Las dos vidas de Pancho Puskas
Alg¨²n vecino del n¨²mero 13 de la madrile?a plaza de los Reyes Magos recuerda a¨²n el tiempo en que Pancho Puskas vivi¨® all¨ª, hace m¨¢s de medio siglo. Al lado de la calle Samaria, donde ten¨ªa su domicilio de clase media (una placa lo testimonia) Santiago Bernab¨¦u, la persona que dio su segunda oportunidad al futbolista h¨²ngaro, algo que desgraciadamente casi nunca se repite en otros ¨®rdenes de la vida. Todav¨ªa queda alg¨²n bar en la zona donde se dice que all¨ª chateaba Puskas, de quien se sabe que era muy mal hablado ¡ªcontinuos tacos¡ª en su castellano deficiente, que hab¨ªa aprendido leyendo novelas del Oeste de Marcial Lafuente Estefan¨ªa, y de Siver Kane (homenaje al maestro Francisco Gonz¨¢lez Ledesma).
Desde Reyes Magos sal¨ªa todos los d¨ªas hacia el Estadio Bernab¨¦u, los domingos a jugar y el resto de la semana a entrenarse. Un grupo de gente madura hoy, ya jubilados o a punto de jubilarse, acud¨ªa entonces de manera frecuente a ver los entrenamientos irrepetibles de Puskas, Di St¨¦fano, Gento o el estupendo defensa central uruguayo Jos¨¦ Emilio Santamar¨ªa, mucho menos evocado que los primeros, pero tambi¨¦n sensacional. Esos entrenamientos se celebraban en el campo de tierra situado al lado de la piscina del Bernab¨¦u, en lo que hoy es el centro comercial que limita con las calles Concha Espina y Padre Dami¨¢n. Con la complicidad de unos empleados que siempre hab¨ªan trabajado en el club, aquellos chavales se jugaban el curso y hac¨ªan pellas para pasarse las ma?anas en ese sitio m¨ªtico, en el que tambi¨¦n coincid¨ªan los veteranos del Madrid. As¨ª se dieron cuenta de que el pie izquierdo de Puskas parec¨ªa la mano de Picasso.
El homenaje de esta semana hace justicia a un mito madridista que dijo: ¡°El f¨²tbol me gusta, quiz¨¢, m¨¢s que la vida¡±
Puskas fue feliz en el Madrid de los a?os sesenta y en el Real Madrid, donde desarroll¨® su segunda vida. El presidente del mejor equipo del mundo lo fich¨® a finales de los a?os cincuenta, con 31 a?os y una tripa monumental, en contra del parecer silente (nadie se atrev¨ªa a contradecir a Bernab¨¦u) de parte de su junta directiva. Pocas decisiones tan acertadas. No s¨®lo gan¨® tres Copas de Europa, cinco Ligas, una Copa (del General¨ªsimo) y la primera Intercontinental, sino que fue pichichi cuatro a?os y devino en uno de los mitos m¨¢s fuertes del madridismo, por s¨ª mismo y como componente de la mejor delantera de todos los tiempos (Kopa, Rial, Di St¨¦fano, Puskas y Gento). Todav¨ªa ayer, con Roberto Carlos, u hoy, con Cristiano, cuando se dispara un ob¨²s y marcan de falta, los m¨¢s veteranos se acuerdan de Puskas.
La primera vida del h¨²ngaro, sus primeros 30 a?os, sucedi¨® en Budapest. Tras pasar su ni?ez en la calle, de la ma?ana a la noche, jugando al f¨²tbol (sus compa?eros le llamaban ¡°el hermano peque?o¡±), lider¨® los momentos m¨¢s gloriosos del equipo del ej¨¦rcito, el Honved (donde Puskas adquiri¨® el rango de coronel), y de la selecci¨®n magiar. En los a?os cincuenta, una selecci¨®n h¨²ngara capitaneada por Puskas (y compuesta tambi¨¦n por dos irrepetibles jugadores que acabar¨ªan en el Bar?a, Sandor Kocsis, uno de los mejores cabeceadores de la historia, y el extremo Zoltan Czibor), adem¨¢s de ser medalla de oro en los Juegos Ol¨ªmpicos de Helsinki, proporcion¨® a la selecci¨®n inglesa el mayor rid¨ªculo de su historia (3-6 en Wembley y 7-1 en Budapest).
Esta primera vida de Puskas en un Budapest gobernado por un estalinismo que hizo del f¨²tbol uno de sus instrumentos preferidos de propaganda, es estupendamente descrita en el documental referido al coronel galopante (as¨ª lo denominaban en Hungr¨ªa) de la serie El partido del siglo, elaborada por Santiago Segurola y producida por el inolvidable El¨ªas Querejeta. All¨ª se ve c¨®mo en 1956 los tanques sovi¨¦ticos aplastan la revuelta contra el r¨¦gimen estalinista y se inicia la di¨¢spora de los mejores jugadores magiares de la historia, encabezados por Puskas, Kocsis o Czibor. Cuando el primero deambulaba sin saber qu¨¦ hacer, Bernab¨¦u lo repesc¨®, Ferenc Puskas se convirti¨® en Pancho Puskas, el coronel galopante devino en ca?oncito pum, y logr¨® formar parte del mejor imaginario del madridismo. Cuando cay¨® el socialismo real, Puskas volvi¨® a Budapest, donde vivi¨® los ¨²ltimos a?os de su vida. Muri¨® en 2006 aquejado de la enfermedad del olvido. Uno de los hombres centrales en la historia del Real Madrid acab¨® sus d¨ªas sin saber cu¨¢nto hab¨ªa contribuido ¨¦l a la misma.
Hace unos d¨ªas Florentino P¨¦rez, el sucesor actual de Santiago Bernab¨¦u, hizo justicia inaugurando en la ciudad deportiva de Valdebebas un busto en honor a Puskas. Est¨¢ cerca del estadio Alfredo Di St¨¦fano, que lleva al nombre de su amigo y principal colaborador, al que ayud¨® a hacer el m¨¢s grande. En el acto estaba presente un octogenario Gento, la galerna del Cant¨¢brico, memoria viva de los mejores tiempos de quienes entonces ¨¦ramos j¨®venes. Honrados los mitos m¨¢s queridos del madridismo, que nos hicieron tan felices.
En el documental citado, Segurola y Querejeta escuchan sentenciar a Puskas; ¡°El f¨²tbol me gusta, quiz¨¢, m¨¢s que la vida¡±. Tiene toda la raz¨®n el cul¨¦ Juan Cruz cuando escribe que el f¨²tbol es melancol¨ªa.
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