Pecado mortal
Como si se tratase de un curso donde necesitas aprobar todas las asignaturas para pasar al siguiente, un ¨²nico suspenso en la fundamental disciplina de ganar un partido apretado termin¨® con el sue?o espa?ol. A¨²n teniendo en cuenta que todo hubiese sido distinto si Calder¨®n acierta con el ¨²ltimo tiro en el tiempo reglamentario o el palmeo de Claver corre mejor suerte, en este tipo de desenlaces con tanto en juego, la nota final depende casi exclusivamente de lo que muestre el marcador. Y la verdad es que, sin llegar al colapso de las tres derrotas anteriores, Espa?a volvi¨® a estar demasiado enredada en esos instantes definitivos, no encontr¨® la forma de sacar provecho de Marc, tuvo varios ataques donde ni siquiera pudo llegar a tirar a canasta y termin¨® dej¨¢ndolo casi todo en las manos de Sergio Rodr¨ªguez, que altern¨® aciertos con alguna que otra precipitaci¨®n. Le salv¨® moment¨¢neamente su defensa, pero no fue suficiente.
A Espa?a probablemente le falt¨® f¨ªsico, que fue lo que utiliz¨® Francia
A Espa?a probablemente le falt¨® f¨ªsico, que fue lo que utiliz¨® Francia para poder contrarrestar una primera parte del encuentro donde sin llegar a lo mostrado ante Serbia, se comport¨® de forma excelente. Defendi¨® tan bien como inteligentemente, sin obsesionarse con Parker y negando cualquier otro tipo de recurso a Francia, permitiendo un solo punto por minuto durante los dos primeros cuartos. Pero Francia no es Serbia. En el segundo tiempo, comprendi¨® que sus opciones pasaban por intentar equilibrar la eficacia defensiva espa?ola e involucrar en su ataque a alg¨²n jugador m¨¢s que Parker. A base de m¨²sculo, sacaron provecho jugando al l¨ªmite, como hicieron en su momentos los tres verdugos anteriores de Espa?a. Nuestra selecci¨®n las empez¨® a pasar canutas para seguir sumando tanto frente a una defensa hombre a hombre como zonal (abusamos del bote y pecamos de r¨¢pidas circulaciones), y el recurso de vigilar a Marc con un tipo como Pietrus, m¨¢s bajo pero mucho m¨¢s din¨¢mico que gente como Ajnca, empez¨® a surtir efecto, con todo lo que ello significa en la maquinaria espa?ola. Tapadas las v¨ªas de agua, el trabajo de recuperaci¨®n lo complet¨® con una racha inesperada de triples, 8 de 10, m¨¢s si tenemos en cuenta que los nueve anteriores hab¨ªan sido errados.
Llegaron los ¨²ltimos momentos, donde las jerarqu¨ªas se tornan especialmente significativas. Francia la tuvo en Parker, pero Espa?a no encontr¨® un faro claro que le guiase. Rudy y Sergio Rodr¨ªguez tuvieron su momento, con triples y hasta tres alley oops marca de la casa, pero su ¨¦xtasis se alcanz¨® demasiado lejos de la meta y la extrema tensi¨®n termin¨® haciendo mella. Se busc¨® pero no se encontr¨® a Marc, se ech¨® de menos algo m¨¢s de cuerpo ante las embestidas de los atl¨¦ticos jugadores franceses, y en la ruleta final, lo perdimos casi todo, sin que se pueda echar la culpa a nada m¨¢s que nuestros propios errores. Sin que sirva de consuelo, hay una especie de justicia divina en el triunfo de Francia, la selecci¨®n que m¨¢s veces ha sufrido el azote de la generaci¨®n de oro espa?ola.
Queda cerrar el europeo con la disputa de una medalla, cuesti¨®n que dista mucho de ser menor. Es cierto que Espa?a vino a por el oro, pero otro metal, aunque sea de bronce, alargar¨¢ la cosecha a la espera de tiempos mejores. Visto lo visto y aunque todo pendi¨® de un hilo, no debe extra?ar que finalmente hayamos descarrilado, pues nuestro mayor defecto radic¨® en el ¨¢rea del conocimiento, temple y acierto donde se deciden los campeonatos. Un pecado que tarde o temprano resulta mortal.
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