Nadal se queda seco
El serbio derrota al n¨²mero uno del mundo en dos set (6-3 y 6-3) Es la cuarta derrota del espa?ol en la final del torneo estadounidense
Novak Djokovic no necesita vestirse de gigante para celebrar por doble 6-3 el t¨ªtulo del Masters 1.000 de Miami frente a Rafael Nadal. En solo una hora, el serbio ya manda 6-3 y 3-1. Para entonces, el n¨²mero dos dobla en puntos ganados al n¨²mero uno. No es un recital del aspirante, pero s¨ª es casi un mon¨®logo. Cuando Djokovic habla, Nadal calla. Apenas levanta la voz el mallorqu¨ªn. Nunca carbura. ?l, que ha hecho carrera desde la pasi¨®n competitiva y la fe en lo imposible hasta en los momentos m¨¢s dif¨ªciles, se despide del partido casi sin haber llegado: la final dura 1h 24m y fotograf¨ªa a un Nadal de golpes romos, demasiado alejado de la l¨ªnea de fondo y que le abre la puerta a Djokovic en lugar de obligarle a derribarla ¡ª20 errores no forzados¡ª. El n¨²mero uno del mundo afrontar¨¢ ahora la gira de arcilla europea, donde se juega el grueso de su curso y de su posici¨®n en el r¨¢nking, con el mal sabor de boca de no haber disputado a pecho descubierto uno de los pocos grandes t¨ªtulos que le faltan. Fue su cuarta derrota en la final de Miami.
Los dos rivales se presentaron al encuentro faltos de ritmo y un punto descentrados por las circunstancias. Por primera vez en la historia, dos tenistas llegaron al partido decisivo sin que ninguno de los dos hubiera tenido que jugar ni un punto en semifinales. De inicio, pareci¨® que Djokovic diger¨ªa peor el ¨®xido competitivo y los soplidos del viento. Se vio a un Nadal mejor plantado y m¨¢s decidido, con las ideas m¨¢s claras, que se procur¨® una bola de break en el juego inaugural. No volvi¨® a tener otra. El espa?ol perdi¨® el hilo en cuanto el partido empez¨® a plantearle preguntas y ¨¦l comenz¨® a buscar respuestas en sus guiones m¨¢s conocidos.
Nadal pec¨® de atacar en exceso contra el rev¨¦s de Djokovic, su estrategia preferida contra cualquier otro tenista y que hab¨ªa sabido corregir en los ¨²ltimos enfrentamientos con el serbio. Desde 2012, el mallorqu¨ªn consigui¨® frenar la sangr¨ªa de siete derrotas seguidas contra Nole desde cuatro premisas irrenunciables: no insistir contra el mejor rev¨¦s del mundo; jugar centrado los intercambios de fondo para impedir que Nole se escore y tenga m¨¢s f¨¢cil abrir ¨¢ngulos; pelear a cara de perro sin ceder metros en el fondo; y tirar con decisi¨®n con su drive. En Miami, el n¨²mero uno no alcanz¨® ninguna de esas cuatro metas.
Los dos rivales se presentaron al encuentro faltos de ritmo y un punto descentrados por las circunstancias
El n¨²mero dos abri¨® sus defensas con su rev¨¦s. Aprovech¨® su tendencia a cargar el juego sobre esa orilla para abrirse la pista en diagonal. Vio a Nadal aculado contra la valla, sin la agresividad necesaria para luchar por el tim¨®n en el puente de mando. Sufri¨® contra el drive del campe¨® de 13 grandes, especialmente en el arranque, pero el castigo nunca fue continuado.
El Djokovic titubeante que arranc¨® el encuentro concediendo una bola de break se transform¨® en un Djokovic gran¨ªtico. El tenis es un deporte de vasos comunicantes, en el que todo nace de la mezcla entre los contrarios. Perdida esa bola de break inicial, pronto desapareci¨® el Nadal que hab¨ªa conseguido cinco ganadores en los cuatro primeros juegos y que solo hab¨ªa cedido un punto en sus dos primeros saques. Como si le pesara el desaf¨ªo de enfrentarse a un tenista implacable sobre cemento, que lleg¨® a la cita con 19 victorias consecutivas en los torneos de la categor¨ªa, al campe¨®n de 13 grandes le falt¨® capacidad de reacci¨®n, y convencimiento. ?l, un competidor brillante, quiz¨¢s el mejor de la historia en adaptaci¨®n, ductilidad para los cambios t¨¢cticos sobre la marcha y talento camale¨®nico, estuvo irreconocible. Sin chispa en las piernas. Sin limpieza en el golpeo. Un poco pesado en los movimientos laterales. M¨¢s pendiente de Nole que de buscar alternativas en su plan de juego.
Cuando el n¨²mero uno cedi¨® su primer saque de la segunda manga, acogotado por el abordaje del n¨²mero dos sobre su segundo servicio (el espa?ol solo sum¨® un 47% de esos puntos), no hubo ¨¦pica. El partido era ya de sentido ¨²nico, y mandaba el serbio en sus dos velocidades (tanto en los intercambios cortos y agresivos como en los largos y trabados). Entonces, Nadal, siempre corajudo, intent¨® ense?ar sus m¨ªticos colmillos. Solo se vieron otros dientes: los de la sonrisa de Djokovic.
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