McIlroy quiere ser Lebron
El norirland¨¦s, de 25 a?os y primer europeo con tres grandes diferentes, aspira a dominar una ¨¦poca como Nicklaus y Tiger.
El mismo Rory McIlroy fue quien mejor radiografi¨® al enfermo antes del pasado Masters: ¡°El golf est¨¢ esperando que alguien estampe su autoridad y que sea un jugador dominante. Cualquier deporte necesita una figura as¨ª, una leyenda, como LeBron, Cristiano, Messi, Federer y Nadal. A la gente le gusta tener h¨¦roes¡±. El norirland¨¦s reclam¨® un l¨ªder en una ¨¦poca en que la humanizaci¨®n de Tiger Woods ha abierto como nunca el abanico de ganadores en un grande. McIlroy se postulaba al papado del golf. Pero en Augusta el juego fue por otro lado al de sus anhelos de poder y acab¨® pateando (y perdiendo) en la ¨²ltima jornada con un amateur.
McIlroy lo ve¨ªa claro. ?l era el elegido, ese LeBron que necesita el golf, una cara reconocible de n¨²mero uno que enganche a las audiencias, los patrocinadores y los aficionados. A los 25 a?os, re¨²ne todos los ingredientes. Tiene juego, bendecido con un swing bello por naturaleza y afilad¨ªsimo en este Open Brit¨¢nico en el green; personalidad para levantarse de batacazos como perder el Masters hace tres cursos en una ¨²ltima jornada de 80 golpes y para soportar la presi¨®n que generan las expectativas sobre ¨¦l; y carisma para liderar a una generaci¨®n que llama a la puerta del cambio de ciclo. En esa pareja con Rickie Fowler (de su misma edad) en la jornada final en Liverpool pod¨ªa verse el futuro, el duelo de los pr¨®ximos 15 a?os junto a muchachos como Jason Day, Jordan Day o Victor Dubuisson. Woods les mira desde sus 38 a?os.
Atraves¨® un bache de juego y personal, pero ahora lidera un cambio de ciclo
El primer Open de McIlroy es aire fresco. Solo Nicklaus y Tiger, los dos mejores de la historia con 18 y 14 majors respectivamente, fueron m¨¢s precoces que el norirland¨¦s en reunir tres de las cuatro patas del Grand Slam. A Rory ¨²nicamente le falta la chaqueta verde del Masters, y en Augusta se frotan las manos con el bombo que generar¨¢ la pr¨®xima edici¨®n. McIlroy es el primer europeo en la historia con tres grandes diferentes ¡ªUS Open 2011, Campeonato de la PGA 2012 y Brit¨¢nico 2014¡ª, machada que pas¨® de largo para Seve, Faldo, Lyle¡ ?l lo ha logrado a los 25 a?os. Con ocho estaba pegado a la televisi¨®n viendo a Tiger ganar su primer grande. Hoy quiere su abdicaci¨®n.
Cada pelda?o en su carrera le se?alaba como alguien con un don especial. Lo intuy¨® su padre cuando apost¨® 100 libras, 500 a uno, a que ganar¨ªa el Open antes de los 26, boleto que ayer pudo cobrar y sumar 200.000 libras a las m¨¢s de 900.000 del premio con que viene la Jarra de Plata. Puede verse en?Youtube el v¨ªdeo de un ni?o de pelo rizado y mofletes sonrosados que en un programa de televisi¨®n emboca la bola en el tambor de la lavadora. El t¨¦cnico Bob Torrance, fallecido la semana pasada, se declar¨® impotente para mejorar su swing. Y McIlroy guarda como si fueran oro unas cartas de Severiano Ballesteros d¨¢ndole consejos, una tradici¨®n que el c¨¢ntabro hered¨® de otra ¨¦poca en que los grandes apadrinaban a los reci¨¦n llegados. Hoy Rory ha explotado toda la magia de sus dedos y nadie piensa que no ganar¨¢ el Masters y entrar¨¢ como un rayo en el pante¨®n de los mejores. Junto a Nicklaus y Tiger, solo Gene Sarazen, Ben Hogan y Gary Player tienen el p¨®quer de grandes.
¡°Jugando as¨ª, es imparable¡±, resume Sergio Garc¨ªa, segundo en el Open
¡°Jugando as¨ª, es imparable. Le pusimos presi¨®n, pero siempre ha respondido, no ha cometido errores. Si su juego est¨¢ en ese nivel, para los dem¨¢s no hay nada que hacer¡±, resume Sergio Garc¨ªa. El espa?ol tiene esta vez motivos para darse cabezazos. En su mejor grande en much¨ªsimos a?os, con cuatro rondas seguidas sin mancha, y la cabeza al mismo nivel que su juego, no le ha servido una tarjeta de 15 bajo par, seis el domingo, para abrochar su primer grande a los 34 a?os.
Seguramente McIlroy no impone el mismo factor miedo de Tiger en sus rivales, pero la sensaci¨®n de superioridad que transmite a su mejor nivel recuerda a la de los a?os de tiran¨ªa de Woods. Sus dos grandes anteriores los gan¨® por ocho golpes de ventaja, y en Liverpool solo la heroica resistencia de Garc¨ªa y Fowler evitaron una sangr¨ªa similar. El norirland¨¦s se ha ganado entrar en las quinielas para cualquier grande. Ha ganado tres y ha tenido el Masters en sus hombros. Aquel patinazo de 2011 pudo dejarle secuelas, pero lo interioriz¨® positivamente: dos meses despu¨¦s gan¨® el US Open. Fue una prueba de car¨¢cter, de ah¨ª que tenga a Rafa Nadal como su deportista de cabecera por la admiraci¨®n que siente de su fortaleza mental.
Golfista de sensaciones, puede que McIlroy se traicionara cuando a finales de 2012 cambi¨® su marca de palos y bolas de siempre, Titleist, por los 100 millones de d¨®lares que le puso Nike sobre la mesa. Para alguien con su feeling, la decisi¨®n llen¨® su cartera pero vaci¨® su juego. Le cost¨® encontrar el toque, y despu¨¦s de ser n¨²mero uno del mundo y de dos a?os sumando un grande por curso descendi¨® a un 2013 en blanco. Se hab¨ªa distra¨ªdo con la pasarela, fotografi¨¢ndose en un restaurante con Bill Clinton y Bono, alocado como en esa adolescencia en que se compr¨® hasta 13 coches.
A la confusi¨®n con los palos hab¨ªa unido el cambio de su agencia de representaci¨®n ¡ªcre¨® una familiar¡ª y recientemente sus l¨ªos de amores. Anul¨® su boda con la tenista Caroline Wozniacki con las invitaciones ya enviadas. Ahora se ha reiniciado, ha vuelto ¡°a disfrutar con el golf¡±. ¡°Nunca tuve dudas. No puedes dudar de tu propia habilidad, deb¨ªa volver al punto de algunos grandes torneos que he jugado. El talento estaba ah¨ª. Se trataba de encontrar el modo de hacerlo salir. Quiero ser el mejor jugador que pueda ser¡±, sentencia.
Desde ayer es el n¨²mero dos del mundo. Sergio Garc¨ªa ha subido al quinto puesto en una clasificaci¨®n sin estadounidenses entre los cinco primeros (Adam Scott, McIlroy, Stenson, Rose y Garc¨ªa). Tiger Woods es el nueve.
A Woods le gana su capit¨¢n... de 64 a?os
Mientras Rory suma m¨¦ritos, el golf sigue esperando a Tiger. En Liverpool volv¨ªa a una gran plaza despu¨¦s de tres meses entre algodones, y aquello de ¡°solo me vale ser primero¡± acab¨® chirriando. Le pudo la ambici¨®n de quien siempre ha sido el mejor y ahora brega, a los 38 a?os, por volver a serlo. Las rodillas y la espalda le han martirizado desde que en 2008 ganara su ¨²ltimo grande, y en Hoylake qued¨® patente que a¨²n le falta rodaje. A¨²n es pronto para medir su recuperaci¨®n.
Con la carrocer¨ªa engrasada, la mente limpia y el hambre intacta, el juego puede volver a coronarle en cualquier momento. El Tigre no ha dicho la ¨²ltima palabra, espoleado como ha salido por la decepci¨®n de este Open. Su 69? puesto, con una ¨²ltima ronda horribilis de 75 golpes para seis sobre par, es su peor puesto en un grande en cuatro vueltas (exceptuando cuando no ha pasado el corte).
El Tigre pate¨® en el 18 derrengado, sin tensi¨®n, dibujando el ¨²ltimo interrogante sobre su nivel. Hasta le super¨® el incre¨ªble Tom Watson (51?), de 64 a?os, su capit¨¢n en la pr¨®xima Ryder. Aunque para ello deber¨¢ clasificarse todav¨ªa sumando puntos en los dos pr¨®ximos torneos que tiene previstos, el Bridgestone y el cuarto grande del a?o, el PGA. O buscando una invitaci¨®n de Watson.
Tiger sigue teniendo retos, atrapar a Nicklaus en grandes, a Sam Snead en victorias, y ya dice Jim¨¦nez que ¡°la edad est¨¢ en la mente¡±. La suya se resigna a que le jubilen.
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