Lluvia, huelga y entradas por las nubes
Miles de colchoneros y madridistas, congregados en el interior y los aleda?os del Bernab¨¦u, denuncian el elevado precio de los billetes
L¨ªnea 10 de Metro. D¨ªa de huelga. Los aficionados que se dirigen al estadio Santiago Bernab¨¦u se mezclan con los transe¨²ntes. Aquellos que van o viene de trabajar, que parecen ajenos a la ebullici¨®n del derbi copero. Cada parada aumenta la concentraci¨®n de hinchas, que encaran tres horas de previa antes del partido. ¡°Ese Atleti¡±, espeta uno al entrar al vag¨®n. ¡°Eh, t¨², territorio vikingo¡±, grita otro, bufanda en cuello y vaso de litro en mano. Ya est¨¢n a la altura del estadio.
La lluvia da una tregua a los miles de colchoneros y madridistas que quieren acabar conquistando su fuente preciada al final de la noche. Cibeles y Neptuno esperan como testigos de piedra. En la trinchera atl¨¦tica una orquesta pone la banda sonora. ¡°Venimos de Burgos¡±, dice uno de sus integrantes reivindicando su tierra. En el bando contrario, en la calle Concha Espina, la m¨²sica es un continuo ¡°C¨®mo no te voy a querer¡±.
De Don Benito, de Ecuador o incluso de Chicago. ¡°He venido solo para ver el partido¡±, parece bromear el norteamericano, hermanado con varios aficionados de Lorca. En la calle Padre Dami¨¢n, es f¨¢cil ver a grupos de amigos vestido con las dos equipaciones. Falcao es el nombre que m¨¢s repiten los colchoneros, consciente de los bien que se le da al colombiano las finales. Entre los madridistas el nombre de Mourinho es el primero en salir. Muchos ¡°que se vaya¡± y algunos ¡°que se quede¡±. Parece que no hay un lugar intermedio para el portugu¨¦s en el coraz¨®n de los blancos.
¡°En el Calder¨®n, parec¨ªa que ya se estaba jugando la final¡±, cuenta Javier, un taxista que acaba de dejar a una viajera no muy lejos del estadio de la ribera del Manzanares. Va escuchando el partido mientras prosigue su jornada.
No me toc¨® en el sorteo y decid¨ª no ir porque eran car¨ªsimas. M¨¢s que las de la final de la Champions¡±, se queja un aficionado del Real Madrid
El pitido inicial del encuentro casi resuena en los aleda?os del Bernab¨¦u. Quien no ha conseguido o no ha podido hacer con una entrada huye hacia los bares de la zona. ¡°?Pum Pum Pum!¡±. El sonido viene de un bar cercano. Est¨¢ desbordado de madridistas. Algunos ni siquiera parecen poder ver el partido, y tampoco parece que le importe. Hasta que Cristiano marca el primero y se desata la locura. Llueve parte de la bebida que estaban consumiendo. No importa, ha marcado el Madrid para abrir un combate que se estir¨® 120 minutos.
Marco Antonio Manzano, de 32 a?os, y socio del Madrid se queja del precio de las entradas. ¡°No me toc¨® en el sorteo y decid¨ª no ir porque eran car¨ªsimas. M¨¢s que las de la final de la Champions¡±. Se?ala mientras ve el partido en unos de los bares m¨¢s pr¨®ximos al estadio.
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