El empresario que lo dej¨® todo para recorrer los mares
El mexicano Ram¨®n Carlin gan¨® en 1974 la primera Vuelta al Mundo
Era un pr¨®spero hombre de negocios pero lo dej¨® todo por echarse al mar. Corr¨ªan los primeros a?os setenta y el mexicano Ram¨®n Carlin rondaba los 50 a?os, ten¨ªa una familia, una empresa de electrodom¨¦sticos y un peque?o velero que se compr¨® para sorpresa de todos. Algo de aventurero tendr¨ªa: de vender productos para el hogar pas¨® a participar en modestas regatas por Acapulco y, de ah¨ª, a ser el ¨²nico no europeo en la primera Vuelta al Mundo a vela, en 1974 ¨Cpor entonces denominada Whitbread World Racing¨C. Y gan¨®.
De entre los 17 barcos participantes, el Sayula II, el comandado por Carlin, era el m¨¢s peque?o de todos. A bordo de la embarcaci¨®n, 10 personas de varias nacionalidades y su mujer y su hijo, los menos bregados en asuntos navieros. De los 167 pioneros que partieron de Portsmouth (Reino Unido) en 1973 en la primera edici¨®n de la competici¨®n, fue este grupo comandado por un intr¨¦pido aventurero de M¨¦xico, un pa¨ªs sin excesiva tradici¨®n marinera, quien logr¨® la primera victoria.
Cinco personas han muerto dando la vuelta al mundo. Tres lo hicieron ese a?o
Fueron 133 d¨ªas y 13 horas. En ese tiempo, el Sayula II recorri¨® 27.000 millas na¨²ticas ¨Calgo m¨¢s de 50.000 kil¨®metros¨C. De Inglaterra a Ciudad del Cabo, Sidney, R¨ªo de Janeiro y, m¨¢s de cuatro meses despu¨¦s, de vuelta a Portsmouth. Un periplo en condiciones extremas no apto para ne¨®fitos.
Hace dos a?os, con motivo de la salida desde Alicante de la ¨²ltima expedici¨®n que ¨¦l inaugur¨®, pas¨® por Espa?a para rememorar algunas de sus experiencias en uno de los desaf¨ªos m¨¢s extremos del deporte. En una entrevista con este peri¨®dico recordaba c¨®mo la violencia de los vientos, rumbo hacia Australia, le oblig¨® a cambiar de ruta de forma imprevista. Eran tiempos en los que los tripulantes carec¨ªan de toda ayuda electr¨®nica: se bastaban con la rudimentaria y simple observaci¨®n de las condiciones del mar y del cielo. Carlin, recuerda, se encontr¨® con rachas de viento de hasta 60 nudos, con rugientes y aulladores: corrientes as¨ª llamadas por el ruido que generan en plena mar. Ante tal dificultad, Carlin decide modificar el rumbo del Sayula II y abandonar la ruta m¨¢s corta y sencilla que les llevaba a Sidney y cambiarla por otra m¨¢s segura.
La edici¨®n iniciada en 1973, la que puso al mexicano en el mapa, fue la m¨¢s dura de todas. Cinco personas han muerto desde entonces dando la vuelta al mundo. Tres lo hicieron ese a?o, barridos por olas inmensas. Uno de los hombres a bordo del barco mexicano, en el que navegaban seis mexicanos, dos ingleses, un holand¨¦s, un australiano, y los familiares del empresario, recordaba que no todo el mundo resist¨ªa la vida en pleno oc¨¦ano: Butch Dalrymple-Smith, tripulante del Sayula, recuerda motines en otros barcos, hombres con navajas que se negaban a acatar ¨®rdenes y, por supuesto, muchos accidentes... pero tambi¨¦n botellas de vino, c¨®cteles, caviar y hasta un guitarrista en el velero.
Los hombres del barco descansaban un d¨ªa de cada cinco, jornada que dedicaban esencialmente a labores de limpieza y a reparar las piezas da?adas de la embarcaci¨®n por las inclemencias de la traves¨ªa. En cierto modo, no dejaba de ser un grupo de bon vivants. Durante d¨ªas y d¨ªas lo ¨²nico que ve¨ªan era mar a su alrededor, amenazas en formas de olas y rumbos inciertos en cada etapa, seg¨²n el tiempo. Tal vez, en esas ingratas circunstancias, no fuera mala idea tratar de desconectar.
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