No ganamos, pero no olvidamos
Sois irrepetibles y que nadie se atreva a decir lo contrario... Ya sois eternos entre todos nosotros. Gracias, chicos
GRACIAS
Hoy me levant¨¦ contento como suelo hacerlo. Tengo motivos para ser feliz, incluso ante la lucha de El Manzana contra algo que vive en su cuerpo y no le deja en paz. El Manzana es mi padre. Mi selecci¨®n es un motivo m¨¢s. No ganamos, pero no olvidamos. Y no debi¨¦ramos hacerlo con quienes vertebraron el pa¨ªs alrededor de un s¨®lo color y un bal¨®n, para quienes debieron sentir los gritos de alegr¨ªa a kil¨®metros de distancia cuando superaron a cualquier rival. Para quienes crearon tendencia y estilo. Lo nunca visto. Ellos que hoy soportan el sabor de la amargura despu¨¦s de tanto dulce. ?Qui¨¦n lo dir¨ªa! Toca despedirse de ellos entre parabienes, pero sin reproches. Ya son una leyenda en vida y no tendr¨¢n que esperar a irse para siempre como su primer ap¨®stol, Luis, para recolectar una cosecha plena de admiradores. Sois irrepetibles y que nadie se atreva a decir lo contrario. Yo que solt¨¦ un grito ¡ª¡°?me lo merezco!¡±¡ª de rebeld¨ªa amarga y personal ante un triunfo menor y puntual, hoy alzo mi voz m¨¢s fuerte y m¨¢s alto que aquel d¨ªa en Udine para vocear: ?Os lo merec¨¦is! Ya sois eternos entre todos nosotros. Ya nada ser¨¢ igual. Gracias, chicos, porque El Manzana y yo lo hayamos vivido juntos.
EN LA ARENA
Tertulia improvisada y eterna sobre la arena de la playa. Siempre somos dos y siempre de acuerdo. Manuel, argentino y amigo, trabaja sobre la arena, pero no deja de vivir sobre el c¨¦sped que nunca pis¨® pero que huele y saborea como yo mismo. Un divino, como dir¨ªa ¨¦l, cuando habla de alguien que quiere. Amante de los Rolling y su Argentina futbolera. Messi est¨¢ en otro nivel. Entre ambos intentamos ser Sabella como en su d¨ªa fuimos Maradona, Basile, Bielsa, Batista¡. a Menotti no llegamos, pero vemos el f¨²tbol y el juego de manera limpia y sin colores. Nos derretimos con los centrocampistas y en especial con los cinco cl¨¢sicos. Justo de lo que afanosamente buscamos en el seleccionado argentino desde hace tres lustros. No pretendemos resucitar a Redondo, Ver¨®n, Ardiles o Lucho Gonz¨¢lez, pero seguro que entre estos 23 de ahora hay m¨¢s centrocampistas a los que no forzarles las tuercas como las de Di Mar¨ªa y Galletti; dos expertos en agitaci¨®n intensiva, pero a los que el campo se les hace desierto si parten 30 metros atr¨¢s. Los hinchas argentinos quieren ganar, pero sobre todo sentir. No palpitan. Argentina tampoco y tal vez sea por falta de centrocampistas de buen gusto que sepan endulzar el juego albiceleste.
ANTIH?ROE
En una rueda policial de acusados por ser futbolista sin hechuras, saldr¨ªa elegido por unanimidad. Es M¨¹ller, el antih¨¦roe. Fideoso, desali?ado, con un corte de pelo vintage, despojado de tatuajes, calcetines a la tibia y con unas botas que parece que no son suyas porque aparentan ser tres n¨²meros m¨¢s. No hay quien se lo crea, pero ah¨ª est¨¢ el zagal. Bueno de verdad. Contra Portugal se ceb¨® como lo hiciera un Mundial atr¨¢s cuando hizo cinco percusiones en la diana. Un jugador que si le sacas de una teletienda acabas por recomendarle como producto estrella a los amigos. Un chollo. S¨®lo le falta que sepamos si es un hombre de orden ¡ªla leyenda dice que una vez suspendi¨® un examen de chino, suponemos que para disimular¡ª, porque para estrella internacional tiene todos las visados en regla. De alem¨¢n s¨®lo tiene el apellido.
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