Nadal-Djokovic, duelo de titanes
El espa?ol y el serbio se cruzar¨¢n en semifinales tras ganar 6-2, 6-3 y 6-1 a Wawrinka y 6-3, 7-6 y 7-5 a Haas, respectivamente Con Ferrer enfrentado a Tsonga, puede haber una final espa?ola
?Son esas pinturas de guerra? Stanislas Wawrinka sale a la pista con la cara embadurnada de blanco, igual que un mohicano. Destruye su raqueta contra el albero, desatado, rugiente, como si la vida le fuera en el partido. Son los cuartos de Roland Garros y el problema del suizo es que sus marcas guerreras quedan reducidas a una simple crema, que su raqueta rota es un s¨ªntoma de frustraci¨®n. Al otro lado de la red, Rafael Nadal le tumba 6-2, 6-3 y 6-1 tras firmar un inicio de los que marcan los partidos (gana 8 de los 10 primeros puntos, con lo que se pone 2-0) para citarse en semifinales con el serbio Novak Djokovic, vencedor (6-3, 7-6 y 7-5) del alem¨¢n Tommy Haas en un disputado duelo. Como David Ferrer disputar¨¢ la otra semifinal con el franc¨¦s Jo-Wilfried Tsonga, puede haber una final espa?ola en Roland Garros.
La furia que atenaza a Wawrinka, ese fuego que le revoluciona y le saca de sus casillas, marca el partido: cuando intenta recuperar terreno, reci¨¦n neutralizada una rotura de Nadal con un break suyo en la segunda manga (3-3), falla un remate que vuelve a darle al espa?ol la iniciativa (4-3 y saque). Este es un tenista volc¨¢nico, de maravilloso rev¨¦s y poderosa derecha. Un peso pesado que golpea con contundencia, tiene pulmones para el tenis de alto ritmo y sufre cuando tiene que jugar en movimiento. Parado sobre la l¨ªnea de fondo, Stan The Man es como un almirante en el puente de mando. Ordena una tras otra salvas de ca?onazos. Nadal, que sabe muy bien c¨®mo hacerle da?o, le mueve de un lado al otro, busca pelotas altas contra el rev¨¦s del suizo, y remata los puntos con la derecha.
No es un Nadal gran¨ªtico, pero s¨ª es un Nadal muy mejorado, s¨®lido, el mejor que se ha visto en lo que va de torneo
Durante set y medio, el n¨²mero diez tiene que defender bola de break en todos sus saques menos uno. Tarda 40 minutos en cogerle la temperatura al partido. Para entonces, Nadal ya se ha embolsado el primer set y le ha visto desquiciado, roto por los nervios, grit¨¢ndole al p¨²blico que la ocasi¨®n le viene grande. A Wawrinka le pueden los precedentes. Son nueve derrotas previas, ni un set sumado, siempre lejos del mejor jugador de la historia sobre tierra. En los momentos decisivos, adem¨¢s, el mallorqu¨ªn da ese paso extra en el servicio que tanto necesitar¨¢ en la pr¨®xima ronda, y se dispara por encima de los 190 kil¨®metros por hora para cerrarle a su contrario cualquier puerta por la que volver al duelo. No es un Nadal gran¨ªtico, pero s¨ª es un Nadal muy mejorado, s¨®lido, serio, el mejor que se ha visto en lo que va de torneo. Un Nadal con las ideas claras, la mente limpia y la derecha buscando ese picante extra con el que afrontar un asalto que se lo exigir¨¢ todo: derrotar a Nole en su 20? semifinal grande para luchar por su octavo t¨ªtulo parisino.
Cuando acaba el encuentro, fundidas ya las fuerzas con las que lanza su ¨²ltimo y desesperado ataque (recupera un break de desventaja en la segunda manga, para 3-3, y lo pierde inmediatamente), Wawrinka ya ocupa un lugar de privilegio en los almanaques que recogen la carrera del n¨²mero cuatro del mundo: no hay ning¨²n tenista que haya perdido tantas veces contra ¨¦l sin haberle ganado al menos en una ocasi¨®n (10-0, como Nicol¨¢s Almagro y Paul Henri-Mathieu). Wawrinka intenta, como tantos antes que ¨¦l, cruzar pelotas sobre la derecha de Nadal, pero sin hacerle da?o. Esa es la especialidad de otro tenista, el punto fuerte de Djokovic, que ante Haas no pierde el segundo set por un fallo del alem¨¢n en el desempate (4-2 y una volea fallada) y que por dos veces cede el servicio en el tercero, incluida la primera vez que saca por el duelo. En las semifinales de Par¨ªs, dos titanes: Nadal contra Djokovic.
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