?a y hasta coron¨® un a?o el primero el Tourmalet¡ Lo que pasa es que solo se prodigaba para ganar etapas¡±.
Los ciclistas ¨¦ramos jornaleros que solo empez¨¢bamos a ganar dinero cuando nos retir¨¢bamos" Bernardo Ruiz
Etapas ganaba como quer¨ªa. De Peter Sagan, el fen¨®meno de ahora, se hablaba y no se paraba el pasado Tour porque en su debut hab¨ªa ganado la primera etapa. Y eso fue justamente lo mismo que hizo Poblet en el Tour de 1955: gan¨® la primera etapa, la de su debut en la ¡®grande boucle¡¯, y se convirti¨® en el primer espa?ol que en la historia visti¨® el ¡®maillot¡¯ amarillo (una prenda de lana fin¨ªsima que guardaba apolillada en una caja en su tienda de bicicletas Poblet); y por si fuera poco, gan¨® tambi¨¦n la ¨²ltima, en el vel¨®dromo del Parque de los Pr¨ªncipes de Par¨ªs. Triunf¨® en Francia ¨Csu primer gran equipo, en 1954, fue La Perle de Francis P¨¦lissier y el imberbe Jacques Anquetil--, pero la verdadera patria ciclista de Poblet, donde fue m¨¢s querido y m¨¢s conocido incluso que en Espa?a, m¨¢s valorado, fue Italia. Despu¨¦s de un par de a?os en el Faema espa?ol de Miguel Torell¨® y Botella, Ruiz, Serra, Gual, Gelabert, Cap¨®¡, Poblet emigr¨® a Italia en 1957, al Ignis de Varese, que no solo era un equipo de baloncesto sino algunos a?os un gran equipo ciclista con camiseta amarilla y corredores como Poblet ¨Capodado entonces el divino calvo y tambi¨¦n ¡®la flecha amarilla¡¯-- y Ercole Baldini. All¨ª Poblet logr¨® la amistad m¨¢xima del due?o de la empresa, il commendatore Giovanni Borghi, un Lancia descapotable, un frigor¨ªfico el¨¦ctrico Ignis (uno de los primeros modelos que llegaron a Espa?a, la Espa?a de los a?os 50, de antes del desarrollismo), dos Mil¨¢n-San Remo y el amor de la afici¨®n italiana, a la que regal¨® 20 victorias en sus seis participaciones en el Giro (y alguna ¡®maglia¡¯ rosa, y un sexto puesto final en tres ocasiones) e incontables duelos con los grandes de la ¨¦poca, con los dos Rik, Van Steenbergen y Van Looy, con Darrigade¡
Contra ellos peleaba en desigualdad de fuerzas, como Freire 40 a?os despu¨¦s. Los dos belgas, sobre todo, eran ¡®sprinters¡¯ de tren, que necesitaban compa?eros y espacio para alcanzar la m¨¢xima velocidad. Poblet, a su lado, era un gato, sin equipo se infiltraba, se pegaba a su rueda, les saltaba sobre la l¨ªnea con su inigualable golpe de ri?ones y el brazo derecho al aire. Y esos eran los consejos que le daba a Freire: no te dejes ver hasta el momento decisivo, esc¨®ndete, que no te d¨¦ el aire, calcula tu distancia, que nunca te vean los rivales hasta que seas inevitable¡
Y Poblet casi siempre llegaba a tiempo para levantar el pecho y bajar los ri?ones moviendo como un molinillo ¨Cvirtud t¨¦cnica que le ense?¨® su entrenador particular, masajista y dietista, Joaqu¨ªn Rubio¡ª un tremendo desarrollo (52/14) en los ¨²ltimos metros. Y si no, se quedaba muy cerca, como los 10 cent¨ªmetros que le faltaron en el vel¨®dromo de Roubaix para adelantar a L¨¦on van Daele en el final de la Par¨ªs-Roubaix del 58 ¨Cla prepar¨® en las calles de Barcelona, entonces empedradas-, la vez que m¨¢s cerca ha estado un espa?ol, con permiso de Flecha, de ganar el ¡®infierno del Norte¡¯.
Y Poblet fue hombre Ignis toda la vida, pues cuando se cans¨® de pedalear se llev¨® de Varese a Barcelona un cami¨®n lleno de neveras y lavadoras Ignis que vendi¨® en un santiam¨¦n, y tantos camiones y tan bien vend¨ªa que acab¨® montando una f¨¢brica. ¡°Por entonces¡±, recuerda Bernardo Ruiz, el primero tambi¨¦n que le anim¨® a irse a Italia, ¡°los ciclistas ¨¦ramos jornaleros que solo empez¨¢bamos a ganar dinero cuando nos retir¨¢bamos. Y as¨ª le pas¨® a Poblet¡±.
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