La monta?a m¨¢s segura del mundo
En los accesos a las pistas de esqu¨ª los controles son tan peculiares como exhaustivos
Aunque estos son los Juegos de Sochi, ninguna de las pruebas se celebra en el distrito que comparte nombre con esta ciudad tur¨ªstica donde veraneaba Stalin, sino en dos localidades cercanas. El fastuoso Parque Ol¨ªmpico se alza en Adler, tambi¨¦n a los pies del Mar Negro, a unos 30 kil¨®metros hacia el sur del centro de la ciudad, hacia la frontera con la peligrosa regi¨®n georgiana de Abjazia, que queda incluso m¨¢s cerca. El esqu¨ª se ha ido a¨²n m¨¢s lejos, a Krasnaya Polyana, en las monta?as del Ca¨²caso, 45 kil¨®metros hacia el interior desde las instalaciones ol¨ªmpicas de la costa.
Debe de ser estos d¨ªas la monta?a m¨¢s segura del mundo. Cerrada al tr¨¢fico regular para favorecer las comunicaciones ol¨ªmpicas se accede a ella por tren o carretera. Si se va en tren, solo en la estaci¨®n de Adler hay que pasar dos controles, el normal y el que da acceso a las l¨ªneas ol¨ªmpicas. Es un trance r¨¢pido pero molesto porque aunque el acceso es a trav¨¦s de un simple c¨®digo de barras hay que pasar por el esc¨¢ner todos los bultos: mochilas, bolsos, abrigos (el sol enga?a). En muy raras ocasiones los funcionarios rusos obligan a sus propietarios a abrirlos para revisar con m¨¢s detalle el contenido, pero s¨ª es normal que una vez superado el primer escollo el propietario sea cacheado e incluso rastreado con uno de esos detectores de mano.
Cerrada al tr¨¢fico regular para favorecer las comunicaciones ol¨ªmpicas se accede a ella por tren o carretera
Por carretera el asunto no es m¨¢s sencillo. Adem¨¢s de los controles, y de la continua presencia armada en los arcenes durante toda la subida, los rusos recurren a un m¨¦todo que, al menos a los ojos occidentales, resulta cuanto menos curioso. Cada vez que se abre la puerta, los oficiales precintan puertas, ventanas ¡ªincluso la del conductor¡ª y techos abatibles con una simple cinta adhesiva de colores. ¡°Es para que no entre nadie a mitad del camino o que si entran lo sepan¡±, explica un veterano fot¨®grafo estadounidense, que va por sus sextos Juegos y lleva varios d¨ªas visitando Krasnaya Polyana. ?Y c¨®mo lo pueden saber? Porque para subir al autob¨²s un amable voluntario, y los hay a miles, se encarga de registrar cada uno de los c¨®digos de barras de las acreditaciones.
El ambicioso plan de transportes es otra de las cosas que no acaba de funcionar en estos Juegos de Invierno, al menos en la monta?a. Aunque la cantidad y frecuencia de los autobuses es alta, hay cosas incomprensibles. En Krasnaya Polyana hay cuatro sedes adem¨¢s de un enorme centro de prensa. Para ir a cualquiera de ellas, la m¨¢s lejana, la del esqu¨ª alpino, est¨¢ a 35 minutos de autob¨²s, hay que volver siempre al principio, al imponente centro de prensa Gorki.
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