Dasaolu acaba con el reinado de Lemaitre
Farah logra su cuarto oro europeo con una sufrida victoria en el 10.000
Robert Harting comenz¨® la noche sopl¨¢ndose los dedos para calentarlos contra el g¨¦lido viento que ensuci¨® la noche de Z¨²rich, p¨¦sima para los lanzadores, la continu¨® sec¨¢ndose, como todos, las suelas de las zapatillas en su toalla tendida en el suelo antes de cada lanzamiento (los dedos de las manos y las plantas de los pies, los puntos extremos, los m¨¢s sensibles de los disc¨®bolos, esos armarios veloces como el rayo) y la termin¨®, casi a las 11, bajo la luna gibosa menguante, como acostumbra, pero a medias. El campe¨®n ol¨ªmpico de disco, y triple campe¨®n mundial, no celebr¨® su segundo t¨ªtulo europeo (66,07m) rasg¨¢ndose la camiseta como siempre (un patriota muy patriota le ha denunciado en un juzgado por romper un s¨ªmbolo alem¨¢n, pues la camiseta lleva los colores, rojo, negro, amarillo, de la bandera alemana) sino haciendo un ir¨®nico e inteligente parip¨¦ ante los periodistas, un s¨ªmil de rasgadura que precedi¨® a un striptease que convirti¨® a la camiseta en una almohada querida sobre la que apoy¨® su cabecita sobre el tart¨¢n. Cerca de ¨¦l, contentos y divertidos, porque los lanzadores de disco son una fratr¨ªa, pero temblando de fr¨ªo, los dos espa?oles que participaron y llegaron a ser finalistas, Mario Pestano, sexto y lesionado y solo capaz de lanzar tres veces (62,31m) y Frank Casa?as, octavo (61,47).
Y as¨ª termin¨® una tarde eterna de marcas tan mediocres como las del disco (ah, el mal tiempo) y en la que Mo Farah volvi¨® a ganar los 10.000 metros y en la que lo que preanunciaba con su victoria la nueva reina de la velocidad, la holandesa Dafne Schippers, campeona de los 100m y m¨¢xima aspirante a los 200m, el que la velocidad europea era rubia y se alimentaba con mantequilla, no pudo cumplirse, pues pocos minutos m¨¢s tarde, un ingl¨¦s negro de la nueva escuela de velocidad brit¨¢nica (la que dirige Dan Pfaff, el t¨¦cnico que cre¨® a Donovan Bailey), llamado James Dasaolu (10,06s solamente, viento en contra de 0,4 m/s), acab¨® con el reinado del franc¨¦s Christophe Lemaitre (10,13s), el blanco gigante que hab¨ªa bajado de los 10s y que hab¨ªa ganado espl¨¦ndidamente los 100m y los 200m en los dos ¨²ltimos campeonatos de Europa. Y todo, bajo la mirada divertida y temblorosa, por el fr¨ªo, de Usain Bolt, que baj¨® a la pista para que le aplaudieran los suizos.
No son¨® mucho el ¡®Dios Salve a la reina¡¯ porque la mayor¨ªa de las medallas se entregar¨¢n medallas, pero el Reino Unido logr¨® otro oro en las vallas altas femeninas, con Tiffany Porter (12,76s), as¨ª que el jueves ser¨¢ un d¨ªa de disco rayado, pero brillar¨¢ sobre todo el himno que dediquen a los del 10.000, a Farah, cuya victoria, su cuarto t¨ªtulo europeo (desde que Jes¨²s Espa?a le derrotara en el 5.000 de Gotemburgo 2006, el doble campe¨®n ol¨ªmpico y mundial tambi¨¦n lo ha ganado todo en Europa: 5.000 y 10.000 en Barcelona 2010 y 5.000 en Helsinki 2012, y a¨²n le espera el domingo el 5.000), a¨²n estando prevista, no fue tan sencilla. Le pusieron a prueba dos turcos de origen keniano y Farah, en su primer 10.000 de una temporada tan rara y novelesca como el curioso atl¨¦ticamente a?o de 2014, no pudo despegarse de ellos hasta la fren¨¦tica ¨²ltima vuelta, en la que hizo fuerte su velocidad (la velocidad tremenda de un atleta que tiene 3m 28s en 1.500m) para resistirles a ambos y tambi¨¦n a su compatriota tremendo Andy Vernon, morfolog¨ªa de lanzador y tenacidad de corredor de cross en barro, que aprovech¨® la estela del compatriota para terminar segundo. Para muchos, pese a esta victoria, y despu¨¦s de conocer por boca del propio Farah el extra?o desvanecimiento sufrido por el brit¨¢nico hace un mes en el cuarto de ba?o del hotel en el que estaba concentrado en la altitud de Park City, en Utah, las locuras de su entrenador, Alberto Salazar, un hombre que autodestruy¨® por su nivel de autoexigencia tempranamente su carrera de maratoniano, acabar¨¢n pronto con la carrera de sus protegidos. Farah este a?o ha corrido un marat¨®n, el de Londres, un medio marat¨®n y un 5.000m, aparte del 10.000m zuriqu¨¦s. Un caos que solo salva la gran calidad de aquel ni?o somal¨ª que aprendi¨® a correr en Londres para convertirse en uno de los m¨¢s grandes fondistas de la historia.
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