Suma el Celta, sobrevive el Getafe

Rafinha tiene ese tranco que ten¨ªa su padre. Es posible ver a Mazinho cuando conduce la pelota con el exterior, avanzando como si transitase de puntillas. As¨ª camin¨® hacia una nueva muesca en su incipiente carrera, un gol de bandera, sobresaliente en control, lectura y definici¨®n que salv¨® al Celta de una derrota y le deja, con 13 citas por delante, a diez puntos de la te¨®rica meta de la salvaci¨®n. Tan pr¨®xima parece que sumar semeja un tesoro. M¨¢s debe hacerlo el Getafe, que se march¨® con una sensaci¨®n agridulce porque no gana desde noviembre, sinti¨® que tuvo el partido en su mano y acab¨® sufriendo largos minutos para defender una igualada.

Si algo le ense?¨® el partido al Celta es que no puede bajar el pist¨®n. Cuando ha jugado a todo trapo, con vigor e intensidad, llam¨® al f¨²tbol. En cuanto baja la velocidad de crucero es m¨¢s sencillo de contrarrestar. Algo de eso le pas¨® ante el Getafe y lo pag¨® de inicio porque adem¨¢s enfrente estaba un rival que en la necesidad apret¨® los dientes, entendi¨® que el partido no se trataba de un crescendo sino de una liza que obligaba a igual esfuerzo en el minuto uno que en el 90, pero que pag¨® el error de no entender una variable clave, la del arbitraje. Con el partido en ventaja para el Getafe, apenas iniciada la segunda parte, Clos G¨®mez ya hab¨ªa mostrado siete tarjetas en un partido que no era precisamente violento. La octava, irreprochable por un agarr¨®n flagrante a Charles, la vio Lisandro para irse a la caseta por doble amonestaci¨®n. Un error monumental del central argentino que posiblemente le cost¨® a su equipo un triunfo casi inaplazable.

Porque el partido era del Getafe. Hab¨ªa partido mejor, parapetado en dos l¨ªneas de cuatro y una primera con dos presuntos mediapuntas, Sarabia y Lafita, trabajando sobre la salida de bal¨®n del Celta. Convirtieron esa puesta en acci¨®n celeste en un ejercicio premioso y alejado de la fluidez, desconectaron a Rafinha, que adem¨¢s fue desterrado de inicio por su entrenador al extremo diestro y se pas¨® la mitad del primer tiempo sin tocar bola. Lo hizo el Getafe por ¨¦l. Y sobre todo Pedro Le¨®n, que s¨ª domina los rudimentos del flanco derecho y avis¨® en dos ocasiones por pegada y potencia.

El gol recibido retrat¨® el pecado del Celta. Cometi¨® una falta en tres cuartos del campo rival Orellana al tocar el bal¨®n con la mano y all¨ª se qued¨® el esf¨¦rico, sin que nadie se opusiese a un saque r¨¢pido. Borja se apur¨®, pero tampoco se precipit¨®. Ote¨® y coloc¨® la pelota en los pies de Lafita, que se filtr¨® entre Hugo Mallo y Cabral, que reculaban entre el despiste generalizado. Tambi¨¦n lo hac¨ªa el meta Yoel, descolocado. Defini¨® de manera fenomenal Lafita, pero hab¨ªa encontrado a medio Celta con el paso cambiado. Nunca se sabr¨¢ entonces si fue la desventaja o la decisi¨®n de trocar la posici¨®n de Augusto y Rafinha y ubicar a ¨¦ste en posiciones m¨¢s centradas. Seguramente influyeran ambos aspectos, pero el caso es que el Celta se activ¨®. Engran¨® alguna marcha m¨¢s y con bien poco encontr¨® llegada: un disparo de Rafinha que sujet¨® Moy¨¢, un error de ¨¦ste que dio vida a un chut lejano de Orellana, un libre directo que el chileno envi¨® a lamer el larguero. Luego la expulsi¨®n de Lisandro y el inmediato gol de Rafinha viraron el partido hacia un mon¨®logo del Celta guiado por su joven estrella. Con m¨¢s intenci¨®n que f¨²tbol busc¨® el gol y lo tuvo Nolito en el descuento, pero su intento se fue al palo.