La fiesta de los excluidos
En el estreno de Brasil, los controles policiales dejan aislados a los pobladores de una favela cercana al estadio de S?o Paulo
Tain¨¢ Salustiano y cinco amigos m¨¢s, con edades de entre diez y 17 a?os de edad, caminaron casi durante cuarenta minutos desde el centro de Itaquera (barrio pobre al Este de S?o Paulo de 600.000 habitantes y 300 favelas) hasta la avenida Doutor Lu¨ªs Aires, a menos de un kil¨®metro del estadio Arena Corinthians. Hasta all¨ª quer¨ªan llegar. Su objetivo era ver el Brasil-Croacia con el que se inaugur¨® el Mundial en una pantalla gigante que, seg¨²n varios rumores que hab¨ªan circulado entre los chicos del barrio, se iba a instalar en los alrededores del campo. A mitad del camino se toparon con un contingente de polic¨ªas que bloqueaba el paso y que imped¨ªa el acceso al estadio a cualquiera que no tuviese una entrada.
¡°Es una putada. Es la ¨²nica oportunidad de estar cerca de un partido de Brasil¡±, se lamentaba la chica. Con todo, este grupo no fue el ¨²nico al que se le impidi¨® el paso. Al contrario: se suced¨ªan las historias de vecinos que no pod¨ªan salir de su barrio. De hecho, Itaquera qued¨® aislado a base de bloqueos policiales. ¡°Es una cuesti¨®n de seguridad¡±, aseguraba uno de estos polic¨ªas. ¡°Si se dejase a todo el mundo pasar, esto se convertir¨ªa en un foll¨®n¡±, a?adi¨®.
Washinton Gleydson, de 31 a?os, un l¨ªder vecinal de la favela de La Paz, la m¨¢s pr¨®xima al estadio, asegur¨® que los controles policiales se montaron alrededor de las ocho de la ma?ana, nueve horas antes de que comenzase el partido y dificultaron, incluso, la salida al trabajo de los habitantes del barrio que se desplazan diariamente en metro. Muchos tuvieron que dar una vuelta de m¨¢s de media hora. ¡°Esta ma?ana, un se?or cargado de maletas necesitaba llegar hasta el metro pero no le dejaron pasar¡±, a?ad¨ªa Gleydson.
¡°Qu¨¦ guay lo de la Copa del Mundo, ?eh?", ironizaba Rafael Silva, de 29 a?os, al o¨ªr que deber¨ªa dar una vuelta por todo el barrio para llegar a su casa. Decidi¨®, al final, atajar, a¨²n a costa de internarse en una zona peligrosa de tr¨¢fico de drogas.
El bloqueo policial tuvo una ventaja: una de las calles principales del barrio qued¨® libre de tr¨¢fico y se convirti¨® en el escenario perfecto para ver el partido, con puestos de perritos calientes y de bebidas incluidos. Muchos de estos vecinos, que residen casi al lado del estadio, han vivido en estos ¨²ltimos cuatro a?os pendientes de las evoluciones de la construcci¨®n del campo. En un principio se les inform¨® de que ser¨ªan desplazados de la zona, pero tras batallar con la prefectura, consiguieron que esta les prometiera una vivienda, que, al final, no llegar¨¢ hasta 2015, a cambio de dejar libre el terreno. ¡°Nuestra casa no est¨¢ lista porque se gastaron todo en los estadios¡±, dec¨ªa una de las vecinas.
Sin embargo, los vecinos de esta zona desfavorecida a la que el Mundial solo ha tra¨ªdo desgracias hasta ahora, decidieron hacer las paces con la Copa del Mundo por un d¨ªa y adornaron las ventanas de sus casas con banderas brasile?as y las calles con cintas verdes y amarillas. Luego colocaron en la calle los televisores, montaron barbacoas y animaron a su selecci¨®n, que jugaba a pocos metros al lado.
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