La huella de Nibali en el coraz¨®n de los Dolomitas

El coraz¨®n de los Dolomitas es una caja de pinturas Alpino sobre cuya tapadera se ha derramado un bote de harina, pobre cervatillo, hermosos abetos de blanco, y en la que el dedo caprichoso, con malicia, de una ni?a que acaba de dejar de derretir en sus manos una tableta de chocolate dibuja sinuosa una l¨ªnea. Y en medio de la l¨ªnea, negra grosera, asfalto duro que viola la naturaleza tranquila, dormida en la primavera que es a¨²n invierno, y la calma, una hilera de ciclistas tirita detr¨¢s de Nibali de rosa.

Y aunque cruzada la meta hablen sin parar y mareen, destruyan con palabras, ignorantes de que la belleza es lo inefable, lo que deja sin aliento y sin adjetivos, es dif¨ªcil no admirarlos, no aplaudirlos o empujarlos piadoso o festivo como los aficionados que alcoholizados no sienten el fr¨ªo, los grados bajo cero que congelan el aliento en los labios, y sin camiseta y en shorts corren al lado del ciclista que acelera en el infinito, en la cuesta sin fin (4m 26s el ¨²ltimo kil¨®metro de Nibali, 12 kil¨®metros por hora, as¨ª de lejos, de inalcanzables estaban las Tres Cimas de Lavaredo que hicieron gigantes a Merckx y al Tarangu) temiendo no por su vida, pues a ¨¦l lo conduce una fuerza ajena, superior, sino por la de los aficionados locos, que pueden resbalar, tropezarse, convertir en charlotada el momento sublime.

Nieva en la meta, gruesos copos que se posan testarudos en las cejas, en los labios, en las arrugas de los ciclistas, d¨¢ndoles un aire de viejos prematuros que el esfuerzo prolonga en rictus de sufrimiento y abandono. Cuando Fuente, que se preparaba para los grandes d¨ªas en insomnio aromatizado por el humo de incontables Winston y la mirada en el techo de la estancia y as¨ª cargaba el ¨¢nima de la necesaria rabia que le hac¨ªa llegar m¨¢s all¨¢ de s¨ª mismo, no nevaba as¨ª, ni cuando Merckx, que no ten¨ªa estados de ¨¢nimo diferentes a los que genera el apetito del hambriento. Cuando Nibali, que recoge el testigo y se proclama en cuanto profeta del nuevo ciclismo heredero del antiguo, del que teji¨® los sue?os de la leyenda, la representaci¨®n teatral que pese a repetirse a?o tras a?o, y pese a conocerse los trucos de la tramoya, no deja de sorprender, s¨ª que nieva. Y la nieve, la dureza, las condiciones extremas que deben superar todos, ayuda a matizar las dudas. Nibali es el nuevo ciclismo, de acuerdo, y ¨¦l lo vocea: ¡°?Quer¨ªa ganar para demostrar que el ciclismo es otro, no es lo que se vivi¨® ayer!¡± Ayer, d¨ªa de etapa anulada, d¨ªa de no Stelvio y no Gavia, se vivi¨® el positivo de Di Luca, hijo del viejo ciclismo, el que se quiere olvidar, no del antiguo, hijo de un ciclismo, y ah¨ª la contradicci¨®n, ah¨ª el conflicto, que sigue dominando el pelot¨®n.

Ma?ana domingo en Brescia, Nibali, de 28 a?os, siciliano de Messina, el tibur¨®n del estrecho en el que Fata Morgana, los espejismos, hac¨ªa naufragar los barcos, ser¨¢ proclamado ganador del Giro 13. Huy¨® de la pobreza a Toscana, hijo del espejismo siempre, donde se hizo ciclista en la escuela de Luigi Cecchini en la Fassa Bortolo de Giancarlo Ferretti. Al Giro, a su Giro que por fin alcanza tres a?os despu¨¦s de ganar la Vuelta y tras dos a?os de podio en el mismo Giro (detr¨¢s de su maestro Basso) y en el Tour, le ha guiado el viejo Giuseppe Martinelli, de 58 a?os, hijo de otro tiempo que gui¨® tambi¨¦n hasta la maglia rosa a Garzelli, a Pantani, a Simoni y a Cunego. Tambi¨¦n Nibali ha dejado su huella en el Giro, valiosa, aunque ahora pueda ser el dedo manchado de chocolate de una ni?a en la harina que cubre una caja de pinturas Alpino, pobre cervatillo.

Nibali es cuesti¨®n de fe; la nueva Colombia es cuesti¨®n de deseo y compromiso. Tras Nibali en la general pero lejos, un colombiano, Rigoberto Ur¨¢n, el que parti¨® como escudero del desaparecido y olvidado Wiggins y que acab¨® con la resistencia vieja de Evans en las ¨²ltimas rampas imposibles. Tras Nibali en la etapa, otros dos colombianos, Fabio Duarte, que con cada pelada supera un problema familiar, y Carlo Betancur, la dinamita en mangas cortas que guiado no por el c¨¢lculo sino por el deseo, por la necesidad, termina conquistando el maillot blanco de mejor joven en la nieve (y quinto en la general). Son el nuevo ciclismo de la vieja tierra andina, los hijos si no f¨ªsicos s¨ª filos¨®ficos de Luis Fernando Saldarriaga e Ignacio V¨¦lez, educadores antes que coach, que siempre recuerdan, para que nadie olvide de qu¨¦ hablamos: ¡°Los mejores colombianos en Europa no quedan ni 50 en las carreras colombianas; los que ganan en Colombia no llegan a terminar una carrera en Europa¡±.

• Etapa 1: 181 elevado a la 25=Wiggo en rosa
• Etapa 2: Wiggo viste de rosa a un amigo siciliano
• Etapa 3: Lo viejo, lo nuevo, lo rosa
• Etapa 4: Robinson en los Apeninos
• Etapa 5: Wiggo y la soledad del sir
• Etapa 6: La sal del Giro
• Etapa 7: El fin del mundo en San Silvestre
• Etapa 8: Nibali en rosa, comienza la carrera
• Etapa 9: Insidias en la dulce Toscana
• Etapa 10: Ur¨¢n gana y Nibali confirma que el peligro es Colombia
• Etapa 11: Intxausti y los peque?os detalles
• Etapa 12: Santa Mar¨ªa de la derrota
• Etapa 13: Sin Wiggo ya, el Giro llega a la nieve
• Etapa 14: El ¨²nico patr¨®n es Nibali
• Etapa 15: ?pica siciliana en la nieve
• Etapa: 16: ¡°Lo necesitaba tanto Be?at¡­¡±
• Etapa 17: Visconti y el claroscuro
• Etapa: 18: El pu?o rosa de Nibali