El Bar?a recupera su estilo
La Real sucumbe a su cautela y al juego coral del equipo azulgrana, rival del Madrid en la final
Si el Bar?a buscaba un jard¨ªn donde jugar, Anoeta fue el lugar apropiado. Fuera por el resultado de ida (un ochomil casi imposible pero no inaccesible), fuera por la actitud cautelar de la Real, que se mov¨ªa entre la fe y la desconfianza, es decir entre meter un gol o no encajarlo, o fuera porque el Bar?a encontr¨® el comp¨¢s que dormitaba en un caj¨®n olvidado, lo cierto es que el coraz¨®n del partido se par¨® demasiado pronto, cuando Messi, interlineado como un apunte genial, par¨® el reloj. A la media hora dijo basta y se sac¨® un disparo desde la frontal del ¨¢rea al que Zubikarai apenas puso las yemas de los dedos para desviarlo lo justo, pero insuficiente, para que se acunara en la red como se duerme un ni?o. Y la semifinal ya fue un duermevela, con el Bar?a meciendo la cuna, haciendo nanas con el bal¨®n, arrullando el juego, bajo la batuta de Xavi, el viol¨ªn de Cesc y el esp¨ªritu de cantautor de Messi eligiendo los versos apropiados. La final de Copa, el s¨¢bado 19 de abril ante el Madrid, fue una melod¨ªa demasiado conocida ante una Real que no fue coral.
R. SOCIEDAD, 1 - BARCELONA, 1
Real Sociedad: Zubikarai; Zaldua, Ansotegi, Mikel, Jos¨¦ ?ngel; Gazta?aga (Elustondo, m. 67), Xabi Prieto (Canales, m. 82), Zurutuza; Vela, Seferovic (Chory Castro, m. 61) y Griezmann. No utilizados: Bravo; Agirretxe, Rub¨¦n Pardo y Ros.
Barcelona: Pinto; Alves, Piqu¨¦, Mascherano, Jordi Alba; Xavi (Song, m. 66), Busquets (Bartra, m. 90), Cesc; Pedro (Alexis, m. 77), Messi e Iniesta. No utilizados: Vald¨¦s, Adriano, Sergi Roberto y Tello.
Goles: 0-1. M. 27. Jos¨¦ ?ngel pierde la pelota y Messi convierte despu¨¦s de un eslalon y desde el borde del ¨¢rea. 1-1. M. 87. Griezmann remata a la red un pase de Castro.
?rbitro: Teixeira Vitienes. Amonest¨® a Busquets, Vela, Jos¨¦ ?ngel, Zurutuza y Cesc.
Anoeta: 28.153 espectadores.
Porque la Real ten¨ªa a sus solistas desafinados. No les faltaba la voz, simplemente les faltaba micr¨®fono. Arrasate no puso todo en juego (Agirretxe y Rub¨¦n Pardo se quedaron en el banquillo), pero sobre todo conden¨® a Vela a navegar en el oc¨¦ano vac¨ªo de la delantera y cuanto m¨¢s se aleja Vela del bal¨®n, m¨¢s se aleja la Real del gol. Cabe pensar que el mexicano es una flecha con espacio para volar, pero cabe pensar que las flechas las lleva ¨¦l a la espalda. Griezmann, m¨¢s retrasado, casi nunca le encontr¨®. Y sin flechas, la Real es un enemigo romo.
Desafilada la Real, el Bar?a camp¨® por sus respetos, es decir recuper¨® su autoestima, teji¨® y desteji¨® a su antojo, hizo encaje de bolillos, con tacto suave y pases vertiginosos, con Cesc de v¨¦rtice angular para medir el tama?o de cada pase (ahora corto, ahora largo) y el astro flotando ante su mirada. Es lo que tiene salir en fr¨ªo. A la Real le pudo la cabeza en detrimento del coraz¨®n, y eso trat¨¢ndose de una semifinal de Copa es una invitaci¨®n al colapso. Se trataba, se supone, cuando tienes todo en contra, de matar o morir en la empresa, como dej¨® dicho Pablo Neruda en su semblanza de Joaqu¨ªn Murieta. Pero la Real no opt¨® ni por lo uno ni por lo otro, y el Bar?a se adue?¨® primero del bal¨®n, luego del campo, m¨¢s tarde del reloj y as¨ª del partido para disfrutar de sus correr¨ªas en ese moderno passing game que le enamora.
El cielo se le abri¨® con su gol a Messi, tan necesitado de mensajes positivos
A la media hora, un poco menos, la cueva se abri¨® y le dej¨® un regalo a Messi, que m¨¢s que cerrar la eliminatoria le abr¨ªa el cielo al argentino, tan necesitado de mensajes positivos. Es decir, la cautela hab¨ªa sido para la Real m¨¢s perjudicial que el riesgo. El miedo a volar le hab¨ªa mandado a la lona al primer perdigonazo. ?Y ahora qu¨¦, si la puerta se hab¨ªa abierto sin necesidad de forzar la cerradura? El partido ya era de Cesc y no de Vela, ya era de Alves y no de Griezmann. Lo hab¨ªa sido desde el principio, por m¨¦ritos propios y por concesi¨®n ajena. El Bar?a quer¨ªa el bal¨®n y la Real el espacio. El Bar?a lo encontr¨® desde el principio; la Real lo vio en un mapa.
Por eso en su hoja de ruta, la Real anot¨® un desmarque de Vela que salv¨® Pinto y un disparo al poste del mexicano, esplendoroso, para lacrar su mensaje de asistencia al partido. Y por eso, el Bar?a firm¨®, adem¨¢s del gol, una oportunidad manifiesta de Pedro, un disparo de Alves y, sobre todo, en la segunda mitad, una doble oportunidad de Messi y Cesc a las que respondi¨® en ambos casos Zukikarai con un manual de reflejos. Entre lo uno y lo otro, sin embargo, mediaron mil pases barcelonistas y algunos detalles correosos del equipo de Arrasate para maquillar sus ojeras. A sabiendas de que la noche hab¨ªa terminado a primera hora, quer¨ªa la Real que al menos la ¨²ltima Copa no fuera de garraf¨®n.
Al conjunto donostiarra le pudo la cabeza en detrimento del coraz¨®n
Pero el Bar?a hab¨ªa cercado el terreno desde el principio y no estaba dispuesto a descolgar su bandera del borde del ¨¢rea. Hasta con ocho jugadores lleg¨® a rodear el poblado con esa fiebre que le mueve a disparar no m¨¢s all¨¢ de medio metro del gol. Resuelta tan pronto la eliminatoria, bueno era entrenar a la tropa en los valores semiocultos en la espesura de anteriores partidos.
La Real, ya adormecida, tiraba de colorete y el p¨²blico, primero volcado en la m¨ªstica de las grandes haza?as, decidi¨® emprenderla con Elustondo, cuando sustituy¨® a Gazta?aga, en recuerdo de su error en el Camp Nou. Siempre hay un culpable, moral o real, para la frustraci¨®n. Pero fue el Bar?a quien le dej¨® en Donostia y consigui¨® una plaza en la final de Copa frente al Real Madrid. No la perdi¨® Elustondo aunque a muchos se lo pareciera. Griezmann hizo el gol del empate al borde del final y las bufandas tuvieron la oportunidad de airearse. Perdida la guerra, se salv¨® la batalla. Pero hab¨ªa ganado el bal¨®n y hab¨ªa perdido el miedo.
Messi iguala a Zarra
Martino elige: Iniesta juega y F¨¤bregas se mueve en una ecuaci¨®n que permite al t¨¦cnico juntar a los dos en un mismo dibujo. El manchego, te¨®rico falso extremo, abandono a la primera la banda para ocupar la zona del volante que en teor¨ªa era de Cesc, d¨¢ndole carrete a la llegada de Alba. El volante de Arenys se dej¨® ver barriendo el frente de ataque, jugando de todo, en un improvisado torbellino ofensivo en el que se siente muy c¨®modo, de manera que Iniesta, excelente en el ultimo envite contra el Sevilla, no perdi¨® protagonismo porque F¨¤bregas le regalo todos los espacios a la espalda de Messi. Hiperactivos, mezclaron cada vez que tuvieron la pelota, siempre a uno o dos toques, tan din¨¢micos que fueron imparables por sorprendentes.
Apost¨® Martino por el mismo grupo de centrocampistas que en la visita del Madrid al Camp Nou, renunciando a Alexis para ganar toque y dominio sin renunciar a la profundidad. Si F¨¤bregas lleg¨® antes de 9 o de volante por la derecha, Iniesta lo hizo por dentro antes que por fuera, cubriendo espacios a la espalda de Messi, c¨®modo al juntarse con ellos y con Xavi, conscientes de que les queda Busquets de guardaespaldas.
Intenso, dominante y presionante el Bar?a, Jos¨¦ ?ngel se equivoc¨® y Messi certific¨® el pase a la final de la Copa del Rey con el Madrid de rival, el s¨¢bado 19 de abril. El tanto del 10 iguala los 335 de Zarra. El vasco los consigui¨® en 354 partidos con el Athletic y Messi los ha celebrado en 404 partidos con el Bar?a. El argentino es el m¨¢ximo goleador de la historia azulgrana tras Paulino Alc¨¢ntara, que firm¨® 369 goles, incluidos los partidos amistosos; ya solo le faltan ocho para superarle en duelos oficiales. Messi, que lleva 11 tantos en la Liga, seis en Champions y cinco en la Copa este curso, est¨¢ c¨®modo como punto y final.
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