Un Giro escrito en la arena
Nairo Quintana empieza a dar muestras de su capacidad y el l¨ªder, Ur¨¢n, de vulnerabilidad en la llegada a Oropa
Esto es un Giro escrito en la arena, una narraci¨®n muy colombiana que se borra al d¨ªa siguiente de haber sido escrita, parec¨ªa, de forma definitiva, y debe ser iniciada de nuevo. Como si en cada final de cada historia se encontrara la semilla de la siguiente, de su contraria. Una semilla que puede ser tan m¨ªnima como los 25s en que Nairo Quintana aventaj¨® a Rigo Ur¨¢n, de rosa, en la primera etapa alpina.
El Giro 2014 comienza cada d¨ªa, y lo hace al ritmo en que se hacen m¨¢s fluidas las mucosidades que ahogan a su gran escalador, a Nairo Quintana, quien, a la sombra de un sombr¨ªo santuario perdido en mitad de las monta?as y coronado con la leyenda ¡°Oropa Regina Montis¡± (Oropa, que as¨ª se llama la virgen del lugar, tambi¨¦n negra, reina de los montes, y su nombre quiere decir casi eso, Oropa: la monta?a del torrente), dice al terminar la etapa 14? (dos semanas m¨¢s dos d¨ªas de descanso ya, desde Belfast, tan lejana): ¡°Ha llegado la monta?a de verdad¡±. Y su director, Jos¨¦ Luis Arrieta, como un eco, los pies bien asentados sobre el porfidio negro, el pav¨¦s que cubre los caminos del lugar: ¡°Su Giro empieza ahora¡±. Y, al mismo tiempo, siguen termin¨¢ndose los giros de los dem¨¢s, de Ur¨¢n, de Evans, de Pozzovivo, el pir¨®mano¡ Y sus compa?eros, Ventoso, Castroviejo, Izagirre, Herrada, Anton, Malori¡, a los que solo abandona en la carretera cuando el deber le llama (es decir, cuando Pozzovivo enciende la carrera) se admiran de su capacidad para seguir respirando fuerte en mitad del esfuerzo pese a la enorme cantidad de mocos que sus narices producen a¨²n, y de c¨®mo ¨¦l, Nairo, el escalador, responde.
En estas, entre el guirigay de globeros chillones que invaden todos los rincones de la enorme explanada mariana, se oye la gran voz de Davide Bramati, el director del Omega, el equipo alfa del Giro, el equipo de Ur¨¢n, el l¨ªder: ¡°?Y toda esta pel¨ªcula por una ventaja de 25s en cuatro kil¨®metros? Anda ya¡¡±. Y quiz¨¢s Bramati, veterano de aquella ¨¦poca, recuerde demasiado bien la exhibici¨®n de Marco Pantani en esta misma subida hace 15 a?os, pocos d¨ªas antes de ser expulsado de su Giro por exceso de hematocrito, su remontada brutal, excesiva, un sprint en cada repecho, despu¨¦s de sufrir una aver¨ªa a ocho kil¨®metros de la cima: quiz¨¢s eso, ese imposible, le enga?e a Bramati.
Mal que le pese a Bramati, y pese a las palabras de su corredor, de Ur¨¢n (l¨ªder por 32s sobre el segundo en la general, Evans, y a¨²n m¨¢s de tres minutos sobre Nairo, a¨²n sexto), que quieren ser de calma ¡ª¡°estoy tranquilo, todo fue fenomenal, se trata de llegar de rosa a Trieste, no de derrochar energ¨ªas todos los d¨ªas¡¡±, y as¨ª¡ª, la pel¨ªcula tiene base. Bast¨® con que Juli¨¢n Arredondo, otro dinamitero colombiano, qu¨¦ piernas m¨¢s potentes las del l¨ªder de la monta?a, acelerara ligeramente la marcha a ocho kil¨®metros de la cima para que un d¨ªa de marcha tranquila para Ur¨¢n y sus omegas, fuga en la distancia, pelot¨®n a¨²n bastante amplio en el ¨²ltimo de los tres puertos, se convirtiera en una carrera por la salvaci¨®n. Bast¨® con que, solo cuatro kil¨®metros m¨¢s tarde, Pozzovivo, dinamita en miniatura, nitroglicerina de mirada impasible la del italiano, viera que llegaba un desnivel de su gusto, para que Nairo se olvidara de sus mocos, Ur¨¢n de su resistencia, y los dem¨¢s, los j¨®venes que llegan (Aru, Majka, Kelderman) supieran que delante se desarrollaba una lecci¨®n de ciclismo que les vendr¨ªa bien aprender.
Atac¨® Pozzovivo y solo Quintana, que a¨²n no se perdona no haberlo podido seguir el d¨ªa de Sestola, fue capaz de aguantar el tir¨®n y de pegarse a su rueda
¡°Al principio de la etapa ten¨ªa dos interrogantes que quer¨ªa resolver: ?c¨®mo estoy?, ?c¨®mo est¨¢n?¡±, dice Quintana. ¡°Y yo, aunque he sufrido bastante, estoy mejor¡±. Y de Ur¨¢n no habl¨®, no quiso analizar, decir claramente, que los 25s son una muestra de vulnerabilidad del l¨ªder. Y a¨²n queda la monta?a m¨¢s alta, los puertos de m¨¢s de 2.000 metros de altura, los Dolomitas¡ ¡°Este resultado me da confianza para lo que queda despu¨¦s de haber estado sufriendo todo el Giro, primero con la ca¨ªda, luego con la gripe¡¡±.
Atac¨® Pozzovivo y solo Quintana, que a¨²n no se perdona no haberlo podido seguir el d¨ªa de Sestola, la estaci¨®n de esqu¨ª de Bolonia, fue capaz de aguantar el tir¨®n y de pegarse a su rueda. ¡°Sufr¨ª y sufr¨ª, y solo pude pegarme a su rueda y resistir¡±, dice el colombiano, que al final esprint¨®, y sac¨® segundos a todos los favoritos, unidades sueltas que llegaban asfixiadas y dando botes. ¡°Y Pozzovivo se enfad¨® conmigo porque no le di relevos, y tiene raz¨®n. Pero yo no pod¨ªa m¨¢s¡ Ya sab¨ªa que si ¨ªbamos relevando sacar¨ªamos m¨¢s tiempo, y a m¨ª tambi¨¦n me interesaba, pero no pod¨ªa¡¡±.
Por delante de ellos, ya hab¨ªan cruzado la meta la docena de corredores supervivientes de la gran fuga m¨¢s Rolland y Hesjedal, orgullosos atacantes desde el puerto de segunda. Gan¨® la etapa el italiano Battaglin, otro de los j¨®venes que llega, otro Ulissi, otro Canola¡ Y en la RAI proclaman: ¡°El ciclismo italiano est¨¢ renaciendo¡±.
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