A duras penas, Brasil
Pareciera que en Brasil todav¨ªa resuena el silencio de aquel gol de Ghiggia, que ya dura 63 a?os y ayer volvi¨® a cubrir el estadio en el ¨²ltimo c¨®rner de Forl¨¢n, cuando hasta la respiraci¨®n de Muslera pod¨ªa o¨ªrse mientras cruzaba todo el campo para intentar un empate heroico. Pero no fue solo ese respeto hist¨®rico, que bien ganado tienen los charr¨²as en tierras cariocas, lo que llev¨® a Tab¨¢rez a poner tres delanteros en Belo Horizonte. El costado m¨¢s d¨¦bil de Brasil en esta Confederaciones ha sido su defensa y Uruguay intent¨®, con su talentoso tr¨ªo ofensivo, matar tres p¨¢jaros de un tiro: cubrir las arterias laterales de Marcelo y Alves, asegurar los apoyos largos en las salidas propias y generar mayor profundidad que contra Espa?a.
Solo Neymar, que altern¨® alturas y prob¨® los tres frentes de ataque, se rebelaba a seguir ocupando posiciones ya agotadas
Con la obligaci¨®n de ser prolijo en el centro para sostener a los tres delanteros y con el esfuerzo de Cavani y Su¨¢rez, que regresaban por los costados, le alcanz¨® a Uruguay para mantener el partido equilibrado todo el primer tiempo. Consciente de que hace falta bastante m¨¢s que adrenalina para empezar a ganarle a Uruguay, Brasil arranc¨® cauteloso. Nada que ver con aquellos primeros 20 minutos asfixiantes que le alcanzaron para arrinconar a M¨¦xico. Ni Hulk, que arranc¨® por la izquierda, ni Oscar, que cay¨® en la derecha, encontraban espacios para recibir al pie. Tampoco Neymar, que se volc¨® al centro en el comienzo quedando atorado entre Gonz¨¢lez y los centrales celestes, muy agresivos.
Sin temor a las pelotas largas Forl¨¢n y Su¨¢rez comandaban la presi¨®n alta, en tres cuartos. Esa es otra de las ventajas de contar con centrales como Lugano y God¨ªn, que rara vez pierden por alto, y con medios expertos en la captaci¨®n de la segunda pelota, como Rodr¨ªguez y R¨ªos. Desde all¨ª Uruguay, fiel a su hist¨®rica tenacidad, constru¨ªa su ataque. Paso a paso, d¨¢ndole valor a cada peque?o detalle, defendiendo cada cent¨ªmetro ganado con los dientes apretados, como en una cinchada. Recuperar, afirmar los pies, avanzar, cubrir la pelota contra los costados, revolverse, pelear y ganar un lateral. De un lateral ganar un c¨®rner, de un c¨®rner ganar un penal.
Si Julio C¨¦sar intuy¨® la direcci¨®n del tiro de Forl¨¢n fue, probablemente, porque no hay nada m¨¢s inc¨®modo que patear un penal contra un excompa?ero. Lo cierto es que a partir de all¨ª Uruguay retras¨® la presi¨®n, liberando a David Luiz y a Silva en las salidas. Sin embargo, el bal¨®n no le serv¨ªa a un Brasil con poco desmarque en profundidad, con demasiadas piezas est¨¢ticas por delante de la posici¨®n de la pelota y que se obstinaba en usar a Luiz Gustavo para gestionar salidas muy bajas. Solo Neymar, que altern¨® alturas y prob¨® los tres frentes de ataque, se rebelaba a seguir ocupando posiciones ya agotadas por una circulaci¨®n demasiado lenta. Fue un veloc¨ªsimo desmarque suyo en profundidad (despu¨¦s de obligar a Pereira a salir y procurarse un espacio que entendi¨® a la perfecci¨®n Paulinho) el que abri¨® el arco a Fred, al filo del descanso. Un entretiempo al que mereci¨® llegar con diez hombres Brasil, tras el indulto de Osses a Luiz Gustavo por una plancha al est¨®mago de Rodr¨ªguez.
En la segunda parte, Uruguay sali¨® arriesgando. Con menos preocupaci¨®n por el equilibrio central que por llegar m¨¢s al ¨¢rea. No precis¨® demasiado para empatar: la primera vez que intent¨® elaborar con paciencia, con apoyos y paredes, dio 15 pases seguidos y se col¨® por el centro. Tras dos errores consecutivos en el despeje, no perdon¨® Cavani. Con m¨¢s espacios y m¨¢s Neymar, el partido creci¨® y a los 60 el ingreso de Bernard termin¨® de cambiarle la cara a Brasil. Con la entrada de Hernanes 10 minutos despu¨¦s, Scolari solt¨® a Paulinho y Uruguay qued¨® sin contenci¨®n en el centro.
A la recta final lleg¨® m¨¢s fresco Brasil que, con m¨¢s aire e iniciativa, empuj¨® con Marcelo por izquierda y oblig¨® a Cavani (el mejor charr¨²a) a regresos completos y a ceder varios c¨®rners. De uno de ellos, sobre el final, lleg¨® la ejecuci¨®n de Neymar y la bola flotada al segundo palo que perdi¨® a Muslera para el cabezazo definitivo de Paulinho. Uruguay, irreductible, apret¨® hasta el final del descuento. El silencio que envolvi¨® el Mineirao en el ¨²ltimo c¨®rner, como un eco del Maracanazo, evocaba a Ghiggia m¨¢s que a Forl¨¢n.
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