La desesperaci¨®n de Cristiano
El portugu¨¦s marca, dispara al palo y acaba expulsado en una acci¨®n que origina una tangana en la pr¨®rroga
Thunderstruck, de AC/DC, hizo vibrar los baffles del Bernab¨¦u y la afici¨®n visitante empez¨® a cantar desde el fondo norte del estadio: ¡°Atleeeeeeeti¡ Atleeeeeeeti¡¡±. Poco a poco, desde el calentamiento, los seguidores rojiblancos se hab¨ªan ido adue?ando de la banda sonora de la final ante la perplejidad de los madridistas, que debieron sentirse desorientados en su propia casa. La hinchada del Atl¨¦tico no hizo silencio hasta que no se hilaron dos sucesos conocidos por todos estos seguidores. El eslab¨®n de la causa se enganch¨® al del efecto. Courtois titube¨® y Cristiano hizo su trabajo. Acallar a la multitud colchonera. Corr¨ªa el minuto trece.
El Madrid apenas goz¨® de oportunidades para imponerse. Fue en un c¨®rner. Modric lo lanz¨® al cogollo del ¨¢rea, el bal¨®n cay¨® entre el punto de penalti y el ¨¢rea chica, Courtois se amilan¨®, como suele ocurrirle en los derbis ¡ªaunque luego se agigant¨® ante Higua¨ªn y ?zil y salv¨® a su equipo¡ª, y a la mala defensa se sum¨® la irrupci¨®n de Cristiano. El goleador se elev¨® sobre God¨ªn para meter el frentazo y enviar la pelota al segundo palo, donde no hab¨ªa nadie que tapara el hueco. Tampoco apareci¨® el portero, que no estuvo ni para salir ni para estirarse.
Courtois no tuvo que hacer ni una parada en toda la primera parte, adem¨¢s del cabezazo de Cristiano. El gol del atacante madridista fue el ¨²nico remate entre los tres palos de su equipo en los 45 minutos que abrieron la final. Sum¨® el noveno tanto en nueve encuentros contra el Atl¨¦tico. La cifra habla del impacto del portugu¨¦s en el Madrid. Sea en partidos de cabotaje como en duelos definitivos, su respuesta es constante, mec¨¢nica.
Dej¨® cojo a Juanfran, vio la amarilla por protestar y la roja por una patada a Gabi
Jos¨¦ Mourinho tiene bien adiestrado al Madrid. Con el 1-0, la reordenaci¨®n suele ser autom¨¢tica. Sobre todo en partidos importantes, como el de ayer. No hizo falta que saliera del banquillo a dar indicaciones (lo hizo en el minuto 27) para que su defensa diera diez pasos hacia atr¨¢s, los centrales dejaran de salir jugando con los volantes, y s¨®lo subieran con decisi¨®n a presionar en los saques de Diego L¨®pez. El portero inici¨® en largo para que Alonso, Khedira, Cristiano y Benzema se batieran por aire con Gabi, Mario, God¨ªn y Miranda. En este tipo de maniobras, Mourinho y Simeone comulgan con ideas parecidas. Si hay dudas, se resuelven a pelotazos. Cuando las dudas se multiplican, el espect¨¢culo es un fragor de imprecisiones. Quiz¨¢ la diferencia sea de ¨ªndole espiritual. Los jugadores del Madrid creen menos en ese tipo de f¨²tbol. Mourinho tambi¨¦n ha dejado de creer en su plantilla. Su expulsi¨®n, pasado el minuto 75, fue producto de un exceso, un desaf¨ªo al ¨¢rbitro impropio de un hombre tan calculador, a menos que lo que busque es desaparecer de una escena que le resulta inc¨®moda. Con el 1-1 y enfilando la pr¨®rroga el horno no estaba para bollos.
¡°Palo, palo, palo¡±, se lamentaba mientras con una mano se golpeaba la otra
Se fue Mourinho y se qued¨® Cristiano para discutir con el ¨¢rbitro, Clos G¨®mez. Se quej¨® el delantero de la dureza con que le marcaron los jugadores del Atl¨¦tico. ¡°Palo, palo, palo¡±, se lamentaba mientras con una mano se golpeaba contra la otra. Desde Juanfran a Gabi, pasando por Mario, le persiguieron cada vez que recibi¨® el bal¨®n para que no se girase. Si logr¨® encarar, le rascaron de frente. No hubo tregua para el elemento m¨¢s peligroso del Real Madrid, que perdi¨® el control. Dej¨® cojo a Juanfran d¨¢ndole una patada a destiempo, tir¨® otra mala coz a Gabi, fue amonestado por protestar, y recibi¨® la roja directa por patear a Gabi, el capit¨¢n del Atl¨¦tico, en la nariz. Su expulsi¨®n fue el desenlace anunciado.
El descanso antes de la pr¨®rroga reuni¨® a los dos equipos en dos montones sobre el campo. Diego Simeone dio las instrucciones en el centro del grupo del Atl¨¦tico. Expulsado Mourinho, en el medio del pelot¨®n madridista quienes hicieron la arenga fueron Ramos, Casillas y Alonso. Preludio simb¨®lico de un final de temporada desgarrador en el vestuario y muy mal jugado en el campo. Demasiada carga para Cristiano.
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