La contradicci¨®n de Rosell
Al presidente del Bar?a le ha dado un ataque reglamentario con los menores en el estadio
A veces da la sensaci¨®n de que Rosell vive en una contradicci¨®n permanente desde que es presidente del Bar?a. Hay momentos en que se le pone la cara de sheriff y manda que se cumpla la ley para comparecer m¨¢s tarde como un pistolero ahorcado despu¨¦s de un linchamiento p¨²blico, sin mediar juicio, v¨ªctima de la incomprensi¨®n, como si nadie reparara en su virtud justiciera. Ayer estuvo en Catalunya R¨¤dio para defender la decisi¨®n de la directiva de prohibir que los menores de siete a?os sigan entrando gratis al Camp Nou y acab¨® por inmolarse ante el barcelonismo, que se qued¨® aturdido por la norma y perplejo por la reacci¨®n presidencial: ¡°Prefiero un titular que diga: ¡®Rosell no deja entrar a los ni?os¡¯ a ¡®Rosell ha matado a un ni?o¡±.
La historia es que hasta ahora los ni?os acud¨ªan al estadio de la mano de sus familiares, en ocasiones de forma indiscriminada y en otras con la complicidad de los porteros, que hac¨ªan la vista gorda en los casos de duda sobre la edad del menor, para qu¨¦ negarlo. Hab¨ªa pocas cosas m¨¢s naturales en el proceso de iniciaci¨®n al barcelonismo que ver el primer partido del equipo sentado en las piernas de los padres, los abuelos o los parientes m¨¢s pr¨®ximos. Ha sido una tradici¨®n desde que se inaugur¨® el Camp Nou en 1957. Nadie se sinti¨® un intruso o un estafador ni repar¨® en que pudiera ser peligroso sino que se consider¨® un acto de fe y afirmaci¨®n barcelonista. El riesgo de que pudiera pasar alguna cosa era asumido por la familia como parte de la emoci¨®n que supon¨ªa viajar al campo del Bar?a.
La responsabilidad era de alguna manera compartida hasta que la junta de Rosell ha dicho que a partir de ahora incluso los menores necesitar¨¢n una entrada para acceder al estadio por una cuesti¨®n de seguridad. El club calcula que si la temporada pasada acudieron 15.000 ni?os a las 12.00 contra el Getafe, el d¨ªa 26 a las 18.00 horas pueden llegar a ser 40.000 ante el Madrid. La previsi¨®n invitaba a tomar precauciones, ni que fuera de manera puntual m¨¢s que global, y exig¨ªa la b¨²squeda de una soluci¨®n antes que denunciar el problema. El consejo azulgrana, sin embargo, opt¨® por una medida dr¨¢stica con la que ning¨²n barcelonista contaba como es la de recurrir a una ley del a?o 2007 que se aplica desde 2010: nadie puede acceder a un espect¨¢culo sin disponer de una entrada con una localidad asignada. Hay entidades que la cumplen al pie de la letra, como el Madrid, mientras que tambi¨¦n se dan las que son m¨¢s permisivas como el Atl¨¦tico o el Espanyol. El Bar?a cambia de bando a pesar de que el propio presidente ha dicho: ¡°Desde el punto de vista popular estoy en contra de la decisi¨®n, pero la ley es la ley¡±.
Hab¨ªa pocas cosas m¨¢s naturales en el proceso de iniciaci¨®n al barcelonismo que ver el primer partido sentado en las piernas de los padres
Los argumentos del presidente han sido tan sorpredentes que no solo complican la comprensi¨®n de la medida sino que invitan a reflexionar sobre el esp¨ªritu de la norma. Rosell ha utilizado t¨¦rminos dram¨¢ticos: el temor a una avalancha, a la asfixia, a la muerte, cuando jam¨¢s se supo de un incidente; ha procedido por su cuenta: Interior no ha sido consultado sino simplemente informado; ha actuado de imprevisto: despu¨¦s de la asamblea y en una junta que no cont¨® con el vicepresidente social Cardoner; y no ha medido ni las consecuencias ni el impacto de su decisi¨®n. Incluso ha admitido veladamente su desproporci¨®n cuando ha insinuado que despu¨¦s de aplicar la ley en el partido contra el Madrid ver¨¢ la manera en que se puede burlar en los encuentros posteriores sin que sea delito.
La medida est¨¢ en contradicci¨®n adem¨¢s con el programa electoral de la candidatura de Rosell (¡°buscaremos horarios buenos para que podamos ir en familia a los partidos¡±), se opone a su propuesta de montar una grada jove (los Mossos desaconsejaron su creaci¨®n despu¨¦s de constatar la presencia de hinchas violentos) y va contra el esp¨ªritu del m¨¦s que un club, lema construido con el tiempo, con paciencia, de forma inteligente, trampeando la ley vigente y emparent¨¢ndose con Unicef.
A Rosell le ha dado un ataque reglamentario de tal magnitud (los estatutos son nuevos, hay un c¨®digo ¨¦tico y se recuperan las leyes) que parece como si el barcelonismo viviera en falso desde hace tiempo y necesesitara ponerse a corriente de pago y acorde por fin con la ley. A veces parece como si Rosell hubiera llegado de otro club que no es el Bar?a, y no porque no sea socio, que lo es desde que naci¨®, sino por su falta de sentido com¨²n y facilidad para complicarse la vida con las cosas m¨¢s insospechadas.
Justamente ahora en que parece haber una competici¨®n de paternidad en el vestuario y los hijos de los futbolistas acuden en masa a la celebraci¨®n de los t¨ªtulos, la junta de Rosell decide que los menores sin entrada no pasen en el Camp Nou. Ante el desconcierto, har¨ªa bien la junta en ocuparse antes de los incidentes que ocurren en la tercera grader¨ªa y de interesarse por las localidades de mala visibilidad que de impedir el paso a los ni?os. La crisis semanal la gener¨® esta vez la junta y no la prensa.
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