Pacto de no agresi¨®n en Anoeta
Real Sociedad y Villarreal se tantean y amagan en el primero de los tres partidos en los que se enfrentan en ocho d¨ªas
Las apariencias enga?an. Se supon¨ªa que hab¨ªa cuatro delanteros en el rect¨¢ngulo y que entre sus cuatro paredes ficticias hab¨ªa delineantes para tirar diagonales y l¨ªneas rectas que buscasen las cosquillas. Por all¨ª andaban por vez primera juntos, por ejemplo, Seferovic y Agirretxe, dos bombas, y Giovani y Jonathan Pereira, dos electricistas del gol. Pero, nada. En la Real, Seferovic se dedicaba a abrir los espacios a los que no llegaban (l¨¦ase Griezmann) y Agirretxe se afanaba en tapar las salidas de Bruno, el capit¨¢n general del Villarreal. O sea, conclusi¨®n: no eran delanteros centro, sino centrocampistas m¨¢s adelantados, infanter¨ªa ocupada en frenar el primer avance del enemigo. El Villarreal no iba a la zaga en la t¨¢ctica de despiste: sus dos delanteros, Giovani y Jonathan Pereira, ten¨ªan m¨¢s de esp¨ªas vigilando la retaguardia del rival que de gastadores en combate. A¨²n as¨ª, la ¨²nica acci¨®n ofensiva (con cuatro delanteros en el campo) la tuvo Jonathan Pereira tras un pase magn¨ªfico de Bruno, en la primera mitad. El delantero se debi¨® ofuscar con el color magenta de la camisola de Zubikarai (hay teor¨ªas sobre c¨®mo deben vestir los porteros) y le tir¨® a dar como si Venus de pronto se le apareciese en el ¨¢rea y no viera la luz.
R. SOCIEDAD, 0; VILLARREAL, 0
Real Sociedad: Zubikarai; Zaldua, Mikel Gonz¨¢lez, ??igo Mart¨ªnez, Jos¨¦ ?ngel; Chory Castro (Vela, m. 64), Bergara, Elustondo (Rub¨¦n Pardo, m. 74), Griezmann; Seferovic y Agirretxe (Xabi Prieto, m. 58). No utilizados: Bravo; Carlos Mart¨ªnez, Ansotegi y Ros.
Villarreal: Juan Carlos; Pantic, Gabriel, Musacchio, Jokic; Bruno, Pina; Aquino (Moi G¨®mez, m. 63), Jonathan Pereira, Jaume Costa (Trigueros, m. 64); y Giovani (Perbet, m. 76). No utilizados: Asenjo; Mario, Edu Ramos y Uche.
?rbitro: Undiano. Amonest¨® a Jokic.
21.030 espectadores en Anoeta, con una recaudaci¨®n de 7.600 euros.
Pero al menos Pereira tuvo el honor de irse al vestuario, en el descanso, levantando la voz, por ser el ¨²nico futbolista que hab¨ªa gozado de una ocasi¨®n de gol. El resto hablaba de robos de bal¨®n, marcajes estrechos, algunos pases inteligentes (sobre todo de Bruno, empe?ado en que Pereira marcase un gol, o de Griezmann, bien pensados pero mal concluidos).
As¨ª anduvo la primera mitad, preocupado todo el mundo por el paso de cebra que hab¨ªa en el centro del campo, donde Pina y Bruno ejerc¨ªan de servicio de inteligencia, y Elustondo y Bergara, de contraespionaje, para que no les atropellase el tranv¨ªa, el bus o el AVE, seg¨²n ocurriese. Pero a la Real le faltaba velocidad y al Villarreal convicci¨®n. Quiz¨¢s a cada equipo le faltaba lo suficiente para ser quien es y para creer que era quien era. Le animaba al Villarreal la presencia de Pina y las piller¨ªas de Jonathan Pereira (de Giovani hab¨ªa pocas noticias, apenas telegramas) y a la Real le impulsaba, un poco, tampoco mucho, el voltaje de Chory Castro, aunque a veces fundiera los plomos. Poca luz en Anoeta.
Cuando se nubl¨® la vista, es decir cuando surgi¨® el cansancio, se rompieron las l¨ªneas de baja tensi¨®n y se desorden¨® un poco el cotarro, amaneci¨® en Anoeta. La Real empez¨® a correr como acostumbra, a investigar en los espacios vac¨ªos, sobre todo cuando se incorporaron al encuentro Xabi Prieto, primero, y Rub¨¦n Pardo despu¨¦s, porque Vela entr¨® demasiado tarde como para encender la fluorescente. En el Villarreal creci¨® la presencia de Pina mientras Pereira empez¨® a ser el ni?o repelente para la defensa que se le supone por su habilidad y por su velocidad. Aunque fue Griezmann el que, al menos, quiso igualar el bloc de las oportunidades con una inesperada ocasi¨®n, mediado el segundo tiempo, que como hizo Zubikarai con Pereira en la primera mitad, Juan Carlos llev¨® al terreno del guardameta.
El encuentro tuvo momentos de ida y vuelta, aunque muriesen en la orilla
Poquito m¨¢s hubo en el partido que, al menos, tuvo momentos de ida y vuelta, aunque en su mayor¨ªa muriesen mansamente en la orilla. Prevalec¨ªa el miedo a perder, y los futbolistas se comportaban como quien ante un paso de cebra prefiere esperar a que un coche frene, para cruzar confiados, a que no pase nadie. Pues poquitos, por eso o por la igualdad de oportunidades, pocos fueron los que cruzaron el rect¨¢ngulo del ¨¢rea, en espera de que el Madrigal, en una semana, exija actitudes m¨¢s viscerales. Antes ambos equipos jugar¨¢n en Liga, oblig¨¢ndoles a saber qu¨¦ es lo m¨¢s importante en cada momento sin confundirse. Tablas para empezar.
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