En los Pacers no se aguantan
La mayor¨ªa de los expertos esperaban que, despu¨¦s de una actuaci¨®n sorprendentemente competente en las eliminatorias de la NBA del a?o pasado, los Pacers de Indiana se superasen a s¨ª mismos esta temporada. Entonces ocurri¨® una cosa curiosa: los Pacers estuvieron a la altura de las expectativas y se situaron a la cabeza de la Conferencia Este. Se dec¨ªa que el equipo era una pi?a, y su mejor jugador fue puesto a la altura de Kevin Durant y LeBron James como la clase de superestrella capaz de alternar las posiciones de escolta y alero tan codiciada por la NBA gracias a su habilidad para vender camisetas de imitaci¨®n en China.
Pero m¨¢s o menos cuando el invierno dejaba paso a la primavera en Indian¨¢polis, pas¨® algo, y la temporada so?ada por los Pacers se vino abajo. Hay toda clase de teor¨ªas sobre las causas. Algunas son sosas: los Pacers jugaron demasiados minutos con el mismo cinco titular y, sencillamente, estaban desgastados por la dureza de una larga temporada. Otras destacan detalles considerablemente m¨¢s escabrosos: el rumor surgido en enero de que una bailarina de striptease hab¨ªa rechazado el mill¨®n de d¨®lares que le ofrec¨ªa Paul George por interrumpir un embarazo no deseado; la habladur¨ªa de ¨²ltima hora que relacionaba a George con la novia del p¨ªvot Roy Hibber.
Por mi parte, ofrecer¨ªa una explicaci¨®n alternativa, ni tan simple, ni tan teatral. En alg¨²n punto del camino, los Pacers se han cansado los unos de los otros.
Cuando estaba acabando mis estudios en la Universidad del Estado de Iowa, el equipo de baloncesto del que yo era un colaborador bastante destacado termin¨® la temporada entre los 10 primeros del pa¨ªs. Hab¨ªamos ganado una liga, y, a punto de entrar en el campeonato de la NCAA (conocido como la Locura de Marzo), ¨¦ramos una opci¨®n atractiva para sobrevivir hasta la Final Four. Pero las apariencias enga?aban. Despu¨¦s de aguantar seis meses, est¨¢bamos hartos de jugar juntos. Discut¨ªamos, no nos habl¨¢bamos, est¨¢bamos agotados por la dureza de nuestro entrenador, un hombre que el d¨ªa antes de nuestro partido de la primera ronda del campeonato contra el min¨²sculo Hampton College nos dijo que estaba deseando que se acabase la temporada porque eso significar¨ªa que ya no tendr¨ªa que vernos m¨¢s. Para m¨ª fue algo dif¨ªcil de tragar. Toda mi vida hab¨ªa so?ado con ser el mejor jugador de un equipo que tuviese la posibilidad de ganar un campeonato universitario nacional. Pero mis sue?os infantiles no bastaban para contrarrestar la inercia de la apat¨ªa. Perdimos contra el Hampton y nos convertimos ¨²nicamente en el cuarto equipo que hab¨ªa logrado una clasificaci¨®n tan buena para caer derrotado en la primera ronda.
Y es que, al final, el baloncesto es como todo en la vida. Cuando no puedes soportar a la gente con la que trabajas, ya no trabajas bien con ella. Es una verdad desagradable para los seguidores de los equipos deportivos, que no pueden ver el interior de las mentes de sus jugadores favoritos. La parte m¨¢s desagradable de esta desagradable verdad es que esos conflictos personales no tienen f¨¢cil soluci¨®n. Es decir, ninguna que no sea pasar algunos meses separados. Lo cual, si no me equivoco, puede estar a la vuelta de la esquina para los Pacers.
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