Sergio Garc¨ªa es la ¡®divina providencia¡¯
El delantero del Espanyol desatasca a ¨²ltima hora un duelo de lo m¨¢s insulso ante el Celta
No necesit¨® m¨¢s que un bal¨®n en el ¨¢rea, un pase kilom¨¦trico sin intenci¨®n ni due?o. Pero Sergio Garc¨ªa est¨¢ hecho de otra pasta, capaz de desequilibrar un duelo sopor¨ªfero y desganado, sin oportunidades ni f¨²tbol, ni nada de nada. Durmi¨® el bal¨®n el 9 con su pecho paloma, protegi¨® el esf¨¦rico y la posici¨®n con el cuerpo y los brazos, levant¨® la vista y solt¨® el latigazo, ajustado al palo y a la red. Fue el ¨²nico motivo de festejo; el ¨²nico chispazo en Cornell¨¤. Toda una alegr¨ªa para el Espanyol, que ha alzado la racaner¨ªa con el juego a mal end¨¦mico y acumula encuentros aburridos por definici¨®n; y todo un mazazo para el Celta, que no sufri¨® en todo el duelo pero tampoco lo quiso, inconexo en su juego y ausente en ataque.
ESPANYOL, 1 ¨C CELTA, 0
Espanyol: Casilla; Javi L¨®pez, Colotto, H¨¦ctor Moreno, Fuentes; Stuani (Pizzi, m. 64), V¨ªctor S¨¢nchez, Abraham, Sim?o (Ra¨²l Rodr¨ªguez, m. 92); Sergio Garc¨ªa y C¨®rdoba (?lex, m. 46). No utilizados: Germ¨¢n; Sidnei, V¨ªctor ?lvarez y Torje.
Celta: Yoel; Hugo Mallo, Cabral, Font¨¢s, Jonny; Oubi?a; Rafinha, Augusto Fern¨¢ndez (?lex L¨®pez, m. 74), Krohn-Delhi, Orellana (Nolito, m. 68); y Santiago Mina (Mario Bermejo, m. 82). No utilizados: Sergio A.; Aurtenetxe, Madinda y D. Costas.
Goles: 1-0. M. 88. Sergio Garc¨ªa.
?rbirtro: Prieto Iglesias amonest¨® a Augusto Fern¨¢ndez y V¨ªctor S¨¢nchez.
Estadio Cornell¨¤-El Prat. 13.710 espectadores.
Resulta que hace tiempo que el Espanyol perdi¨® la pretensi¨®n de jugar al f¨²tbol. Fue el mismo d¨ªa en que se march¨® Pochettino y se impuso la por entonces atinada idea de que se deb¨ªa ser pragm¨¢tico, dejarse del ali?o para contar puntos y no desgracias. Funcion¨® la propuesta y se exigi¨® la continuidad de Aguirre por merecimiento y l¨®gica, toda vez que no suele discutir con los resultados. Pasado el tiempo, el Espanyol sigue en las mismas, atendiendo con cierta despreocupaci¨®n a la tabla y ning¨²n arrumaco o zalamer¨ªa al p¨²blico, que asiste a los partidos con la certeza de que no habr¨¢ obra coral alguna, sino que todo depende de un momento de lucidez de Sergio Garc¨ªa. As¨ª lo expres¨® en la ¨²nica jugada con peligro del Espanyol en el primer acto: saque largo de Casilla, peinada de Stuani, pase por arriba y en profundidad de C¨®rdoba y disparo ¡ªporque le dio con la u?a de la bota y de refil¨®n¡ª de Sergio Garc¨ªa. Cinco segundos, cuatro toques y un remate. Y sanseacab¨® lo que se daba.
Se contagi¨® el Celta de la anemia futbol¨ªstica. Algo extra?o porque es un equipo que se desgaja por atr¨¢s, pero que pincha por delante. Pero se not¨® en demas¨ªa la ausencia de Charles (descompuesto el est¨®mago y descabalgado de Cornell¨¤), delantero superdotado para el gol. Todo un infortunio para el espl¨¦ndido Rafinha, un jugador a pr¨¦stamo que el Barcelona est¨¢ convencido de repescar en el pr¨®ximo curso ¡ªcomo a Deulofeu, en el Everton¡ª, que se mueve de maravilla entre las l¨ªneas y que necesita el cuero y el protagonismo. Fue la ¨²nica preocupaci¨®n del Espanyol porque no se le puede atar en corto, libre en ataque y siempre con la exigencia de catapultar el juego, con una zurda de las que quita el hipo y una cabeza privilegiada porque antes de recibir no solo sabe d¨®nde pasar¨¢, sino que tambi¨¦n predice los movimientos de los compa?eros, por m¨¢s que no siempre seleccione bien, empe?ado en realizar el ¨²ltimo pase o el m¨¢s cautivador. No le sigui¨® el hilo Santi Mina como tampoco le comprendi¨® en exceso Augusto Fern¨¢ndez. Por lo que el Espanyol, entusiasmado, cerr¨® huecos y espacios ¡ªen eso s¨ª que brilla el equipo¡ª, y aguard¨® a su momento, confiado a la Divina Providencia.
Trat¨® de corregir el tiro el Espanyol puesto que dio cabida a ?lex Fern¨¢ndez, un medio de pie e intenci¨®n, con la flema para la conjugaci¨®n del esf¨¦rico. Pero le pudo al t¨¦cnico su parte conservadora y sac¨® del campo a C¨®rdoba, por lo que rest¨® l¨ªneas de pase y cent¨ªmetros, brega y presencia en el ¨¢rea rival. M¨¢s de lo mismo, sin ocasiones ni emoci¨®n, ni nada de nada. Quiz¨¢ por eso adelant¨® la presi¨®n el Celta, fiado a la carrera de Orellana en caso de recuperar el cuero. Pero el extremo se enred¨® en el quiebro y, hu¨¦rfano de punto final, el equipo se resumi¨® en un intento de c¨®rner ol¨ªmpico del mismo Orellana para acabar por aceptar la propuesta rival, la de correr de lado a lado sin pisar las ¨¢reas, un partido de f¨²tbol sin porter¨ªas. Hasta que apareci¨® Sergio Garc¨ªa, la divina providencia, para resolver el tedio y, de paso, el encuentro.
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