¡°Nosotros ¨¦ramos ¡®volantistas¡¯, hoy parecen carreras de aviones¡±
Emilio de Villota, uno de los pioneros espa?oles de la F-1, recuerda sus apasionantes inicios y habla de la competici¨®n actual, de Fernando Alonso y de su hija Mar¨ªa
El Mundial de F-1 comienza este fin de semana en el GP de Australia con otra vuelta de tuerca a la normativa. Son tiempos de tecnolog¨ªa por encima de todo. Nada que ver con aquellos pioneros como Emilio de Villota (Madrid, 1946), un locoque de la nada lleg¨® a disputar dos carreras en 1977.
Pregunta. ?Y c¨®mo empez¨® todo?
Respuesta. Mis inicios fueron muy emocionantes. En aquella ¨¦poca no exist¨ªa ni el Jarama. En Espa?a solo hab¨ªa rallies y subidas en cuesta. A los 18 a?os, fui a ver un rally nocturno, en un tramo de San Rafael a El Espinar, sobre tierra. Me coloqu¨¦ de madrugada, con las primeras luces, en un entramado de curvas, y vi llegar un Lancia Fulvia. Me qued¨¦ impresionado de lo que se pod¨ªa hacer con un coche, era lo m¨¢s parecido a volar. Despu¨¦s fui copiloto de rallies en un Seat 600¡ Era un mundo misterioso. Sent¨ªa un hormigueo en el est¨®mago. Hab¨ªa mucho riesgo. Mi primera carrera fue una subida a la Bastida, en Toledo. Alucinante. Me dej¨® marcado. Las carreras mayores las segu¨ªa a trav¨¦s de las revistas. En televisi¨®n solo sal¨ªan cuando alguien ten¨ªa un accidente grave. La pasi¨®n fue tan grande que nos dejamos la vida en intentarlo.
P. ?Y sus padres?
R. Una familia normal. Mi padre, profesor mercantil. Mi madre cuidaba de los cinco hermanos. Era impensable. Corr¨ª con pseud¨®nimos: Duprais, un apellido familiar antiguo, y Alcor, para que no lo supieran en casa. Eso lo hac¨ªa m¨¢s revolucionario. Ni ten¨ªamos dinero ni a mis padres les parec¨ªa bien. El riesgo era real.
P. ?Su primer coche?
R. Yo era muy aficionado a la m¨²sica y con todos mis ahorros hab¨ªa comprado una bater¨ªa. Todos los j¨®venes quer¨ªamos tener un conjunto. Vend¨ª la bater¨ªa y una camada de setter irland¨¦s y junt¨¦ el dinero para mi primera locura, un Amilcar de 1921 por 8.000 pesetas, un coche viejo. Con los amigos, sin saber de mec¨¢nica, lo arreglamos y aprendimos a conducir. Iba con ¨¦l a la Facultad de Econ¨®micas. De hecho acab¨¦ la carrera y trabaj¨¦ en un banco. Lo dej¨¦ cuando era director de sucursal, con 31 a?os, para correr.
P. ?Y las dos carreras en 1977?
R. Fue la locura. Nosotros ¨ªbamos de andar por casa. Nuestro equipo eran cuatro personas para hacer de mec¨¢nico, m¨¢nager, camionero¡ mi mujer y mi cu?ado hac¨ªan el cronometraje. Era un equipo muy dom¨¦stico. Las limitaciones me las pon¨ªa el dinero. Si ten¨ªa un golpe, se acababa la temporada. El coche no estaba asegurado. Yo andaba casi siempre con el freno echado.
P. ?Es justo pagar para correr?
R. El automivilismo es el deporte m¨¢s caro. Desde el karting hasta arriba nadie tiene por qu¨¦ pagarte tu afici¨®n. Hoy hay cientos de miles de personas que sue?an con ser Fernando Alonso. Y cada temporada es una fortuna. Patrocinadores hay muy pocos, y est¨¢n en el ¨²ltimo tramo. Lo m¨ªo fue una pasi¨®n desmedida salvando cualquier obst¨¢culo. Llam¨¦ a todas las puertas. Conoc¨ªa a los directores comerciales de cualquier empresa. Yo era una profesional de la venta de un producto: mi sue?o.
P. ?El dinero pesa m¨¢s que el talento?
Ya no se ven adelantamientos como los de Andretti y Lauda. Eso era talento. Hoy es aerodin¨¢mica
R. La selecci¨®n es tan brutal que para llegar has de ser un fuera de serie. Muchos con talento se quedan en el camino. Y otros con menos talento y m¨¢s m¨²sculo financiero suben. Tambi¨¦n un piloto de talento puede llegar a tener capacidad econ¨®mica. El caso m¨¢s claro es Fernando Alonso. Era una familia modesta y el padre se puso el coche por montera, con el kart en la baca...
P. ?Qu¨¦ hacen en su escuela de pilotos?
R. Trasladar nuestros conocimientos. Cumplimos 34 a?os. Hemos visto los primeros pasos de Marc Gen¨¦, Pedro de la Rosa, Carlos Sainz, Fernando Alonso¡ Entre mi generaci¨®n y la actual hay un mundo, pero los sentimientos son parecidos. Fernando Alonso lleg¨® a la escuela en el 95. La primera vez que se subi¨® a un monoplaza fue con nosotros. Era s¨²per s¨²per t¨ªmido, callado, y su forma de hablar era subirse al coche. Nosotros nunca hab¨ªamos ofrecido un contrato, y a ¨¦l solo le pedimos que pagara sus gastos de desplazamiento. Nos dijo que no pod¨ªa. Ya est¨¢bamos exhaustos econ¨®micamente y Adri¨¢n Campos tuvo la visi¨®n o el m¨²sculo financiero para hacerlo. Carlos Sainz era una esponja total. Y su hijo es buen¨ªsimo, un pilotazo.
P. ?Qu¨¦ le parece la F-1 actual?
Con Mar¨ªa, mi postura era como si fuera un colega, m¨¢s como piloto que como padre
R. Me gusta, pero me sabe mal que la aerodin¨¢mica tenga tanto protagonismo. Se han disparado los costes, por el t¨²nel de viento, y hay que suplir artificialmente la falta de adelantamientos. Las carreras han llegado a ser muy aburridas. Ya no se ve el adelantamiento que me hac¨ªa Mario Andretti, o el de Niki Lauda. Eso era talento. Ahora, aerodin¨¢mica. Hace 30 a?os no hab¨ªa estrategias, ni paradas, ni cambios de neum¨¢ticos, gasolina¡ Los pilotos ¨¦ramos volantistas, y hoy m¨¢s que carreras de coches parecen de aviones.
P. ?Tiene relaci¨®n con Alonso?
R. Nos vimos hace poco cuando dimos el Trofeo Mar¨ªa de Villota [su hija, fallecida en octubre pasado por las secuelas de un accidente en F-1] a los valores humanos a Albert Llovera e Isidre Esteve, y estuvo muy cari?oso. Por dentro sentimos las mismas emociones, pero vivimos en mundos muy alejados.
P. La estrella de Mar¨ªa la tiene usted presente en todos lados: en los coches, una pulsera...
R. Esta familia es muy de estrellas. Mar¨ªa ten¨ªa en el techo de su cuarto unas estrellas pegadas, como un firmamento, que se iluminaban por la noche. Era una ni?a muy so?adora. Es un s¨ªmbolo que siempre le ha atra¨ªdo. Ella dec¨ªa que ten¨ªa una estrella y que era una estrella fugaz.
P. ?En qu¨¦ la recuerda m¨¢s?
R. Mar¨ªa ha estado toda su vida ligada a la escuela de pilotos y llevaba a pie de pista la direcci¨®n del curso y los monitores. Ahora dar un curso es permanentemente echarla de menos.
P. ?Se ve¨ªa reflejado en ella?
R. Aunque sea una tonter¨ªa, los pilotos, como las folcl¨®ricas, nacemos y morimos pilotos. Con Mar¨ªa y Emilio [otro de sus hijos, tambi¨¦n piloto], m¨¢s que mirarlos desde lejos, mi postura era absurdamente como si fuese un colega y un rival. Ese punto de inconsciencia, de ser m¨¢s piloto que padre, me ha hecho compartir muchas emociones. No he buscado tanto relaciones. Mar¨ªa me sacaba vueltas completas, sab¨ªa estar en pista, el riesgo lo ten¨ªa medido. La mujer, en general, cuando se tira a muerte lo tiene todo amarrado. El hombre es m¨¢s inconsciente del riesgo... Yo no quer¨ªa reencarnarme en mis hijos para seguir corriendo. No s¨¦ si soy c¨ªnico o no, pero he querido que si mis hijos corren es porque quieren. Yo pensaba que cualquier deporte mejor que el automovilismo. Mar¨ªa fue lo que fue a pesar de su padre, y no por su padre.
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