Messi acelera cuando quiere

Enigm¨¢tico como ha resultado en los ¨²ltimos meses su estado de forma, Messi liquid¨® en Mestalla toda la incertidumbre sobre su preparaci¨®n para marcar tres veces como pudo haber marcado seis. Con un poco de suerte. A eso se agarr¨® anoche el Bar?a en Mestalla, junto a la visi¨®n panor¨¢mica de Cesc y a la conexi¨®n de ambos con Neymar para derribar a un Valencia sostenido hasta el final por dos remates grandiosos de Helder Postiga. Pero en juego no hubo color. El azulgrana se impuso de una manera apabullante.

Mestalla no estaba lleno, signo de los nuevos tiempos: la dentellada de la crisis, y el abismo cada vez mayor respecto al Madrid y al Bar?a. Al conjunto de Djukic le falt¨® un hilo argumental, tan solo animado por las correr¨ªas en su estreno de un esperanzador Pab¨®n y, ya en el ¨²ltimo tramo, por Parejo, Jonas y Feghouli. La ausencia en la alineaci¨®n de Parejo, en un equipo tan desastrado con el bal¨®n, se antoja dif¨ªcil de explicar.

Justo antes del descanso, dos golazos de Helder Postiga, dignos de un rematador de primera fila, aguaron el festival azulgrana de la primera parte. Levantaron a una hinchada y a un equipo, el de Djukic, que ya no cre¨ªa en s¨ª mismo, vapuleado por el magistral dominio de los espacios de Cesc F¨¤bregas. Particip¨® en los tres goles del conjunto de Martino, siempre en asociaci¨®n con Messi y Neymar, tan bien avenidos como se les supone a tres futbolistas qu¨ªmicamente puros.

Cesc se visti¨® anoche de Xavi, levant¨® el periscopio y envi¨® media docena de pases a la espalda de la zaga local. A recoger el bot¨ªn acudieron hambrientos tanto Messi como Neymar, mucho m¨¢s veloces que los defensas valencianistas. La diferencia entre los buenos centrocampistas y los mejores radica en la facilidad de los segundos para jugar de primeras. Cesc F¨¤bregas, por ejemplo. M¨¢s recatado Iniesta, en busca de la rueda perdida, se prest¨® a echarle a un cable a Busquets en la recuperaci¨®n. El bal¨®n que le birl¨® Busi a Ever Banega, preludio del tercer tanto, simplific¨® la tremenda superioridad azulgrana en la medular. Despu¨¦s, claro, dispusieron de la velocidad supers¨®nica de Messi. La Pulga ven¨ªa, supuestamente, fuera de revoluciones, sin la puesta a punto de una alocada pretemporada. Pero aceler¨® cuando le dio la gana para triturar a la zaga valencianista. Hasta tres veces, las dos primeras por piernas, y la tercera para embocar a un toque un servicio de Neymar desde la izquierda en una combinaci¨®n de billar abrochada por La Pulga.

El Bar?a se exhib¨ªa y hasta Jordi Alba le tiraba un ca?o a M¨ªchel para expresar en qu¨¦ t¨¦rminos transcurr¨ªa el primer tiempo. El centro del campo de Djukic era un alma en pena. Desubicado Canales a la derecha, impreciso M¨ªchel en el primer pase y pesado Ever Banega en el tr¨¢nsito a la delantera. Todos fuera de onda menos el debutante Pab¨®n. El potente atacante colombiano fue el ¨²nico con el cambio de ritmo adecuado para ara?ar a la defensa azulgrana. Hasta que Postiga, que lleg¨® a Mestalla para cubrir el hueco dejado por Soldado, justific¨® su fama de gran definidor: primero empal¨® una espectacular volea al centro de Jo?o Pereira desde la derecha; despu¨¦s cabece¨® imperial al primer palo un centro de c¨®rner desde el otro costado. No ser¨¢ r¨¢pido ni dibujar¨¢ los desmarques de ruptura de su predecesor, traspasado al Tottenham, pero se relame cuando se trata de disparar a gol.

Dada su vulnerabilidad defensiva, una especie de p¨¢jara de varios minutos, al Bar?a le entraron ciertas dudas tras el descanso. Disipadas cuando observ¨® que el centro del campo del Valencia segu¨ªa siendo un enorme caos. Iniesta asumi¨® m¨¢s protagonismo y Neymar ya supo lo que le espera en la Liga con defensas tan correosos como Jo?o Pereira. Aunque mermada su fant¨¢stica visi¨®n de juego desde la posici¨®n de extremo izquierdo, el brasile?o empez¨® anoche a conectar con Messi, busc¨¢ndose a la m¨ªnima ocasi¨®n.

Al Valencia lo revitalizaron la entrada de Jonas, Parejo y Feghouli. Y el brasile?o envi¨® un disparo al palo desde la frontal despu¨¦s de que Messi hubiese perdonado hasta tres tiros a bocajarro ante Diego Alves. La segunda parte se convirti¨® en un precioso correcalles de ida y vuelta, con ocasiones claras para los dos equipos y los porteros agigantados en m¨¢s de una ocasi¨®n, especialmente Alves para evitar que el encuentro muriera definitivamente a pies de Messi, un azote constante.

En una tarde muy calurosa en Valencia, pen¨²ltimos coletazos del verano, La Pulga advirti¨® que nunca se hab¨ªa ido, que siempre hab¨ªa estado.