Nadal se lleva un buen susto
Por primera vez en su carrera, el espa?ol cede el set inaugural en un grande y sufre para ganar 4-6, 7-6, 6-4 y 6-3 a Brands, contundente como Verkerk, el matagigantes de 2003
Rafael Nadal nunca ha visto esto: enfrentado en su debut en Roland Garros al alem¨¢n Daniel Brands, pierde el set inaugural de su primer partido en un grande por primera vez en toda su carrera en los torneos del Grand Slam. El n¨²mero 59 pega violentas derechas y se protege el rev¨¦s, saca con la precisi¨®n de los francotiradores y compite con las duras maneras de los gigantescos le?adores que pueblan las pesadillas del n¨²mero cuatro (Soderling, Isner, Rosol, Gulbis¡). Nadal, que le ayuda a adelantarse desaprovechando dos bolas de break con 4-3 y cometiendo dos dobles faltas con 4-4 (rotura), se ve entonces obligado a un esfuerzo que no estaba en su hoja de ruta. Se impone 4-6, 7-6, 6-4 y 6-3 tras sudar para doblegar a un contrario desatado y cometer cuatro dobles faltas, desaprovechar cinco bolas de break y dejarse 2h54m sobre el albero.
¡°?Vamos Rafael!, ?For?a!¡±, grita Toni Nadal, t¨ªo y entrenador del mallorqu¨ªn, mientras se pone en pie en un banquillo erizado de pu?os. ?Vamos!¡±, se grita a s¨ª mismo el heptacampe¨®n mientras asalta la remontada en el segundo set con un final de tie-break enorme, glorioso y a la altura de su leyenda, que, sin embargo, lanza el mismo Brands (3-2) con una dejada fallada con el espa?ol casi en el suelo.
La gigantesca envergadura de Brands le ayuda a dominar la pelota alta del n¨²mero cuatro
El alem¨¢n llega a mandar 6-4 y 3-0 en el tie-break. Durante los dos primeros sets, el n¨²mero 59 hace todo lo que tiene que hacer: sacar con alto porcentaje de primeros (80%), mantenerse fuera de los largos intercambios, jugar con coraz¨®n los puntos calientes. Eso le permite impedir que Nadal le agote las piernas y le lleva a mandar con su derecha, que de machetazo en machetazo le va abriendo caminos en la selva del partido. El mallorqu¨ªn intenta buscarle el rev¨¦s, pero se enfrenta a dos problemas: cuando saca su contrario, es tal su dominio, tal su mando, que sus opciones de acertar en la diana quedan reducidas al m¨ªnimo; luego, cuando lo consigue, se encuentra con que Brands es un tipo de 1,96m. Su gigantesca envergadura le ayuda a dominar la pelota alta del n¨²mero cuatro.
Truena la grada, despertada del letargo de la primera ronda. Aprieta el pu?o Brands, el gigante de Deggendorf. Este, sin embargo, es un tenista que nunca ha ganado un partido en Par¨ªs. Uno que no est¨¢ entre los 50 mejores del planeta. Tiene que doblarse ante la presi¨®n. Tiene que temblar ante el heptacampe¨®n. La l¨®gica dice que no puede aguantar a ese nivel durante todo el partido, que el r¨¢nking es juez imparcial e insensible, y que a cada uno le tiene en un sitio por algo. Ocurre que ese no es Brands, sino otro tenista.
Durante 1h 30m, sobre la pista est¨¢ el fantasma de Martin Verkerk. Igual que el holand¨¦s errante que en 2003 lleg¨® a la final, el alem¨¢n ataca cada pelota, no entra en di¨¢logos y tira con fiereza. Igual que el verdugo de los favoritos hace ahora hace 10 a?os (Verker derrib¨® a Moy¨¤ y a Coria, antes de inclinarse ante Ferrero), Brands juega sin ataduras, sin responsabilidades, libre de cadenas y tab¨²es para asaltar la pista y dar la sorpresa en el torneo de saque en saque (nueve aces; 80% de primeros por encima de los 200 kil¨®metros por hora en las dos primeras mangas).
Nadal, sin embargo, no es Moy¨¤, ni tampoco Coria. Su carrera se ha convertido en una constante superaci¨®n de retos, y Brands no es el m¨¢s grande de ellos. El espa?ol gana la segunda manga y rompe el saque de su contrario nada m¨¢s empezar la tercera. El partido es ya otro. Brands, inmisericorde hasta entonces, se humaniza y toca con sus zapatillas la tierra. Aunque a¨²n obliga al espa?ol a defender tres bolas de break en ese tercer parcial, ya no est¨¢ tocado por los dioses, ya no es un h¨¦roe infalible, es simplemente un tenista con raqueta. Finalmente, cede. Nadal jugar¨¢ en segunda ronda contra Klizan.
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