La dignidad del hijo de un pay¨¦s
Tito creci¨® en un peque?o pueblo de Girona y hered¨® los valores del campo en su modo de ser y su trayectoria humana y profesional
¡°Todo ir¨¢ bien¡±, repet¨ªa incluso cuando peor lo estaba pasando, a sus padres, a los que no quer¨ªa contarles ni lo bueno ni, por supuesto, lo malo, a sus hijos y a sus amigos, metido en una lucha ag¨®nica contra la enfermedad que se lo ha terminado llevando. Tito Vilanova rehuy¨®, incluso, el contacto con los m¨¢s cercanos en los ¨²ltimos meses, cuando peor estaba, cuando sab¨ªa que todo se acababa, en su refugio de L¡¯Escala escapando de la compasi¨®n, convencido de que no era justo hacer sufrir a la gente que quer¨ªa. Prefiri¨® eludir afectos y se aferr¨® a la dignidad con la que creci¨® en su pueblo, hijo de payeses, heredero leg¨ªtimo de valores que hablan de la tierra, de campo. As¨ª vivi¨® y as¨ª muri¨®, con los valores que le se?alaron por leal, reflexivo, trabajador, sencillo, y recto. De Tito dec¨ªan que cuando ca¨ªa, ca¨ªa de pie, digno y orgulloso. Tito Vilanova creci¨® en un pueblo de 600 habitantes en el coraz¨®n de Girona, en Bellcaire de L¡¯Empord¨¤, y presumi¨® de origen. ¡°Cagarse no se cagar¨¢¡±, cont¨® un amigo al explicar la manera en la que viv¨ªa el cargo y su lucha.
A Tito le gust¨® rodearse de amigos, por mucho que en los ¨²ltimos meses rehuyera de todo. Por digno, prefiri¨® abrazarse a su gran amor, Montse Chaure, la mujer con la que creci¨®, so?¨®, luch¨®, sufri¨® y vivi¨® desde que ten¨ªa 18 a?os, antes que dejarse compadecer. Fue t¨ªmido al declararse, pero cuando se gan¨® el amor, lo defendi¨® de por vida.
¡°Tengo cuatro amigos, no m¨¢s, me basta y no los pierdo por nada¡±, sol¨ªa decir
Le gustaba comer, especialmente caracoles, setas y los canelones de su suegra. M¨¢s all¨¢ de la mesa, su mayor pasi¨®n reconocida siempre fue la m¨²sica y se le recuerda comprando discos de Julio Iglesias en tiendas de Barcelona para llev¨¢rselos a su madre. Fue suya la banda sonora del mejor Bar?a de la historia, b¨¢sicamente porque ¨¦l llev¨® a la ciudad deportiva el CD de Coldplay, pero le ven¨ªa bien Serrat y escuchaba a Keane o a The Cure si conven¨ªa; si antes de los partidos, en el calentamiento del equipo, suenan los Blau Mut fue ¨¦l quien lo propuso.
Presum¨ªa de tener pocos amigos ¡ª¡°cuatro, no m¨¢s, me basta y no los pierdo por nada¡±, sol¨ªa decir¡ª y de tan fiel, entreg¨® su amor a Montse Chaure cuando jugaba en el filial de Barcelona y con ella se cas¨® en 1992. Mujer de car¨¢cter, barcelonesa, hizo camino de Barcelona a Mallorca, pasando por Vigo, Badajoz, Lleida y Elche hasta echar ra¨ªces en una casa con terraza en la ciudad condal que gustaba de iluminar con velas para cenar en verano a solas.
Amante de la m¨²sica, fue suya la banda sonora del mejor Bar?a de la historia
Montse fue quien le hizo los mayores regalos que jam¨¢s hubiera so?ado en su vida: Carlota, su hija mayor, la ni?a de sus ojos, esa mujer de la que tan orgulloso estaba, estudiante de Derecho ¡ªy seg¨²n presum¨ªa siempre, ¡°m¨¢s guapa y m¨¢s lista que sus padres¡±¡ª y Adri¨¤, jugador del juvenil B del Bar?a ¡ª¡°fich¨® antes de que yo volviera al club con Pep¡±, sol¨ªa recordar siempre que intu¨ªa cualquier sospecha de los motivos por los que su hijo jugaba en el club¡ª. A Tito le gustaba decir que Montse era, ¡°de largo¡±, lo mejor que le hab¨ªa pasado en la vida. Y as¨ª la mir¨® siempre
Lo cierto, dicen, es que fue Tito Vilanova el que result¨® un regalo para cuantos le conocieron, en familia, entre amigos compartiendo mesa y mantel o en un vestuario. Fue futbolista y entrenador pero, por encima de todo, fue un buen amigo, un buen hijo, un gran marido, un gran padre y una persona que recordar¨¢n m¨¢s all¨¢ de su muerte quienes le trataron.
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