Eus¨¦bio vive para siempre
Miles de aficionados han llenado desde la tarde del domingo la capilla de ardiente con el cuerpo del jugador, fallecido ayer a los 71 a?os
Lisboa, en un d¨ªa feo, ceniciento y fr¨ªo, dijo adi¨®s a Eus¨¦bio, convertido ya para siempre en mito portugu¨¦s. De hecho, en el pa¨ªs no se habla de otra cosa sino de la figura creciente de este futbolista que marc¨® para siempre el deporte luso desde sus gloriosos a?os sesenta. Portugal sigue, de hecho, en estado de choque, paralizada. As¨ª ha estado desde que en la madrugada del domingo se anunciara la muerte del futbolista a los 71 a?os. Las televisiones, las radios y los peri¨®dicos se han quedado enganchados a las im¨¢genes y a los testimonios que hacen referencia a la Pantera Negra y da la impresi¨®n de que les va a costar salir de ah¨ª. Las cadenas retransmiten en directo las distintas ceremonias que jalonan la despedida del futbolista y se suceden los comentarios, los recuerdos y las an¨¦cdotas de todos cuantos tuvieron algo que ver con ¨¦l: desde los pol¨ªticos veteranos que recuerdan su m¨ªtico partido del Mundial de 1966 contra Corea del Norte a los humoristas m¨¢s j¨®venes que recuerdan haberle visto en el aeropuerto o los incontables an¨®nimos que llaman a la radio para acordarse, simplemente, de su maravillosa forma de jugar o su sencilla manera de ser.
Muchos piden que sus restos mortales descansen en el Pante¨®n Nacional
La capilla ardiente se volvi¨® a abrir este lunes por la ma?ana en el Est¨¢dio da Luz del Benfica y al mediod¨ªa, horas despu¨¦s, el f¨¦retro del jugador fue trasladado hasta el c¨¦sped del campo. Ante 15.000 seguidores que aguantaban un aguacero de invierno, fue instalado en el c¨ªrculo central para rendirle el ¨²ltimo homenaje desde un terreno de juego. A pocos metros, fuera del campo, en la entrada del estadio, su estatua de bronce se hab¨ªa llenado de bufandas y de flores. Alguien le hab¨ªa colocado una corona para recordar que tambi¨¦n a ¨¦l, adem¨¢s de a Pel¨¦, le llamaban El Rey. Luego, en un coche, escoltado por motoristas de la polic¨ªa, recorri¨® el centro de Lisboa. En una de estas calles, la Federaci¨®n Portuguesa de F¨²tbol despleg¨®, en la fachada de su sede, un impresionante cartel en el que se le¨ªa: ¡°Los genios siempre viven¡±.
En el Ayuntamiento de la ciudad recibi¨® otro homenaje para partir despu¨¦s hasta el Semin¨¢rio Franciscano da Luz, cerca del campo del Benfica, donde se ofici¨® un funeral al que asistieron, entre otros, el primer ministro, Pedro Passos Coelho, y el presidente de la Rep¨²blica, An¨ªbal Cavaco Silva. Esto muestra hasta qu¨¦ punto la muerte de este deportista ha sacudido un pa¨ªs que, de pronto, se ve sin uno de sus s¨ªmbolos, m¨¢s all¨¢ de los colores deportivos, m¨¢s all¨¢ del deporte mismo.
El pa¨ªs ha perdido a uno de sus s¨ªmbolos m¨¢s all¨¢ del deporte
Muchos comparan hoy a Eus¨¦bio con la tambi¨¦n m¨ªtica Am¨¢lia Rodr¨ªgues, la universal fadista que coloc¨® la m¨²sica popular portuguesa en el mundo y cuya muerte en 1999 tambi¨¦n estremeci¨® Portugal. La fadista y el futbolista, los dos h¨¦roes populares de un pa¨ªs que en los a?os de la dictadura se cerr¨® sobre s¨ª mismo, los dos h¨¦roes de la gente que supieron despu¨¦s sacudirse la ro?a de Salazar y sobrevivir a su propio tiempo. De hecho, muchos (entre otros varios pol¨ªticos) piden ya que los restos mortales de Eus¨¦bio, que reposar¨¢n en el cementerio lisboeta de Lumiar, sean trasladados, dentro de unos a?os, al Pante¨®n Nacional, que alberga s¨®lo, con la excepci¨®n, precisamente, de Am¨¢lia Rodrigues, escritores insignes, presidentes de la Rep¨²blica y pol¨ªticos indiscutibles. Un seguidor del Benfica reclam¨® eso en la televisi¨®n: ¡°Yo ya s¨¦ que Eus¨¦bio no es un hombre de letras. Pero pose¨ªa la cultura del f¨²tbol¡±.
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