El ¡®Maracanazo¡¯ fue una broma
La devastadora paliza de Alemania a Brasil deja en una chiquillada la afrenta de 1950 Los de Scolari fueron infieles a la pelota y los germanos se lo hicieron pagar con una sa?a desconocida
El f¨²tbol nunca ser¨¢ lo mismo desde una noche en Belo Horizonte en la que se produjo el mayor cataclismo desde que rueda la pelota hace m¨¢s de un siglo. Jam¨¢s hubo nada igual, ni parecido. El Maracanazo fue una broma al lado del 1-7 encajado por Brasil ante una Alemania que le hizo morir de una sobredosis de realidad, que le dej¨® una tacha de por vida por su empe?o en dar la espalda a una pelota que siempre fue el mayor motivo de orgullo de sus gentes. Brasil quiso ser lo nunca fue y acab¨® por dejar a todo un pa¨ªs en estado de shock, petrificado, sin latidos.
Lo vivido por Brasil 64 a?os despu¨¦s del Maracanazo fue a¨²n m¨¢s mortificante. Un trauma de por vida de tal magnitud que aquella afrenta con Uruguay ya no tendr¨¢ ninguna relevancia. Desde la marabunta alemana en Belo Horizonte resultar¨¢ un traspi¨¦ cualquiera, una chiquillada por mucha liturgia que tuviera. A lo de Belo Horizonte ser¨¢ dif¨ªcil ponerle letra, necesitar¨¢ guionistas de primera y un pelot¨®n de psic¨®logos, psiquiatras, soci¨®logos y cuantos se quieran sumar a una c¨¢tedra que promete. El ultraje de Alemania dej¨® estremecido a todo Brasil, que esta vez tiene a muchos Barbosas a los que condenar por un cataclismo hist¨®rico, con Luiz Felipe Scolari y muchos de sus dirigentes a la cabeza. Mucho tendr¨¢ que ganar para que en alg¨²n siglo venidero la torcida encuentre consuelo. La Canarinha no perdi¨® una semifinal, padeci¨® un calvario descomunal, una hecatombe en toda regla. Perder es otra cosa.
Hace tiempo que Brasil le fue infiel a la pelota y Alemania, su nuevo mecenas, se lo hizo pagar con una sa?a desconocida en la historia de los Mundiales. Un partido imperecedero, de los incunables, y de los que dejan secuelas de proporciones inimaginables. Si alguien encuentra alivio en Brasil, quiz¨¢ el f¨²tbol canarinho recupere sus or¨ªgenes y espante de una vez a los que han fumigado su esencia para ponerse una armadura que no le iba y que en nada garantizaba el ¨¦xito. Un desti?e absoluto e incomprensible en una selecci¨®n que fue m¨¢s que ninguna una oda a la felicidad de este juego. El Brasil de hoy no es un equipo de fantas¨ªa, sino una brigada de centuriones con m¨¢s propaganda que atributos. Scolari se empecin¨® en repetir lo de 2002, olvidando que Ronaldo, Ronaldinho y Rivaldo no eran precisamente unos piernas. El modelo era inimitable, con Fred, Jo, Hulk y unos cuantos luizgustavos, futbolistas de acompa?amiento en una Liga sin mucho segundo pedigr¨ª. Al f¨²tbol no quiso jugar otro que Neymar, ausente como el capit¨¢n Thiago Silva, uno por lesi¨®n y otro por sanci¨®n. Con el drama visto, ni a ellos puede apelar Brasil como coartada.
Sobre un ring, el duelo hubiera sido calificado de una carnicer¨ªa. A Brasil le dur¨® la combusti¨®n ¡ªel himno como una haka maor¨ª¡ª y todo tipo de gestos inflamables, lo que tard¨® M¨¹ller en noquear a la defensa dom¨¦stica en el primer c¨®rner a favor de los visitantes. M¨¹ller, que ya suma cinco tantos, remat¨® al borde del ¨¢rea peque?a, como si estuviera entre monaguillos. Nadie le hizo ni cosquillas. El gol fue una sacudida para Brasil, pero cuando Klose hizo el segundo todo el equipo se desmoron¨® de forma calamitosa. Dos minutos despu¨¦s lleg¨® el tercero, de Kroos. Si su remate fue prodigioso, la jugada, con seis toques de viol¨ªn sucesivos, fue muse¨ªstica. El equipo de L?w era una sinfon¨ªa.
En 20 minutos, Alemania ejecut¨® un escarnio brutal. Kroos parec¨ªa Gerson, Khedira, inmenso, era Pel¨¦ o quien se propusiera, y M¨¹ller se hab¨ªa clonado en Garrincha. Los alemanes daban palique a la pelota de forma vertiginosa, con surcos continuos en el balc¨®n del ¨¢rea de Julio C¨¦sar. No hab¨ªa brasile?o capaz de detectar a un alem¨¢n. El conjunto germano ganaba en todas las batallas: la t¨¦cnica, la t¨¢ctica, la f¨ªsica y la an¨ªmica. Brasil era mu?eco de trapo. La afrenta iba a m¨¢s, sin remedio para un grupo de futbolistas en tanga, con las gentes llora que llora en las gradas. No era para menos, lo del campo era cruel, solo cre¨ªble de haber estado por el medio El Salvador o Corea del Norte, por citar algunos de los que se han llevado palizas m¨¢s o menos similares. Por desgracia para los brasile?os, no era ficci¨®n. Aquello parec¨ªa el Espa?a-Holanda, con un equipo desatado y otro aturdido en un rinc¨®n cualquiera.
Los goles alemanes ca¨ªan como churros. Repiti¨® Kroos y a la fiesta se sum¨® con todo merecimiento Khedira, un coloso, con una agilidad t¨¦cnica que no se le conoc¨ªa. Alemania estaba hechizada. Hubo tiempo para Klose, que a sus 36 a?os destron¨® al ¨²ltimo rey brasile?o. Con sus 16 goles super¨® a Ronaldo como el mejor goleador de los Mundiales. A Brasil se le vino la historia encima: el hilo con Ronaldo es Fred.
El abuso alem¨¢n obligaba a frotarse los ojos, cinco goles con los 10 primeros remates. Para Brasil, la peor pesadilla imaginable hubiera sido mucho m¨¢s llevadera. A¨²n le quedaba el suplicio del segundo tiempo y hasta le toca jugar por un tercer o cuarto puesto. De no ser por tratarse del f¨²tbol, ser¨ªa un caso de sadismo. Mientras Brasil es una tormenta de l¨¢grimas, Alemania y el mundo entero a¨²n se pellizcan. Nada ser¨¢ igual. En el f¨²tbol no hay rastro de un impacto semejante. No hay forma de medir semejante se¨ªsmo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.