Am¨¦n y Kittel
Segunda victoria del alem¨¢n del Giant en Irlanda, la isla a la que el pelot¨®n dice adi¨®s con un suspiro de alivio
En la medieval Armagh, donde San Patricio empez¨® a convertir paganos y le alzaron dos catedrales, la de los cat¨®licos y la de los protestantes, un pastor reza desde el podio de firmas ante la salida como rezan los curas de las pel¨ªculas de John Ford a los mineros o a los campesinos que se dejan la vida doblando la espalda en sus trabajos peligrosos. ¡°Te rogamos, Se?or, que todos los ciclistas lleguen sanos y salvos a Dubl¨ªn¡±, fue una de sus pr¨¦dicas y al o¨ªrla los ciclistas miran al cielo, al chubasco que se acaba de largar y a las nubes que llegan con el siguiente, y miran a las veletas girando locas en los tejados, y a coro responden: "Am¨¦n, Dios te oiga".
En Armagh, de donde parti¨® la tercera y ¨²ltima etapa irlandesa del Giro del 14, solo se ve¨ªa felices a los locales, que por una vez pod¨ªan vestir de rosa, pero rosa Giro, sin dejar de ser very machos, a Darach, el d¨¦cimo hermano de Pat McQuaid, el expresidente de la UCI, que aprendi¨® de su padre, el pistard Jim, de los tiempos de Coppi, y amigo suyo, a amar al ciclismo, y de su instinto a hacer negocio con ¨¦l (y ha organizado el business del Giro en Irlanda) y a Bjarne Riis, el m¨¢nager del Tinkoff, que habla del Tour y dice: ¡°Este a?o toca; este a?o, Alberto, s¨ª¡±. Los dem¨¢s siguen rezando mientras montan en sus bicicletas o se suben al coche para guiar al ganado en pelot¨®n hasta la meta. Y Jos¨¦ Azevedo, el director del Katusha, le dice a uno de sus rusos grandotes que se meta a Purito en el bolsillo y ay de ¨¦l c¨®mo le pase algo.
En la carretera rugosa y de traicioneros estrechamientos e isletas que desciende a Dubl¨ªn? el Giro se transforma en una etapa del Tour
Y en la carretera rugosa y de traicioneros estrechamientos e isletas que desciende a Dubl¨ªn pegada a la costa Este de la isla, el Giro se transforma, de golpe, en una etapa del Tour de esas terribles de Breta?a, Normand¨ªa o el Norte asolado. Las ca¨ªdas se repiten, cada vez m¨¢s grandes; el viento los vuelve locos a todos; el drama est¨¢ a la vuelta de cada rotonda, pero, milagrosamente, o san Patricio, oh, su pastor en la tierra, el milagro se produce: nadie se rompe nada; ning¨²n favorito pierde tiempo; el pelot¨®n se fracciona varias veces, pero la cabeza, ocupada por el Orica del jovial l¨ªder Mathews y los Giant del gigantesco Kittel, no acelera, sino que frena y permite que todos regresen. ¡°Ha sido el Tour, en efecto, pero sin mala idea¡±, dice Eusebio Unzue, el m¨¢nager del Movistar. ¡°Aqu¨ª todos hemos sido buenos y nadie se ha querido aprovechar de nadie. Quiz¨¢s la igualdad de todos los equipos que tenemos escaladores y gente dura para el llano haga que no intentemos hacer el bobo¡±.
A Nairo, el escalador favorito de Unzue no lo llev¨® ning¨²n ruso en el bolsillo, sino que rodeado por medio equipo viaj¨® en primera, casi a la altura de los equipos que guiaban. ¡°Es m¨¢s duro, se trabaja m¨¢s, pero m¨¢s seguro¡±, dice Castroviejo, que llega a la meta con la cara negra de un minero, cubierta del barrillo que se ha posado escupido por las ruedas de los ciclistas vecinos. ¡°De hecho, ninguno del equipo nos hemos ca¨ªdo. Y esto es hist¨®rico¡±.
"Ninguno del equipo nos hemos ca¨ªdo. Es hist¨®rico¡±, dice Castroviejo, del Movistar?
Y todo esto, toda esta historia, se acab¨® en las calles de Dubl¨ªn junto al Leffrey que da sus aguas para que las ennegrezca el se?or Guinnes con Marcel Kittel regal¨¢ndose por su cumplea?os (26) una repetici¨®n corregida y aumentada de la victoria de la v¨ªspera en Belfast: cuando el r¨¢pido Swift y el ¨ªdolo Viviani pensaban que la cosa se reducir¨ªa a un codo a codo entre ambos, apareci¨® de ninguna parte un ob¨²s rojo con pintas de boxeador malo ¨Csus fans dicen que Kittel es clavado a Dolph Lundgren el actor que hac¨ªa de Ivan Drago, un saco para los pu?os de Rocky Stallone-- que los dej¨® clavados y p¨¢lidos.
El taxista que lleva a algunos periodistas hasta Lansdowne Road, el estadio donde Irlanda juega a rugby y donde est¨¢ la sala de prensa, dice que ¨¦l es de f¨²tbol, que el rugby es de pijos ricos de colegio privado, que el f¨²tbol ga¨¦lico es cosa de curas, pero que el f¨²tbol de verdad es el deporte de la clase trabajadora, como ¨¦l, como George Best. El ciclismo en Irlanda era cosa de campesinos, como Sean Kelly, pero el domingo el taxista descubri¨® que tambi¨¦n lo era de verdaderos trabajadores. Hoy los ciclistas se levantan a las cuatro de la ma?ana para tomar a las ocho un avi¨®n a casi ?frica, a Bari, donde el Giro continuar¨¢ ma?ana, ya en Italia.
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