El casco, entre necesidad y est¨¦tica
Schumacher salv¨® la vida gracias a la protecci¨®n en la cabeza, un elemento extendido en el esqu¨ª alpino, pero no en el de monta?a y el alpinismo, y que no es obligatorio en las pistas
¡°Sin el casco no hubiera sobrevivido¡±, aseguraron los m¨¦dicos que atienden a Michael Schumacher en Grenoble tras su grave accidente de esqu¨ª. Y s¨ª, el casco salva vidas. Lo mismo que el cintur¨®n de seguridad. Parecen afirmaciones obvias, un debate cerrado en aquellas actividades en las que el uso de una protecci¨®n en la cabeza es obligatorio, caso del ciclismo, del motociclismo, del hockey sobre hielo y dem¨¢s deportes susceptibles de generar da?os en el cerebro. El uso y las leyes hacen la costumbre. A veces, el uso no obligado crea tendencia, y el esqu¨ª alpino es un buen ejemplo: en Espa?a, como en el resto del mundo, no existe una ley que obligue a portar casco en las pistas y sin embargo un elevad¨ªsimo porcentaje de esquiadores lo han incorporado a su equipamiento (entre un 50 y un 75% de los mismos, seg¨²n datos de las estaciones de esqu¨ª). Aqu¨ª, el ejemplo empieza desde abajo, y es que casi el 100% de los ni?os emplean el casco: sencillamente, los padres lo tienen muy claro. A partir de aqu¨ª, es muy probable que el ni?o incorpore el uso del casco m¨¢s all¨¢ de su infancia, por cultura y sentido com¨²n.
Aquellos que aprendieron a esquiar sin ver cascos en las pistas se suman a la tendencia por cuestiones diversas. ¡°Unos lo hacen por seguridad, otros porque de esa manera protegen tambi¨¦n la cabeza del fr¨ªo y los hay que ven en ¨¦l, adem¨¢s, una calidad est¨¦tica¡±, explica Arkaitz Yurrita, profesor de esqu¨ª en la estaci¨®n de Ast¨²n (Huesca). Yurrita siempre porta casco cuando da clases a ni?os: ¡°Es la ¨²nica manera de ser un referente en este apartado, de dar ejemplo¡±, si bien reconoce que cuando da clases a adultos suele prescindir de ¨¦l salvo los d¨ªas de gran afluencia de esquiadores, o cuando hace calor. Con todo, reconoce que ¡°es mucho m¨¢s juicioso llevarlo, porque protege¡±.
Hace apenas 20 a?os, solo los m¨¢s precavidos pedaleaban con casco, con los primeros cascos que sustituyeron a las chichoneras. En 2003, entr¨® en vigor la ley que obliga a llevar casco si se circula en bicicleta en v¨ªas interurbanas, y se estima que este mismo a?o sea obligado tambi¨¦n en v¨ªas urbanas. Hoy en d¨ªa, pr¨¢cticamente no hay cicloturista que no lleve casco, y el mismo est¨¢ considerado como un aderezo est¨¦tico de primer orden, una pieza que debe ir a juego con el color de la bici, las gafas de sol y el maillot. Al menos desde este punto de vista, se ha ganado una batalla. Y el que no atiende a consideraciones est¨¦ticas, lo lleva por obligaci¨®n. Y salva vidas. Como ha sucedido en el esqu¨ª con Schumacher, que sigue en estado cr¨ªtico pero estable.
Aunque la ley no lo exige, su uso es muy com¨²n sobre todo en los m¨¢s j¨®venes
Pero lo mismo que el cintur¨®n de seguridad dispara las posibilidades de sobrevivir a un accidente de tr¨¢fico, su uso no obra milagros. Tampoco el casco. Seg¨²n The New York Times, el 70% de los esquiadores norteamericanos usan casco en las pistas, lo que no ha incidido en un descenso de las muertes provocadas por traumatismos severos en la cabeza. El uso del casco s¨ª ha reducido, en cambio, las consecuencias de impactos que una cabeza desprotegida hubiera causado. Con lo cual, regresamos al principio: el casco salva vidas. O, al menos, minimiza en seg¨²n qu¨¦ casos la gravedad de las lesiones.
Parad¨®jicamente, el hermano menor del esqu¨ª alpino, el esqu¨ª de monta?a, en plena revoluci¨®n y auge, vive a¨²n ajeno a la tendencia que se vive en pistas. Y eso que su terreno de juego, la monta?a, sin pistas pisadas o balizadas, con hielo y cambios caprichosos en el tipo de nieve, es potencialmente m¨¢s peligroso. El esqu¨ª de monta?a permite ascender picos, y es precisamente ascendiendo donde m¨¢s accidentes se registran: cuando las pieles de foca resbalan sobre una placa de nieve dura y se da una ca¨ªda, salvo que el esquiador lleve el piolet en la mano (pr¨¢ctica nada extendida) tendr¨¢ mucha suerte si no encuentra una roca en su camino. Los mismos si se ve envuelto en un alud, m¨¢s a sabiendas de que en muchos casos la muerte del esquiador se produce antes por traumas que por asfixia.
El uso del casco es obligado en las competiciones de esqu¨ª de monta?a, no as¨ª en las de escalada, otra actividad deportiva en la que empieza a generarse cierto debate sobre la ausencia casi generalizada del uso del casco. Si bien los alpinistas asumen que deben llevar casco para minimizar los peligros objetivos (ca¨ªdas de roca o hielo), muchos escaladores deportivos ven con buenos ojos el uso del casco pero nunca se lo ponen, y ello pese a multitud de casos documentados que demuestran que muchos siniestros hubieran sido evitados portando casco.
Curiosamente, los fabricantes de material de escalada no acaban de convencer a sus deportistas patrocinados para que prediquen con el ejemplo, dejando escapar sustanciosas ventas. De hecho, hay cascos homologados tanto para esquiar como para escalar o andar en bicicleta. La renuncia al casco en el esqu¨ª de monta?a como en la escalada obedecen en parte a una evidente falta de cultura y de legislaci¨®n como a la percepci¨®n de libertad que ambas actividades evocan en sus practicantes. Vestir con un casco la imagen idealizada de estas actividades no vende. Pero es s¨®lo una cuesti¨®n est¨¦tica.
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