El Almer¨ªa ahonda en la herida del Betis

Se mueve el Betis como un ej¨¦rcito derrotado. Tiene ramalazos de gloria, alg¨²n que otro apunte ¨¦pico, pero va de retirada en retirada, camino de Segunda Divisi¨®n. El derbi regional de los bajos de la tabla volvi¨® a mostrar a un equipo desesperado y a otro, el Almer¨ªa, con m¨¢s vida, animado por esa pizca de suerte que le hace estar vivo. Ese pel¨ªn de fortuna que provoca que el disparo de Azeez se convierta en gol despu¨¦s del toque de Paulao mientras los del b¨¦tico Juan Carlos, por ejemplo, se estrellan en la madera. El Betis no jug¨® mal y cre¨® ocasiones, pero juega al f¨²tbol de manera enloquecida, en medio de una ansiedad delirante. Gran triunfo del Almer¨ªa, con un Esteban soberbio, en especial cuando el conjunto sevillano le apret¨® de lo lindo. Sobre todo, en un remate dentro del ¨¢rea peque?a de Jorge Molina. La victoria le sabe a gloria al Almer¨ªa, que respira y deja al colista muy tocado, con sus jugadores llorando despu¨¦s de la derrota.

El Betis se desangra, acumula 10 jornadas sin ganar, y no hay nadie que pueda aliviar a este enfermo, con claros s¨ªntomas de convertirse la pr¨®xima temporada en equipo de Segunda Divisi¨®n. Garrido hace lo que puede, juega de forma valiente y busca el triunfo. Sus intenciones chocan con la falta de calidad y la poca prestancia defensiva de un grupo plagado de defectos, y, adem¨¢s, hecho un manojo de nervios. No es problema del Almer¨ªa, que fue a lo suyo, a ganar un partido con orden y aprovechando los nervios del rival, incluso fallando un gol a puerta vac¨ªa.

El sancionado Francisco lo vio claro. No tuvo m¨¢s que poblar su centro del campo para ganarle la partida a un Betis partido, que afront¨® lo que era una final con cuatro delanteros. Resulta complicado ver a un colista jugar de forma tan descarada. En los s¨®tanos de la clasificaci¨®n no valen las buenas intenciones, solo los resultados, los puntos y las victorias. Lleg¨® el Almer¨ªa en un primer acercamiento de Verza y, al segundo, a los tres minutos, Azeez dispar¨® desde fuera del ¨¢rea, el bal¨®n dio en Paulao y se col¨® en la meta de Sara. Reaccion¨® bien el Betis, o, mejor dicho, de la forma m¨¢s decente que pudo. Apretaron Juan Carlos y Vadillo, muy activos, pero al f¨²tbol del equipo verdiblanco le faltaba pausa y acierto. Es el caso de Rub¨¦n Castro. No hay un futbolista que simbolice mejor el declive del Betis. Una sombra del jugador letal de las ¨²ltimas temporadas. Acosado por las lesiones su rendimiento se hunde al mismo tiempo que su equipo. Fue conmovedor el esfuerzo b¨¦tico, pero el Almer¨ªa supo sufrir para defenderse con orden y esperar que la ansiedad del Betis le fuera preparando el partido perfecto para sus intereses. Cape¨® el temporal mientras Juan Carlos lanzaba al larguero, mientras Jorge Molina no llegaba a un buen remate de Didac.

Vadillo, antes de lesionarse, puso en apuros a Esteban, que fue un coloso despu¨¦s a disparos de Rub¨¦n Castro y Jorge Molina. El Betis, hecho un flan, no se rindi¨®, pero acab¨® desquiciado, buscando el gol de forma desesperada, dejando huecos incre¨ªbles que no aprovech¨® el Almer¨ªa. Los de Francisco dejaron muy tocado a su rival, donde el efecto Garrido es perverso. Un entrenador, que, quiz¨¢s, no sabe d¨®nde se ha metido ni parece tener respuestas claras para salvar al Betis.