Golpe de estado de Dimitrov
El b¨²lgaro deja mudo a Djokovic, 7-6, 6-7 y 6-3 en un partido vibrante y en el que el p¨²blico silb¨® en varios momentos al n¨²mero uno
Cuando cae el tel¨®n, Grigor Dimitrov emerge victorioso (7-6, 6-7 y 6-3 en 3h 05m) frente a Novak Djokovic en un partido para fuertes. Silba la grada al n¨²mero uno. Se golpea Nole el pecho con la raqueta mientras el p¨²blico alienta a su contrario (¡°?Dimitrov! ?Dimitrov!¡±). El b¨²lgaro no se amedrenta frente a la carga del mejor tenista del planeta. Sobrevive con tiros rebosantes de talento a los zarpazos del rey del tenis y a su propia mala cabeza: pierde el saque cuando sirve para abrochar la primera manga; cede break de ventaja en la segunda; y concede dos pelotas de rotura en la tercera cuando ya va por delante. Es Dimitrov contra s¨ª mismo y Dimitrov contra una fiera, Nole, que se grita a s¨ª mismo por las esquinas mientras se duele de un tobillo. Finalmente, el b¨²lgaro levanta los brazos entre calambres, con Djokovic asfixiado por sus tiros, reverberantes de grandeza. Bajo los focos que iluminan la noche de Madrid se produce un golpe de estado.
Tras la final de Montecarlo (en la que derrot¨® a Rafael Nadal), no me entren¨¦ durante 12 d¨ªas por mis problemas en el tobillo (...) Todo el m¨¦rito es de mi oponente Novak Djokovic
¡°Tras la final de Montecarlo (en la que derrot¨® a Rafael Nadal), no toqu¨¦ la raqueta durante 12 d¨ªas. No sab¨ªa si vendr¨ªa o no a Madrid por mis problemas en el tobillo¡±, dice luego Djokovic, que siente dolores en la articulaci¨®n desde los cuartos de la Copa Davis, que Serbia gan¨® a los Estados Unidos. ¡°Todo el m¨¦rito de la victoria es de mi oponente. No me prepar¨¦ bien. No quiero buscar excusas¡±, a?ade. ?Y el p¨²blico?, le preguntan sobre el gent¨ªo, que durante el duelo aplaude sus errores, celebra los aciertos de su contrario y le abuchea cuando pide la intervenci¨®n del juez ¨¢rbitro en las pelotas dudosas. ¡°Eligen a qui¨¦n apoyar, es todo lo que puedo decir¡±, se despide Nole, lejos siempre de su mejor versi¨®n y enfrentado por momentos a la mejor de Dimitrov.
No siempre, claro. Los fantasmas que habitan en la cabeza del b¨²lgaro rugen con fanfarrias tenebrosas cuando saca para ganar la primera manga: igual que en Indian Wells 2013 contra el serbio, y que en Miami contra Andy Murray, cede su servicio cuando sirve para ponerle su sello. La vida, sin embargo, es un proceso de aprendizaje y el n¨²mero 28 es un alumno aventajado.
De derecha a derecha, Nole no puede. La pelota del b¨²lgaro le quema, devora los segundos que ¨¦l necesita para armar su golpe, le hace perder la iniciativa. Igual que ocurre con Roger Federer, el tenista a cuya imagen y semejanza se ha modelado Dimitrov, el rev¨¦s debe ser el golpe m¨¢s d¨¦bil de tan espl¨¦ndido repertorio, ah¨ª tiene que estar la diana, el camino por el que ganar los puntos, piensa Nole. Pero no. El b¨²lgaro se monta sobre la pelota, aguanta las acometidas del serbio y revienta la bola cuando los intercambios acaban en su derecha. Tiene tacto, fuerza y decisi¨®n. Eso no deja a su contrario otra soluci¨®n que la de la ¨¦pica y el orgullo, la de lanzarse por el encuentro, porque en la estrategia no encuentra soluciones ni respuestas hay en la t¨¢ctica. En la noche de Madrid, mientras en los descansos suena Jamiroquai por los altavoces, Dimitrov juega demasiado bien como para que el n¨²mero uno pueda ganarle solo con la raqueta.
Los dos contrarios resbalan en la arcilla mientras cae el fr¨ªo de la noche. La humedad de la tierra dificulta los agarres y les coloca en posiciones extremas. Contorsionados, hablan las mu?ecas. Todos conocen la de Djokovic, el n¨²mero uno del mundo. En la central de Madrid, Dimitrov presenta la suya al planeta consiguiendo la victoria m¨¢s prestigiosa de su carrera. Una cosa queda clara: cuando Nole tira con todo, Baby Federer tiene el suficiente tacto como para devolverle hasta sus pelotas m¨¢s pesadas. El suyo es un ejercicio brillante al que solo le resta un saque tembloroso con el marcador en ventaja.
Llegados a la tercera manga, Nole cree que su momento ha llegado. Dimitrov se agarra las piernas, acalambrado tras terminar de madrugada su partido de la v¨ªspera. Est¨¢ tieso. Al serbio, sin embargo, tampoco le sobran las fuerzas, y entrega su primer servicio del parcial. Ya nada puede evitar el triunfo de Dimitrov, el n¨²mero 28 mundial, de 21 a?os. Ya no hay ej¨¦rcito que detenga el golpe de estado. Ya se despide el mejor del mundo, que ven¨ªa de destronar a Rafael Nadal sobre la tierra de Montecarlo y se va silbado. A la espera de la prueba de los cinco sets de los grandes, que medir¨¢ esas piernas con tendencia a los calambres, la victoria de Dimitrov es como un grito: aqu¨ª estoy, poco a poco voy llegando.
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