Los gregarios de Messi
Biglia, Demichelis y Enzo P¨¦rez, que llegaron como suplentes al torneo, han resultado decisivos para la mejora de La Albiceleste
La hemeroteca deportiva siempre es ingrata con periodistas y aficionados. Si alguien dedicase un par de horas a recopilar las cosas que se han dicho en Argentina de su seleccionador, Alejandro Sabella, podr¨ªa escribir una s¨¢tira sobre la condici¨®n humana. El pobre juego de la selecci¨®n albiceleste hasta los cuartos de final irrit¨® a un pa¨ªs con mucha cultura futbol¨ªstica que hab¨ªa dejado incluso de creer en el equipo y necesit¨® de la s¨®lida victoria contra B¨¦lgica para volver a emocionarse y volcarse masivamente con ¨¦l. La memorable actuaci¨®n de Mascherano en las semifinales hizo el resto: hab¨ªan pasado 24 a?os desde la ¨²ltima final y los argentinos se ve¨ªan condenados a una irrelevancia internacional demasiado prolongada. Argentina no le debe la final al talento de Messi (decisivo en la primera fase del torneo), sino al orden defensivo y el trabajo sacrificado de una serie de jugadores poco conocidos que, en algunos casos, fueron tambi¨¦n despellejados por el exigente, despiadado y siempre ir¨®nico hincha argentino.
La primera se?al de que algo estaba cambiando en la selecci¨®n de Sabella la dio parad¨®jicamente un outsider, el futbolista ruso Arshavin, que en una entrevista calific¨® al lateral izquierdo Marcos Rojo como el mejor del torneo. El defensor del Sporting de Lisboa, pupilo de Sabella en Estudiantes de La Plata antes de emigrar a Portugal, hab¨ªa sido pasto de chistes y cr¨ªticas feroces en su patria: la rabona que utiliz¨® para despejar un bal¨®n en su propia ¨¢rea ante Bosnia corri¨® como la p¨®lvora por las redes sociales. Los argentinos sospechaban de su l¨ªnea defensiva, y los dos primeros partidos parec¨ªan darles la raz¨®n. Incluso Messi critic¨® p¨²blicamente la presencia de tres zagueros antes de que Sabella modificase el esquema. Sabella retir¨® a Federico Fern¨¢ndez y recuper¨® a otro apestado tradicional de la hinchada: Demichelis.
Como Maradona en M¨¦xico 86, a Leo le protege un caparaz¨®n de futbolistas sin renombre
El central del Manchester City, m¨¢s delgado que en otros campeonatos, se adapt¨® como un guante a la selecci¨®n y le ofreci¨® tranquilidad y salida del bal¨®n adem¨¢s de mucha experiencia en trazar la l¨ªnea del fuera de juego. Denostado en Sud¨¢frica 2010 por su lentitud, ha experimentado una resurrecci¨®n inesperada tras una meritoria temporada en el Manchester City.
Tan sorprendentes como estos dos casos son las revelaciones de Luca Biglia y Enzo P¨¦rez. El primero, del Lazio, reemplaz¨® a Gago en el medio campo en octavos de final y es un fijo desde entonces; su aparici¨®n coincide con el asentamiento de Mascherano en una posici¨®n (la de mediocentro defensivo) que abandon¨® desde su llegada al Barcelona. El mendocino Enzo P¨¦rez, del Benfica, objetivo declarado del Valencia para la pr¨®xima temporada, es el gran aprovechado de la baja de Di Mar¨ªa y firm¨® una gran primera parte en las semifinales contra Holanda, abriendo espacios a espaldas de los mediocampistas holandeses con su potencia f¨ªsica y capacidad organizativa. Hasta entonces, era desconocido para numerosos aficionados.
Como le sucedi¨® a Maradona en M¨¦xico 86, Sabella le ha construido a Messi un caparaz¨®n de futbolistas sin renombre que han llegado hasta el partido m¨¢s importante de la reciente historia del f¨²tbol argentino. ¡°Estamos a 90 minutos de ser inmortales¡±, afirmaba ayer un emocionado Biglia. Todo Argentina espera el partido definitivo de La Pulga para condecorar el esfuerzo permanente de unos jugadores que llegaron a Brasil como suplentes y volver¨¢n a sus casas, pase lo que pase, como gregarios heroicos del mejor futbolista del planeta. Messi, por fin, es feliz con Argentina.
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