Y despu¨¦s de Brasil, Maracan¨¢
A Alemania le lleg¨® su momento en el mejor de los escenarios para ser la primera europea que gana la Copa en Am¨¦rica. Maracan¨¢ y Argentina dignificaron el triunfo alem¨¢n en una excelente final por intensa, divertida e igualada, imposible para Messi, m¨¢s futbolista que goleador en R¨ªo: el mundo al rev¨¦s en el d¨ªa que se jugaba el t¨ªtulo. Abatida desde 1996, cuando levant¨® la Eurocopa con Vogts, Alemania supo digerir las dolorosas derrotas con Espa?a en la Eurocopa y el Mundial y encajar tambi¨¦n los tiros de Balotelli en Varsovia para cantar victoria en Brasil con un gol de uno de sus jugadores recurso: G?tze.
A pesar de ser exigido hasta el l¨ªmite, no fall¨® el equipo de L?w en el ¨²ltimo esfuerzo, ganador precisamente cuando su jerarqu¨ªa en la cancha estuvo m¨¢s discutida que nunca por un contrario muy crecido y mejorado, un coloso defensivamente, solo falto del gol de Messi. A Argentina de nada les sirvi¨® llevar al 10 hasta Maracan¨¢ y a Alemania hasta la pr¨®rroga, dominada por el mejor equipo del torneo, cuatro veces campe¨®n, la selecci¨®n de moda por su riqueza futbol¨ªstica y juego coral, digno sucesor de Espa?a. No fue el Mundial de Messi sino de Alemania.
La Argentina de Messi jug¨® siempre de orgullosa visitante, a la contra, tambi¨¦n la final, que disput¨® con su zamarra azul por la condici¨®n de local de Alemania. Nadie habla bien de La Albiceleste, y menos la anfitriona Brasil, martirizada por el cancionero de la hinchada que tom¨® las sedes de la Copa en que jugaba Argentina. El calor de su afici¨®n ha sido el combustible de un equipo cuyo mayor elogio recibido fue el de su competitividad, una manera elegante de no hablar de f¨²tbol sino de cuantas cosas le rodean, no siempre para bien, y hay que ser respetuosos con Argentina.
Por su riqueza futbol¨ªstica y juego coral, Alemania es digna sucesora de Espa?a
A partir del amor propio, pose¨ªda por una fe ciega en el triunfo, la tropa de Sabella ha combatido la indiferencia y el despecho hasta convertir cada partido en un acto de afirmaci¨®n, de conquista, de terreno ganado en busca de El Dorado Maracan¨¢. No ha parado de incordiar, muy bien armada en su cancha, a la espera de Messi. La sensaci¨®n era que todav¨ªa quedaba por ver lo mejor de Argentina y del 10. As¨ª que se impon¨ªa seguir resistiendo, defender y contragolpear, sin olvidarse de jugar, y m¨¢s ante la afamada Alemania, la otra cara del Mundial.
A los germanos les pasaba justamente lo contrario despu¨¦s del estruendoso 1-7 contra Brasil, un marcador que trascender¨¢ 2014 para convertirse en uno de los mayores impactos en la historia del Mundial. Alemania ya hab¨ªa mostrado el mejor de sus repertorios, pasaba por ser la campeona sin necesidad de ganar la final, era la selecci¨®n m¨¢s adulada y agasajada de Brasil. No hay selecci¨®n capaz de repetir un partido tan memorable, ni la propia Alemania, rebajada en Maracan¨¢, v¨ªctima del recuerdo del 1-7.
No tuvo el equipo de L?w la autoridad que se le supon¨ªa, menguado por la lesi¨®n de Khedira y reducido por las sacudidas de Argentina, que encontr¨® una v¨ªa de agua en el flanco izquierdo defendido por el central H?wedes. Lavezzi enfil¨® la banda y Messi fue tan selectivo como desequilibrante con sus arrancadas, suficientes para generar la sensaci¨®n de peligro. Los argentinos leyeron muy bien el partido y atacaron los espacios generados por el atrevimiento de los alemanes, de manera que qued¨® parada una final muy divertida en Maracan¨¢.
El Mundial ya no lo gana un solo jugador sino un equipo como constataron los de L?w
Hasta las ocasiones se alternaban en las ¨¢reas, al inicio en la de Neuer y despu¨¦s en la de Romero, ambos exigidos en un partido de ida y vuelta, con muchas alternativas y ritmo. No atin¨® Higuain en un mano a mano con el portero, ni m¨¢s tarde Palacio, y el poste devolvi¨® un cabezazo de H?wedes. No fueron las ¨²nicas porque las apariciones de M¨¹ller y Messi fueron tan escasas como luminosas en Maracan¨¢. A M¨¹ller le faltaron socios y el equipo se descompens¨® sin Khedira y despu¨¦s sin Kramer. Y a Messi le falt¨® punter¨ªa ante Neuer.
El 10 tuvo tres llegadas que no culmin¨® por un dedo ante el gigantesco portero de Alemania. Messi tir¨® bien el desmarque, control¨® mejor la pelota, busc¨® el ¨¢ngulo de tiro y enfoc¨® el marco para despu¨¦s no acertar en el tiro. Messi no desesperaba, hab¨ªa la sensaci¨®n de que todav¨ªa le quedaba energ¨ªa, de que val¨ªa la pena no desfallecer en Argentina, menos equipo, por otra parte, con Ag¨¹ero que con Lavezzi. Y al igual que este curso en el Bar?a, no lleg¨® el momento Messi con Argentina ni fue Maradona, ni la rompi¨® en una jugada, que era lo que se le ped¨ªa. Nadie le exig¨ªa que jugara bien, cosa que ayer hizo m¨¢s que en ocasiones anteriores, sino que dejara un gol para la historia. No pudo y la FIFA le dio el Bal¨®n de Oro del Mundial.
Nada de lo que hace la FIFA tiene sentido ¨²ltimamente por m¨¢s que Messi sea el n¨²mero 1. El Mundial, sin embargo, ya no lo gana un solo jugador sino un equipo como lo constat¨® Alemania, que precis¨® de G?tze despu¨¦s de que tampoco pudiera M¨¹ller ni Klose ni Kroos. Ha vuelto Alemania, ganadora con un f¨²tbol moderno y seductor, muy alejado del practicado por la Mannschaft, mientras Argentina aguardaba que Messi fuera una copia de Maradona. Los tiempos han cambiado y el Maracanazo ha quedado en el olvido despu¨¦s del 1-7 de Alemania contra Brasil.
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