Al l¨ªmite en medio de la nada
Enfermos, incomunicados, rescatados, heridos... La vuelta al mundo a vela esconde historias que pudieron resultar tr¨¢gicas
La Volvo Ocean Race est¨¢ plagada de hombres ¨Cy mujeres¨C dispuestos a arriesgar sus vidas durante meses en una de las competiciones m¨¢s extenuantes del deporte. D¨ªa y noche, a lo largo de miles de millas de traves¨ªa, las tripulaciones tienen que lidiar con condiciones extremas, temporales y aver¨ªas que pueden acabar con los barcos engullidos por las aguas.
Muchas de estas situaciones dram¨¢ticas terminan sin mayores da?os que los de las sufridas embarcaciones. Uno de los m¨¢s sonados fue el de la tripulaci¨®n del espa?ol Movistar, rescatado en la edici¨®n de 2006 por una embarcaci¨®n rival que hab¨ªa perdido a uno de sus tripulantes. Muchos participantes se acaban sobreponiendo a todo tipo de situaciones ins¨®litas, de extrema dureza, con el ¨²nico prop¨®sito de llegar al puerto final. Aunque en el camino uno haya estado perdido en medio del oc¨¦ano, enfermo, sin radio y sin saber si la embarcaci¨®n en cuesti¨®n acabar¨¢ en el fondo del mar.
Conny van Rietschoten. ocult¨® a sus compa?eros que estaba sufriendo un ataque al coraz¨®n
Por fortuna, desde que los primeros intr¨¦pidos se echaran a la mar en la competici¨®n en 1973 los medios han mejorado sustancialmente. Las emisoras de radio son m¨¢s fiables, siempre hay equipos de salvamento y m¨¦dicos a disposici¨®n de los tripulantes y la coordinaci¨®n ha pasado a ser fundamental.
Aunque a veces haya que echar mano de procedimientos menos sofisticados: en la edici¨®n de 1977-1978 no hubo otra manera de acceder a Eric Letrosne, herido a bordo del 33 Export, que nadando en las g¨¦lidas aguas de la parte m¨¢s meridional del Atl¨¢ntico. El responsable de la haza?a fue el m¨¦dico franc¨¦s Jean Louis Sabarly. Una fuerte ola hab¨ªa impactado en el barco de Letrosne, y este hab¨ªa chocado con una barandilla y se hab¨ªa roto una pierna. El doctor se acerc¨® en barco, pero las p¨¦simas condiciones metereol¨®gicas hac¨ªan imposible el acercamiento. La soluci¨®n, en un ataque de arrojo por parte del m¨¦dico, pasaba ¨²nicamente por echarse al mar y nadar en aguas heladas para llegar al herido y ponerlo a salvo.
Quienes se embarcan en la aventura pasan d¨ªas sin ver tierra, por lo que zarpar con un enfermo a bordo puede despertar situaciones imprevistas. Es el caso del brit¨¢nico Andrew Dibsdall, que en la edici¨®n de 1989 comenz¨® a reparar en los primeros s¨ªntomas de deshidrataci¨®n. Algo habitual, pero en este caso preocupante: acababa de serle trasplantado un ri?¨®n. Solo, y en medio del mar, tuvo que esperar en una balsa a la llegada del helic¨®ptero que le iba a trasladar al hospital de Cork (Irlanda).
M¨¢s arriesgada fue la vivencia del Conny van Rietschoten. Y m¨¢s ins¨®lita, aunque a ¨¦l no se lo pareciera. Empe?ado en acabar la traves¨ªa en 1982, aguant¨® como pudo hasta el final, tal era el tes¨®n del holand¨¦s. Eso s¨ª, la dolencia no era despreciable: no dijo a ninguno de sus compa?eros que acababa de sufrir un ataque al coraz¨®n.
Pocas situaciones pueden ser m¨¢s dram¨¢ticas que estar en medio de ninguna parte, rodeado de icebergs, con el agua entrando por todas partes, y sin posibilidad de comunicarse con el exterior por una aver¨ªa de la radio. En 1993 los medios al alcance de las embarcaciones hab¨ªan mejorado, pero nadie est¨¢ exento de las malas pasadas de la tecnolog¨ªa. Eso le ocurri¨® a las 11 personas a bordo del italiano Brooksfield, en la segunda etapa de esa edici¨®n que les llevaba desde la costa de Uruguay hasta Australia. El 5 de diciembre de ese a?o, el barco se encontraba a 400 millas na¨²ticas (casi 800 kil¨®metros) de las Islas Kerguelen ¨Cconocidas tambi¨¦n como Islas de la Desolaci¨®n, cerca de la Ant¨¢rtida y habitadas solo por un pu?ado de cient¨ªficos¨C. Sin posibilidad de comunicarse con nadie, pasaron horas desaparecidos en medio de la nada, entre el Polo Sur y Sud¨¢frica. En medio de un ambiente desesperado, una embarcaci¨®n francesa los vio en la distancia. Dieron con ellos sanos y salvos, mientras ellos segu¨ªan achicando agua. D¨ªas despu¨¦s llegaban a tierra firme. Y acabaron sextos, aunque eso para muchos era ya lo de menos.
Jean Louis Sabarly, m¨¦dico franc¨¦s, nad¨® en aguas g¨¦lidas para rescatar a un tripulante que se hab¨ªa roto la pierna
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