Llull hace de Soloz¨¢bal
Igual que aquella final de diciembre del 87 ser¨¢ recordada por el triple del barcelonista, la de M¨¢laga lo ser¨¢ por la canasta del madridista
En diciembre de 1987, Nacho Soloz¨¢bal entr¨® en la historia con un triple ganador que tumb¨® al Real Madrid en una apasionante final de Copa. M¨¢s de cinco lustros despu¨¦s, el Madrid ya tiene a su Soloz¨¢bal. Se llama Sergio Llull, y aunque Mirotic se llevase justamente el MVP del torneo, cuando pasen los a?os esta final ser¨¢ recordada, por encima de todo, por este tiro que puso el broche a un partido extraordinario y que, como las buenas historias, dej¨® lo mejor para el final. Fue un choque muy f¨ªsico, tenso, trabado, constantemente interrumpido por faltas, tiros libres, protestas, ca¨ªdas y hasta problemas con el reloj de posesi¨®n, por lo que rara vez cogi¨® revoluciones, uno de los grandes objetivos del Barcelona. Con su t¨ªtulo, el Madrid da sentido pr¨¢ctico a una trayectoria inmaculada en esta primera parte de la temporada y evita la posible resurrecci¨®n de los resultadistas, que solo se fijan en las vitrinas y no en el camino que lleva a abrirlas. El Barcelona, por su parte, confirma su competitividad ante el coco de este curso, lo que puede tener su importancia de cara al futuro.
A partir del control del ritmo del partido y durante gran parte del mismo, el Bar?a pareci¨® m¨¢s c¨®modo en la pista, como si las cosas estuviesen saliendo m¨¢s acorde con su plan que con el del Real Madrid. Con el liderazgo de Marcelinho como anotador y abastecedor del juego interior de Tomic o Dorsey, guardando la pelota como si tuviese un tesoro y cargando bien el rebote ofensivo como primera piedra para evitar el contraataque blanco, el Barcelona dominaba m¨¢s en las sensaciones que en el marcador. Quiz¨¢s le falt¨® algo m¨¢s de contundencia en sus buenos minutos. Aun as¨ª, su tumba fueron los tiros libres, que poco a poco fueron convirti¨¦ndose en un martirio (15 de 27). Hizo muchas m¨¢s cosas bien que regular, y a¨²n as¨ª no le bast¨®.
El Madrid evita la resurrecci¨®n de los resultadistas y el Bar?a confirma su competitividad tambi¨¦n de cara al futuro
Esto da mayor relieve al triunfo madridista. Porque jugando inc¨®modo, sin poder correr, sufriendo cada ataque, anotando por debajo de sus medias habituales, con Carroll anulado por Oleson, Bourousis enredado y perdiendo la batalla interior, es campe¨®n de Copa. Supo sufrir, f¨ªsicamente pareci¨® algo m¨¢s fresco que su rival en el momento clave, acept¨® con naturalidad el jugarse la Copa en un final apretado al que no est¨¢ acostumbrado este a?o y no se dej¨® llevar nunca por los nervios, ni siquiera cuando estuvo al borde del precipicio con el tremendo error de Sergio Rodr¨ªguez al que sigui¨® un 2+1 de Oleson. Es la confianza que da el ganar tantos partidos seguidos.
Aunque el secreto del Madrid est¨¢ en el colectivo, pues en el proceso que les lleva a la victoria participan con mayor o menor br¨ªo casi todos los jugadores, dos merecen especial menci¨®n. Rudy fue fiel a su despliegue habitual y a pesar de cargarse de faltas r¨¢pidamente, pudo estar una vez m¨¢s en misa y repicando. Y Mirotic hizo de hormiga trabajadora que no deja nunca de recolectar pues anota, rebotea y responde a la llamada del protagonismo con naturalidad, como cuando con dos bombazos de su esquina favorita pareci¨® dinamitar el partido. Pero esta vez la gloria del golpe final estaba destinada para Sergio Llull y su tiro para la eternidad.
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