El mediocampo insuficiente de Ancelotti
El habitual 4-3-3 del Real Madrid fue sobrepasado en el cl¨¢sico por la superioridad num¨¦rica del Bar?a en la zona de creaci¨®n
![Diego Torres](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F905d2291-3bc7-4951-9b10-14c4000df79f.png?auth=71540af241da7b2d45e7ccd8aac79de09feb0b15263f9f39b72b24c67ae654b5&width=100&height=100&smart=true)
![Messi trata de irse de Alonso y Modric.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/VAIXZWZYSBTNJBIPKZNJANKB4Q.jpg?auth=b765a4248f8700ed3a81318e3298937af1450b19f3f2b123e0cb3830a8188ad9&width=414)
El vestuario estaba hundido al descanso, seguro del simbolismo del 2-2 de Messi
Un aire de resignaci¨®n existencial impregn¨® el vestuario local del Bernab¨¦u durante el descanso. La clase de abatimiento que sacude a los grandes equipos cuando descubren que, vedado el acceso a lo sublime, no queda m¨¢s remedio que luchar por la subsistencia. No hay cosa que decepcione m¨¢s a un gran competidor que la idea de abocarse a una vida pr¨¢ctica. Durante semanas, Cristiano, Ramos, Pepe, Alonso, y la mayor¨ªa de sus compa?eros, so?aron con encontrarse a un Barcelona deshecho por el envejecimiento y los conflictos internos. Pensaron que si el rival se presentaba en Chamart¨ªn como lo hizo en Valladolid o en Anoeta tendr¨ªan una ocasi¨®n ¡ªtal vez la ¨²ltima¡ª de golearlo. La idea de cobrarse una buena revancha tras las humillaciones sufridas desde 2004 animaba a los madridistas. Por momentos, tras el 2-1, aquellas impresiones se hicieron palpables en el campo. Durante un rato el Bar?a dio la impresi¨®n de naufragar y todos so?aron con una victoria aplastante. La euforia dur¨® hasta el minuto 42. Hasta que Messi hizo algo que los testigos describen con el tono supersticioso conque los futbolistas evocan las haza?as de ciertos colegas a los que rinden su admiraci¨®n.
Mientras una parte del p¨²blico pensaba en la tangana de Cesc y Pepe, los profesionales en el vestuario del Madrid le daban vueltas a lo sucedido con la pelota en juego. Se preguntaban c¨®mo hab¨ªan encajado ese maldito 2-2. ?C¨®mo hizo Messi para pasarle el bal¨®n a Neymar con la pierna derecha, despu¨¦s de que Ramos, persigui¨¦ndole, le hiciera falta? ?Y c¨®mo hizo Messi para intuir que Carvajal se anticipar¨ªa a Neymar y que el bal¨®n quedar¨ªa suelto en el ¨¢rea antes de correr a por ¨¦l, llev¨¢rselo pegado a la bota y meterlo en la porter¨ªa como un ni?o que hace un gol en el recreo, pero con la oposici¨®n tenaz de Ramos, Marcelo y Pepe?
El 2-2 evidenci¨® que la goleada so?ada ser¨ªa imposible porque Messi estaba resuelto a impedirlo. En lugar de eso, el Madrid se ver¨ªa abocado a todo eso que el entrenador, Carlo Ancelotti, hab¨ªa intentado prevenir con la ayuda del liderazgo de Xabi Alonso: que el Barcelona no explotara su superioridad num¨¦rica en el centro del campo, aflorando problemas que se manifestaron por ¨²ltima vez contra el Athletic, el Villarreal, y el Atl¨¦tico de Madrid.
La pol¨ªtica deportiva del club impuso a Ancelotti el empleo de tres puntas: Bale, Benzema y Cristiano. Esto oblig¨® al t¨¦cnico a configurar un mediocampo con tres hombres. Los m¨¢s aptos que encontr¨® para cubrir los grandes espacios que dejaba en la zona media ese 4-3-3 fueron Alonso, Di Mar¨ªa y Modric. El invento dio buenos resultados frente a adversarios no demasiado dotados. Pero hizo crisis contra rivales que le hicieron superioridad num¨¦rica, como el Athletic retrasando a Herrera, o el Atl¨¦tico haciendo lo mismo con Ra¨²l Garc¨ªa. Las dificultades del Madrid en el plano t¨¢ctico se han manifestado con crudeza frente a sus contrincantes m¨¢s poderosos esta temporada: de los cuatro encuentros disputados contra Atl¨¦tico y Barcelona en Liga el equipo de Ancelotti solo pudo empatar uno. El resto los perdi¨®. En total: un punto de 12.
Desde hac¨ªa semanas Alonso ¡ªen calidad de portavoz oficioso de los defensas¡ª advirti¨® a Ancelotti que el equipo se romper¨ªa si los atacantes no ayudaban m¨¢s al centro del campo contra adversarios potentes. Pepe, Ramos, Alonso, Modric y Di Mar¨ªa sintieron que no daban abasto si Bale o Cristiano no les echaban una mano cerrando las bandas, como hacen Iniesta, Pedrito, Rib¨¨ry, o Robben en otros equipos.
Antes del cl¨¢sico hubo novedad: Ancelotti mand¨® a Cristiano y a Bale a que ayudaran a Carvajal y Marcelo en las bandas. Cristiano no tard¨® en descolgarse y Bale, m¨¢s disciplinado, baj¨®. Se quejan los defensas de que Bale, a pesar de replegarse, lo hizo de forma testimonial, sin meter la pierna. Recuerdan que el 0-1 y el 3-4 llegaron por su costado. En cualquier caso, se hizo evidente que Alonso, Modric y Di Mar¨ªa, no pod¨ªan contener las oleadas cuando Cesc, Messi, Iniesta, Xavi y Busquets poblaban la zona media y ampliaban el juego con la incorporaci¨®n de Alves y Alba.
Ancelotti justifica la falta de colaboraci¨®n de Bale en defensa en razones fisiol¨®gicas y culturales. Advierte de que Bale es un atleta demasiado pesado, un ¡®sprinter¡¯ que, igual que Cristiano, lleva a?os acostumbrado a vivir a la espera. Reeducarlos para hacer esfuerzos continuados, a su edad, con su categor¨ªa, es una quimera que solo sirve para desgastarlos merm¨¢ndolos f¨ªsicamente a la hora de atacar. Bale acab¨® el cl¨¢sico asfixiado y, aunque Ancelotti ha trasladado a la directiva que su presencia desequilibra al equipo, debe jugar por la estrategia del club.
El plan de Ancelotti consisti¨® en esperar al Barcelona atr¨¢s para buscar la contra. El t¨¦cnico cree que, con esta plantilla, era la opci¨®n m¨¢s ¡°competitiva¡±, y que con Isco o Illarra entre los titulares la superioridad del Bar?a habr¨ªa sido total.
El 2-1 anim¨® a todos a pensar que aquella visi¨®n se concretar¨ªa en un gran ¨¦xito. Dicen en la plantilla que al Madrid le falt¨® suerte para marcar el 3-1 y que, en plena refriega ocurri¨® algo sobrenatural. Messi se hizo con la pelota como si llevara un im¨¢n y meti¨® el 2-2.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
![Diego Torres](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F905d2291-3bc7-4951-9b10-14c4000df79f.png?auth=71540af241da7b2d45e7ccd8aac79de09feb0b15263f9f39b72b24c67ae654b5&width=100&height=100&smart=true)