El coraz¨®n por la boca
Como aficionado con pasi¨®n veo el juego en directo. El diferido es como enviar un emoticono con un beso enorme a alguien al que quieres
CHARR?A SALVAJE
Como aficionado con pasi¨®n veo el juego en directo. El diferido es como enviar un emoticono con un beso enorme a alguien al que quieres. Por compromisos personales ¡ªya tendr¨¢n ustedes nietos¡ª del Uruguay-Inglaterra me perd¨ª 30 minutos, pero no la esencia. Lo he comprobado al levantarme y, delante de un caf¨¦, disfrutar del resto del partidazo que los famosos y modernos whatsapps me iban adelantando ayer. Mi cronista de c¨¢mara ¡ªmi hijo ?lvaro, al que le encanta Su¨¢rez como en su d¨ªa le embrujaba Torres en el Liverpool o como Marc M¨¢rquez pilotando¡ª me destripaba lo que ¨¦l disfrutaba. Sus mensajes eran mis ojos. Noche corta pensando en lo que me esperaba.
Uruguay es un pueblo chiquito con coraje luchador de potencia mundial. Si lo necesitan para seguir, para competir, el coraz¨®n les saldr¨¢ por la boca antes que rendirse. Son sanos y van de frente, por eso se lo agradecemos. Para reducir a una buena Inglaterra en v¨ªas de transici¨®n, entre su costumbre y lo futurible, tuvo que empujar, maniobrar y seducir. Luis Su¨¢rez al mando. Jugador incansable con tremenda versatilidad en soluciones y prestaciones. Es un jugador actual con el car¨¢cter indomable charr¨²a. Y eso es decir mucho. Si al final se decide su traspaso al Real Madrid pondr¨¢ en su sitio a Benzema, porque va a sacar del delantero franc¨¦s todo lo que lleva dentro y no expone por falta de competencia dom¨¦stica siempre necesaria entre goleadores. Agradecido a su especial manera, se lo hizo saber a sus anfitriones, con un gol al m¨¢s puro estilo brit¨¢nico: saque largo, prolongaci¨®n, correr al espacio y chutar. Como los buenos pistoleros del western, entre las cejas de Hurt.
CRISTIANO AGOTADO
Jugar casi en soledad aunque seas de los mejores, no te autoriza ante la victoria. Un Mundial acredita a los equipos que se fortalecen como grupo y que sostienen a una estrella con diferente brillo. Valga como ejemplo a la Argentina de Maradona en M¨¦xico 86 o nuestra Espa?a de Iniesta en Sud¨¢frica. Portugal es un pu?ado de reconocidos futbolistas, que como grupo nunca carbura. Tal vez por el sobrevalorado mercadeo de traspasos, o porque en estas citas de alto standing no encuentran su ecosistema, los portugueses suelen pasar de puntillas. M¨¢s expectantes los alrededores que ellos mismos. Mientras eso no cambie, Cristiano seguir¨¢ desolado, agotado por su ego colaborador y frustrado. Juega al l¨ªmite pero en soledad, a diferencia de sus ¨²ltimos meses en su equipo cuando le pulso guinda al pastel que ¨¦l mismo repost¨® a golpe de empeine en la temporada. Ante la cita norteamericana, la tripulaci¨®n de Cristiano Ronaldo deber¨ªa amotinarse y convertir esa nave de recreo en el barco pirata. Son ya muchos los cruceros en los que Portugal acompa?a sin navegar. Una nota discordante m¨¢s ante EE UU, dejar¨¢ esta magn¨ªfica generaci¨®n de portugueses cerca de un div¨¢n masivo.
TENTACIONES
La conciencia nacional se nos qued¨® helada tras perder con Chile. Educados a lo largo de nuestra historia como seguidores incansables en las constantes decepciones nos juramentamos con los ¨¦xitos de nuestra selecci¨®n en dos cuestiones entre otras: disfrutar en las celebraciones por si no volv¨ªan las victorias y jam¨¢s tener la tentaci¨®n, cuando perdi¨¦ramos, de hacer ni siquiera una mueca de disgusto. A sangre y a fuego estaba escrito. Que nos quiten lo bailao, espa?olizamos.
Pero nos gusta la tentaci¨®n de arreglar y dar ideas, pero disimulando. Vivimos mejor en la autoridad que en la responsabilidad y no nos gusta ni obedecer, ni mandar. Ya se va escuchando: han perdido porque no hemos¡ Somos ingeniosos para ni siquiera nominarlo como cr¨ªtica y cambios, sino como ayuda en la b¨²squeda de soluciones. Ya empezamos a esbozar y deslizar sustitutos de los culpables, como si los propios protagonistas del desaguisado s¨®lo fueran grandes en la diferencia que marcaban en el campo. Se lo aseguro, por sus reacciones, por sus declaraciones, tambi¨¦n son grandes en la derrota. Dej¨¦mosle a ellos que tomen sus decisiones y que sepan estar a la altura que siempre han demostrado, tanto al seleccionador como a sus chicos. Y olvidemos las encuestas coactivas y los foros para creer expresarnos libremente, porque entre estos opinantes suele salir algo muy espa?ol: saber m¨¢s de todo que el propio responsable y protagonista. Tocar¨¢ hablar hasta de la fortuna que ganan perdiendo, recurso cr¨ªtico olvidado en las victorias. Seamos hinchas diferentes, como lo fue nuestra selecci¨®n hasta hace bien poquito.
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