Espejismo, trabajo y fin
El tercer puesto en la clasificaci¨®n general de Purito Rodr¨ªguez salva el balance del primer Tour desde 1998 en el que los espa?oles no ganan ni una etapa
El ciclismo espa?ol en el Tour de los 100 Tours fue un espejismo breve, mucho trabajo y un aire de decepci¨®n, y el fin de una idea, la del Euskaltel, heredero ¨²ltimo de una pasi¨®n que qued¨® anacr¨®nica y condenada a desaparecer. Por primera vez desde 1998 (el Tour de la verg¨¹enza) ning¨²n espa?ol gan¨® una etapa, y solo el podio final de Purito Rodr¨ªguez, conquistado en la ¨²ltima subida, salva el balance con una presencia en el escenario nocturno y recargado (los franceses y sus paramentos que ahogan) de los Campos El¨ªseos con el Arco del Triunfo iluminado en amarillo Tour.
El espejismo se experiment¨® lo que dura un flash en la etapa contrarreloj de Embrun. Tan bien estuvieron Purito y Contador (que perdi¨® la etapa ante Froome por 9s y quiz¨¢s por no cambiar de bici para usar un plato m¨¢s grande en el ¨²ltimo descenso) aquel d¨ªa, y tanta monta?a quedaba por delante, todos los Alpes, que no hubo quien la noche siguiente no so?ara con un ataque terrible, de esos que conmueven en su Vuelta, que desestabilizara finalmente al imponente ingl¨¦s de amarillo.
Y, en efecto, el d¨ªa siguiente, el del Alpe d¡¯Huez, reflej¨® con brillantez y crudeza la realidad exacta del ciclismo espa?ol este Tour: la impotencia de Contador, la sabidur¨ªa experta de Purito, y sus limitaciones, y la gran calidad del trabajo de espl¨¦ndidos gregarios del Movistar, el equipo que m¨¢s ha influido en el desarrollo de las etapas ya desde el primer Pirineo, comenzando por Valverde, v¨ªctima un a?o m¨¢s del mal amor del Tour materializado en los nueve minutos del abanico de Saint Amand Montrond: una combinaci¨®n de mala suerte, error al solucionar el problema y fatalismo inevitable. Pero los grandes trabajadores espa?oles del equipo dirigido por Jos¨¦ Luis Arrieta sudaban para sus dos estrellas extranjeras, el fr¨ªo matador lusitano Rui Costa y el extraordiNairo Quintana, colombiano. Tambi¨¦n de mucho trabajo y m¨¦rito, aunque m¨¢s transparente, fue el de Dani Navarro, que con el maillot rojo del Cofidis fue capaz de superar sus l¨ªmites y ganando tiempo en dos largas fugas (y no dej¨¢ndose ir, sino resistiendo, en las grandes monta?as), acab¨® noveno, tercer espa?ol en el top ten tras el tercero Purito y el octavo Valverde.
El de Purito, que nunca pes¨® en el desarrollo de la carrera pues ¨¦l y su Katusha la afrontaron jugando con su invisibilidad para intentar salir a la contra, fue el podio de la constancia, y supone, tras sus dos podios en la Vuelta y uno en el Giro, la consagraci¨®n de un corredor que no cree en las limitaciones (aunque las sufra).
El aire de decepci¨®n lo aport¨® Contador, con alma pero sin piernas, quiz¨¢s como toda la temporada que ha seguido a la espectacular emboscada que le dio el triunfo en la Vuelta (justamente ante Purito: y las heridas abiertas aquel d¨ªa camino de Fuente D¨¦ entre las tres figuras espa?olas, ya treinta?eras, han influido en la poca simpat¨ªa que han mostrado unos hacia otros Valverde, Purito y Contador en los momentos clave de este Tour). Aquel d¨ªa de septiembre pasado le confirm¨® a Contador una intuici¨®n que hab¨ªa desarrollado a lo largo de los a?os, que las grandes carreras se ganan con paciencia, esperando el momento y con un golpe inesperado. Esa receta, acompa?ada de su habitual generosidad y entrega m¨¢xima, no le ha valido este Tour (solo la pudo aplicar un d¨ªa de abanicos entre trigales y un descenso peligroso hacia Gap que le acab¨® da?ando la rodilla y la moral profundamente: por eso ha declarado que no correr¨¢ la pr¨®xima Vuelta), en el que ni ha podido estar a la altura de los mejores en la monta?a (perdi¨® tiempo en las cuatro grandes etapas) ni en la contrarreloj m¨¢s que el d¨ªa del espejismo en el lago artificial de Serre Pon?on, y su islote falso tambi¨¦n con una iglesia verdadera.
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