Nadal presenta armas
El espa?ol solo pierde tres juegos ante Ginepri, el n¨²mero 279, el debut m¨¢s arrollador de su carrera en Par¨ªs (6-0, 6-3 y 6-0) Djokovic vence 6-1, 6-2 y 6-4 a Sousa
¡°Allez toro!¡±, grita un espectador que quiere convertir en calor el frio. Mientras Rafael Nadal debuta con un abrumador 6-0, 6-3 y 6-0 frente a Robby Ginepri, el n¨²mero 279 mundial, Roland Garros se mueve al ritmo de la lluvia, que suspende y reanuda partidos, llega acompa?ada del frio, y convierte el cielo de la ciudad de la luz en un manto gris de invierno. Acogido con un torrente de palmas por el p¨²blico de la Suzanne Lenglen, la segunda pista en importancia de la catedral de la tierra, el n¨²mero uno mundial deja que el reloj marque su incontestable dominio: en 13 minutos se pone 3-0; en 29 celebra la primera manga (6-0); y en 1h 42m levanta los brazos despu¨¦s de ceder solo tres juegos, el mejor estreno en el torneo del ocho veces campe¨®n. En segunda ronda, el ganador de 13 grandes se medir¨¢ con el ganador del Dominic Thiem-Paul Henri Mathieu.
Las chispas del agua marcan la jornada igual que si lloviera fuego. Se llenan de paraguas las gradas. Se empapan los pantalones de los espectadores, sentados pacientemente sobre sillas anegadas. Se suspenden casi una decena de partidos e intentan pisar el acelerador los favoritos para que no se cancele su encuentro y se les acumule el trabajo en los d¨ªas venideros. "Yo", admiti¨® luego Nadal; "realmente pens¨¦ que no jugar¨ªa". "Era un d¨ªa complicado por el clima, y solventarlo me da dos d¨ªas de descanso y tranquilidad para seguir entrenando cosas".
Djokovic se gan¨® al p¨²blico protegiendo de la lluvia a un recogepelotas
As¨ª, bajo una capucha gris, pisa por primera vez la tierra de Par¨ªs Novak Djokovic, el pretendiente. El serbio, que busca en Roland Garros el ¨²nico grande que le falta para completar el Grand Slam (ya se impuso en el Abierto de Australia, en Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos), intenta despachar su duelo en la central a toda mecha. Su encuentro con Joao Sousa, sin embargo, tiene mucha m¨¢s miga. La raqueta del portugu¨¦s se procura diez bolas de break (convierte tres). La suya, 15 (suma ocho). Ocurre todo en muy breve tiempo de juego (1h 50m), pero todo dura mucho: el encuentro est¨¢ entreverado de parones por la tormenta, y es tan prolongada una de esas interrupciones que Nole aprovecha para lanzarle un gui?o al p¨²blico.
Bromista como es, el n¨²mero dos mundial le pide a un recogepelotas que deje de protegerle del aguacero con un paraguas, le invita a sentarse con ¨¦l en el banco, y mientras es la estrella quien protege a los dos de la lluvia, comparten una bebida. Aplauden los aficionados. Se rompe en palmas la Phillipe Chatrier, que quiz¨¢s vea en segunda ronda al campe¨®n de seis grandes contra el local Chardy. Par¨ªs se llena de agua, con la lluvia viene el frio, pero sobre la roja tierra ya empiezan a salir las chispas que alimentar¨¢n el fuego de los d¨ªas venideros.
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