El bochorno de la FIFA
El m¨¢ximo organismo futbol¨ªstico ha perdido cualquier autoridad moral desde que no sanciona la corrupci¨®n de sus miembros y ejemplariza sin criterio los castigos a los jugadores
Aparentemente hab¨ªa un cierto consenso en el Mundial, si es que el en f¨²tbol se puede hablar de acuerdo, sobre la necesidad de que Luis Su¨¢rez fuera sancionado de forma inequ¨ªvoca por morder a Chiellini. El sentido com¨²n invitaba a aplicar el reglamento de inmediato, conceder el derecho de apelar al castigado y zanjar sin mayor dilaci¨®n un asunto que con el tiempo se ha convertido en un show que ha trascendido a la Copa.
No se ha hablado del castigo que merec¨ªa propiamente el futbolista sino que se ha recordado su infancia dif¨ªcil, sus problemas con el alcohol y su curr¨ªculo penitenciario en el Ajax y en el Liverpool. Ya son tres las veces que Luis Su¨¢rez ha mordido a un futbolista del equipo rival e incluso se ha sabido que un aficionado noruego ha ganado su dinero despu¨¦s de apostar a que el uruguayo volver¨ªa a clavar sus dientes a un zaguero.
Las redes sociales se han llenado de chistes, bromas y fotomontajes sobre Su¨¢rez, comparado con Dr¨¢cula o Hannibal Lecter, invitado a acudir a un psic¨®logo o a un veterinario. El escarnio sobre el personaje ha sido a menudo tan excesivo como la defensa irracional que los uruguayos han hecho de su ilustre ciudadano, desde el presidente Mujica al capit¨¢n Lugano pasando por el seleccionador Tab¨¢rez.
Hay que mantener el negocio y aplicar el fair play. As¨ª es de hip¨®crita la FIFA, de nuevo populista y arbitraria
Negar la evidencia y convertir una infracci¨®n futbol¨ªstica en un asunto de Estado no ha sido tampoco la mejor defensa de Su¨¢rez. El caso desbord¨® el ¨¢mbito deportivo y se escap¨® por tanto a su control y muy especialmente al de la FIFA, que juzg¨® al jugador como futbolista y ciudadano y, de paso, castig¨® de forma indirecta al Liverpool, su actual club, mientras no hay compensaci¨®n alguna para el perjudicado, que es Italia.
A Su¨¢rez se le puede condenar con nueve o m¨¢s partidos y multarle con 82.000 euros o 200.000 de acuerdo a la justicia deportiva, siempre discutible. Suspenderle de cualquier actividad vinculada con el f¨²tbol cuatro meses, en cambio, es menos razonable y m¨¢s parece una pena contra un delincuente, al que como tal le est¨¢ prohibida la entrada a la cancha. Aunque se le ha se?alado como un hooligan, no se proh¨ªbe en cambio su traspaso.
Hay que mantener el negocio y aplicar el fair play. As¨ª es de hip¨®crita la FIFA, de nuevo populista y arbitraria: no se sabe por qu¨¦ meter el dedo en un ojo, dar un codazo, pegar un cabezazo o romper la tibia y el peron¨¦ sale m¨¢s barato que un mordisco. El m¨¢ximo organismo futbol¨ªstico ha perdido cualquier autoridad moral desde que no sanciona la corrupci¨®n de sus miembros y ejemplariza sin criterio los castigos a los jugadores.
Luis Su¨¢rez merece ser sancionado como futbolista, pero precisa de atenci¨®n como persona, y la FIFA no es precisamente el mejor doctor. La sanci¨®n no solo es desproporcionada sino que suena a populista, propia del show medi¨¢tico que mueve al f¨²tbol y, sobre todo, a sus rectores, aquellos que convierten la administraci¨®n y aplicaci¨®n de la pena en m¨¢s noticia que la falta.
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