Un Bar?a diferente, un Madrid exhausto
A la hora del t¨ªtulo, los azulgrana llegaron menos desgastados en lo f¨ªsico y lo an¨ªmico que los blancos, cuando el curso fue al rev¨¦s
Terminada la serie final, la primera conclusi¨®n es que el reloj azulgrana ha funcionado mejor que el del Real Madrid. Llegado el momento de jugar por el t¨ªtulo, su estado general ha sido m¨¢s saludable, menos desgastado en lo f¨ªsico y en lo an¨ªmico. Tiene m¨¦rito, pues en varios momentos del curso se levantaron actas de defunci¨®n anticipadas.
El triunfo del Real Madrid en Supercopa y Copa m¨¢s la enorme ventaja sacada durante la temporada regular aumentaron la sensaci¨®n de ascendencia madridista, que se empez¨® a fraguar el curso anterior. La paliza de Mil¨¢n en las semifinales de la Final Four (100-62) ahond¨® en esta impresi¨®n y en el cuarto partido de la semifinal liguera frente al Valencia, los azulgrana fueron despedidos por su p¨²blico con una buena pa?olada, surgida de la convicci¨®n que aquello era la despedida a un deficiente recorrido que conclu¨ªa sin nada importante que echarse al zurr¨®n. Pero como si fuese una pel¨ªcula donde el h¨¦roe est¨¢ a punto de ser abatido en multitud de ocasiones para salir finalmente triunfante, los azulgrana aguantaron los varapalos sin perder definitivamente la compostura. Emboc¨® Marcelinho en Valencia y con el subid¨®n del que se salva del batacazo definitivo, se abri¨® paso un renacido Barcelona que se present¨® en Madrid para dominar la final desde su inicio. Adem¨¢s, lo que es motivo de satisfacci¨®n por lo que supone para el espectador, lo ha logrado apostando desde el inicio por un juego diferente al habitual, m¨¢s din¨¢mico y alegre, llevando la iniciativa, proponiendo en lugar de reaccionando, ejecutando m¨¢s que masticando.
De la mano de este cambio de paradigmas, se ha podido ver la versi¨®n m¨¢s viva y confiada de un colectivo con cierta tendencia a la frialdad y el funcionariado. Sin saber si fue antes el huevo que la gallina, esa confianza se tradujo en un impresionante acierto desde la l¨ªnea de tres, aspecto clave en la serie.
La n¨®mina de jugadores que han dejado impronta en esta final es extensa, desde el merecido MVP a Navarro, a Tomic, decisivo en los partidos de apertura y cierre, pasando por Marcelinho, Nachbar, Oleson, Abrines o Sada. Buenas actuaciones individuales, destacable funcionamiento colectivo, atractivo juego, buena gesti¨®n emocional, t¨ªtulo merecido.
El Madrid, en cambio, confirm¨® las sospechas de que la temporada se les estaba haciendo demasiado larga. Parece evidente que lo que se rompi¨® en la final de la Euroliga no ha podido ser arreglado a tiempo. El duelo que supuso aquella may¨²scula decepci¨®n ha durado demasiado, y no se ha vuelto a ver al Madrid que enamor¨® con su juego durante los meses anteriores. El bajonazo ha sido clamoroso en el aspecto defensivo, clave de todo su funcionamiento y term¨®metro ideal para calibrar la energ¨ªa del colectivo.
La n¨®mina de barcelonistas que ha dejado su sello en la final es extensa
En lo individual, dos jugadores han representado a la perfecci¨®n lo ocurrido: Nikola Mirotic y Sergio Rodr¨ªguez. Lo de Mirotic se ha ido convirtiendo en un expediente X. Su desplome ha sido tan sonoro como imprevisto, hasta llegar a resultar irrelevante en casi todos los partidos de la final lo peor que se puede decir de un talento como el suyo. Al Chacho, por su parte, le abandon¨® la magia en el momento m¨¢s inoportuno. En algunos encuentros lo salv¨® con su acierto en el tiro, que finalmente tambi¨¦n dijo adi¨®s. Err¨¢tico y con fallos de bulto en la toma de decisiones y precisi¨®n en el pase, el agitador, el alma del equipo, el hombre destinado a cambiar din¨¢micas y establecer diferencias no estuvo fino y el Madrid lo sufri¨® enormemente.
El Madrid, con sus declaraciones, puso a los ¨¢rbitros a jugar la final, siempre una mala decisi¨®n
Por si no fuese suficiente con el Barcelona, el Madrid, con las declaraciones despu¨¦s del primer partido, meti¨® a los ¨¢rbitros a jugar la final, siempre una mala decisi¨®n. El desquicie en el cuarto partido, donde el banquillo madridista se soliviant¨® a las primeras de cambio, escenific¨® el error, pues termin¨® con el entrenador autoelimin¨¢ndose y los jugadores distra¨ªdos, enredados hasta el infinito con el arbitraje. Cuando en el ¨²ltimo cuarto se dedicaron s¨®lo a jugar, recuperaron 10 puntos de desventaja y tuvieron el partido a tiro.
Aunque oficialmente se llame Liga, este sistema de competici¨®n no termina recompensando al m¨¢s regular, sino al que llega mejor a la ¨²ltima ascensi¨®n. Lo consigui¨® el Barcelona, que en una gran serie, jugada de forma sugerente, super¨® de forma ag¨®nica pero justa a un cansado y renqueante Real Madrid que hace mes y medio se dej¨® en Mil¨¢n parte de su alma.
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