Brasil cumple con su papel
La Canarinha hace valer su versi¨®n m¨¢s bregadora y llega a la final tras derrotar con un gol postrero de Paulinho a Uruguay (2-1) Forl¨¢n falla un penalti y Neymar est¨¢ muy difuminado
Brasil ya pide rival en Maracan¨¢, de donde ayer cerr¨® el paso a Uruguay. Lo hizo con apuros, al l¨ªmite, tras un encuentro cerrado y nada po¨¦tico. En Belo Horinzonte esta vez no hubo maracanazo previo y los brasile?os lograron su prop¨®sito clavado a fuego, alcanzar la final por cualquier atajo, aunque sea sin f¨²tbol de por medio. Uruguay resisti¨® con los dientes apretados, con ese encomiable voluntarismo que le resalta, pero no le fue suficiente y qui¨¦n sabe cu¨¢nto pag¨® por el penalti errado por Forl¨¢n al inicio del duelo. Paulinho, finalmente, le venci¨® a unos minutos de la pr¨®rroga tras un saque de esquina lanzado por Neymar, que ayer se qued¨® sin gol y sin apenas focos. La espesura del encuentro le devor¨®, pese a su participaci¨®n en las dos dianas canarinhas.En este Brasil utilitarista, su estrella es un forastero.
BRASIL, 2 - URUGUAY, 1
Brasil: Julio C¨¦sar; Dani Alves, David Luiz, Thiago Silva, Marcelo; Luiz Gustavo, Paulinho, ?scar (Hernanes, min.73); Hulk (Bernard, min.64), Neymar (Dante, min.92) y Fred. No utilizados: Cavalieri y Jefferson; R¨¦ver, F. Lu¨ªs, L. Moura, J¨¢dson, F. Lucas, Jean y Jo.
Uruguay: Muslera; Maxi Pereira, God¨ªn, Lugano, Mart¨ªn C¨¢ceres; ?lvaro Gonz¨¢lez (Gargano, min.83), Ar¨¦valo, Cebolla Rodr¨ªguez; Cavani, Forl¨¢n y Luis Su¨¢rez. No utilizados: Castillo y Silva; Agurirregaray, Coates, Lodeiro, A. Pereira, P¨¦rez, Ram¨ªrez, Hern¨¢ndez y Eguren.
Goles: 1-0, M. 41. Fred. 1-1. M. 48. Cavani. 2-1. M. 85. Paulinho.
?bitro: Enrique Osses (Chile). Amonest¨® a Cavani, ?lvaro Gonz¨¢lez, David Luiz, Luiz Gustavo y Marcelo.
57.483 espectadores en el Estadio Mineirao de Belo Horizonte.
Brasil ya no hechiza. No juega, resultea. Se provisiona para el combate, y nada le importa llevar los partidos al cuadril¨¢tero. Es el libreto de Scolari y Parreira, que hoy conviven en el banquillo tras ser los ¨²ltimos seleccionadores en conseguir el Mundial para Brasil. Mero materialismo, un simple ejercicio pragm¨¢tico que racanea con el f¨²tbol, convertido en una sucesi¨®n de asaltos, encontronazos y todo a la carrera, sin pausa, sin otro orden que evitar el destape. Una v¨ªa por la que se puede llegar al ¨¦xito, claro, pero que en nada fascina. Brasil no embriag¨® al mundo por sus tronos, sino por el estilo, por convertir el f¨²tbol en un espect¨¢culo de fantas¨ªa, por su aire l¨²dico. Hoy es el Brasil de Luiz Gustavo y Paulinho, de Hulk y de Fred, bregadores que ejercen de centuriones sin apego por la pelota. Nada destila este Brasil, pura corteza, que se plant¨® en la cancha con la contrariedad que estos d¨ªas vive el pa¨ªs: protestas externas y j¨²bilo en las gradas.
Sin la gracia brasile?a, Uruguay s¨ª es reconocible. Batalla de forma encomiable sin rendici¨®n. Ni siquiera cuando se mide a un coloso en su feudo y se le empina el camino. No es una selecci¨®n que meng¨¹e en los grandes escenarios y lo demostr¨® en Belo Horizonte, donde marc¨® la l¨ªnea desde el inicio. De cara al partido, su impetuosa salida le acerc¨® a Julio C¨¦sar. Hasta que casi canta bingo. Tras un c¨®rner ejecutado por Forl¨¢n, David Luiz hizo de yudoca ente Lugano. El ¨¢rbitro chileno Enrique Osses no se arrug¨®. Forl¨¢n, sonriente, lanz¨® a la izquierda de su excompa?ero en el Inter de Mil¨¢n, que adivin¨® el tiro, raso y ajustado, a su poste izquierdo. La ley del penalti, esa suerte futbol¨ªstica en la que la v¨ªctima puede convertirse en verdugo. Un azote para los uruguayos. Un alivio en todo Brasil.
El conjunto de Scolari no hechiza, no juega, ¡®resultea¡¯ y lleva el duelo al cuadril¨¢tero
Tras el resoplido, el equipo de Scolari padeci¨® un ataque de precipitaci¨®n. El partido se convirti¨® en una sucesi¨®n de pelotazos, jugadores por los suelos y la pelota cosida a palos. A Uruguay no le ruboriza movilizar a propio campo a todo el pelot¨®n, sin excepciones. Es muy frecuente observar a Su¨¢rez, Cavani y Forl¨¢n maniobrar con el pico y la pala en situaciones defensivas. Un desgaste notable que, adem¨¢s, evita que durante muchos tramos del encuentro ni siquiera el equipo pueda contragolpear, porque las distancias son lunares incluso para sus tres ilustres atacantes. La situaci¨®n no se corrigi¨® hasta el segundo tiempo. Mientras, la respuesta de Brasil fue m¨¢s bien decepcionante. Su tendencia es bloquear el eje del campo y remar con sus laterales. No hay tr¨¢nsito y a Neymar, en medio del enredo, le cuesta encender la luz. El juego solo encuentra pausa en sus botas, por mucho que en ocasiones se regodee m¨¢s de la cuenta.
Con Neymar por el medio siempre queda la esperanza de que algo imprevisto suceda. Ocurri¨® a un paso del intermedio. El exjugador del Santos caz¨® al vuelo una asistencia kilom¨¦trica mientras le esposaban varios zagueros celestes. El chico amortigu¨® la pelota con el pecho y tuvo un segundo para rematar ante la salida de Muslera. El portero uruguayo rechaz¨® el disparo y Fred caz¨® el gol a bote pronto. Segunda pena para el grupo de Tab¨¢rez tras el penalti de Forl¨¢n. Pero en Uruguay la credulidad siempre fue el mejor consuelo.
Los charr¨²as s¨ª son reconocibles. Batallan siempre de forma encomiable
Una cadena de rebotes y una pifia final de Thiago Silva al querer dar un pase a Marcelo dentro del ¨¢rea propia derivaron en el gol de Cavani reci¨¦n comenzado el segundo tramo. Con el empate, las l¨ªneas uruguayas, al menos su delantera, avanzaron un escal¨®n. Su¨¢rez y Cavani ya entonces s¨ª fueron una amenaza para Julio C¨¦sar y sus escoltas. Son tipos acostumbrados a buscarse las habichuelas por su cuenta, sin el gancho de sus mediocampistas, m¨¢s dispuestos para el tajo.
Pese a la avanzadilla visitante, el partido mantuvo sus constantes. El utilitarismo brasile?o frente a la tenacidad uruguaya. La ruleta, finalmente, cay¨® de forma local. Y otra vez con Neymar por el medio, de forma puntual, porque el choque le difumin¨® demasiado. Un c¨®rner lanzado por ¨¦l a cinco minutos del final fue cabeceado por Paulinho, m¨¢s decidido que C¨¢ceres, su marcador, y con Muslera a media salida, en tierra de nadie. En ventaja, a Neymar le sobraron gestos, besitos a los rivales y alg¨²n piscinazo. La causa estaba ganada. Es lo m¨¢ximo para este Brasil que suma triunfos por la directa, lo mismo da lo que se ahorra en el juego. Se trata de cumplir sin m¨¢s con su papel. El torneo le esperaba en Maracan¨¢, como a¨²n lo hace con Espa?a, y ya est¨¢ a una estaci¨®n de la meta. En Brasil, en lo futbol¨ªstico, tambi¨¦n son otros tiempos.
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